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"El olivar es la esencia de los cultivos leñosos"

Entrevista a Raúl Mora, director gerente de Finca Los Palacios

Alejandro de Vega30/09/2021

El auge de los cultivos leñosos en España se está desarrollando en paralelo a la evolución que está experimentando el olivar en muchas zonas productoras, donde las opciones de manejo intensivo están desplazando a la olivicultura tradicional. Un ejemplo de esta transición se puede encontrar en Ciudad Real, en la Finca Los Palacios, una explotación moderna y adaptada a las nuevas exigencias de eficiencia y sostenibilidad que demanda el mercado. El AOVE de la empresa Olivapalacios ha sido distinguido este año, por cuarta vez consecutiva, como el mejor del mundo en la variedad Picual.

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Como productor de olivar y otros cultivos leñosos, ¿qué papel cree que van a jugar este tipo de producciones en el futuro más inmediato de la agricultura española?

En Los Palacios solo cultivamos olivos y es en otras fincas donde tenemos vid y almendros. En general, consideramos muy importante el papel de los cultivos leñosos en la agricultura española, aunque España ya no es un país tan agrario cuando ha sido el soporte principal de la economía española hasta mediados del siglo XX, y son varios los factores que han condicionado su evolución, entre otros, factores físicos, como la altitud, el clima y la erosión, y otros históricos y técnicos.

El clima español mediterráneo aporta muchas horas de sol, incluso en invierno, y la altitud media de la Península es óptima para el desarrollo de la agricultura, aunque a veces tengamos frecuentes y acusadas heladas y un reparto de precipitaciones muy irregular que puedan afectar de manera catastrófica aumentando la erosión de la tierra, desnutriéndola.

A mediados del siglo XX se iniciaron planes de transformación y mejora de la agricultura en general, ampliando el área regada y concentrando parcelas, aunque en los últimos decenios se ha reducido mucho la población activa agraria y ha bajado casi un 1% la superficie de tierra arable con respecto al año anterior, por lo que hoy día son los cultivos leñosos los que más crecen en España por su fácil adaptación a nuestro clima y tierra, por el buen impacto medioambiental que propicia, por la menor necesidad de recursos a consumir y, sobre todo, por la popularización del consumo de sus frutos. Principalmente son plantaciones de almendros y pistachos, seguidos de aguacates, nogales y castaños, e incluso manzanos, según cada comunidad autónoma.

En España ya hay 5,3 millones de hectáreas (ha) de cultivos leñosos -más o menos 2,6 millones ha de olivar, 1,3 millones ha de frutales no cítricos, el almendro con 1 millón de ha, 1,1 millones de ha de viñedo y 300.000 ha de frutales cítricos- y sí que considero que son de gran importancia para el futuro de la agricultura y economía española. El olivar en concreto es la esencia de estos cultivos y el aceite es básico en nuestra cultura gastronómica. Es otra manera de entender la salud y la cultura culinaria a nivel nacional e internacional, y cada vez se consumen menos aceites de otras frutas o semillas, por lo que el aceite de oliva tiene mucho potencial de crecimiento todavía.

¿En qué medida apuesta por la agricultura digital y de precisión? ¿Para qué facetas del trabajo agrícola considera más necesario introducir las nuevas herramientas tecnológicas que están llegando al mercado?

Sí que apostamos por la agricultura de precisión y digital, y mucho. Desde el principio introdujimos en nuestra almazara y olivar nuevas tecnologías que, aparte de mejorar los procesos, la calidad del producto y el rendimiento, son decisivas para la sostenibilidad del olivar y su tierra, y nos permiten participar en la mejora medioambiental y, en estos tiempos que corren, afrontar mejor el cambio climático. Nos vamos adaptando, evolucionamos y creemos en la modernización agraria; nos tecnificamos considerando que es la forma de producir del futuro para ser más competitivos dentro y fuera del país.

Existe hoy día una creciente demanda de alimentos producidos de manera más sostenible, y, ante la demanda, aparece el cambio en la forma de producir alimentos en general provocando una revolución en el sector agrario introduciendo electrónica.

Confiamos en el impulso de buenas prácticas por parte de todos los agricultores para avanzar, poco a poco, hacia la adopción generalizada de este tipo de gestión agrícola más moderna. Son muchas las tecnologías que hacen posible la agricultura de precisión en la práctica y nosotros no utilizamos todas. En nuestra “olivicultura de precisión” entendemos que cada parte del olivar tiene unas necesidades diferentes y su análisis no puede ser únicamente humano, sino que ciertas herramientas tecnológicas son las que nos permiten optimizar recursos y esfuerzos, crear sinergias, ser más eficientes y producir de manera más sostenible, competitiva y con mayor respeto medioambiental. Con ella tratamos de actuar exactamente donde es necesario.

Utilizamos tecnologías de información en todo el proceso de cultivo de nuestras aceitunas a lo largo de todo el año. Según la época y el desarrollo vegetativo de las plantas, tiene mayor o menor importancia su medición a la hora de tomar decisiones. Contamos con dispositivos de captación de datos del suelo, clima y maquinaria, como son, entre otros, los sensores de vegetación, que miden ópticamente el vigor de los cultivos, y sensores de cultivo fijos, que son redes de sensores instalados en campo para registro continuo de la humedad del suelo, de la planta, insolación, pluviometría, temperaturas, CO2 y oxígeno. Nuestros sistemas de teledetección son con drones e imágenes por satélite, para captar información del cultivo, el suelo, o el clima, incluso de los animales, y utilizamos bases de datos externas (meteorológicas, de riego, parcelarias). Y tenemos caudalímetros para el control del agua de riego y dosificación de abonos, ambos por control remoto.

Además, complementando esta agricultura de precisión apostamos por la agricultura digital, ya que es vital para el análisis, predicción, modelización y automatización de todos nuestros procesos, para la optimización de recursos y para facilitar la toma de decisiones. Toda la información que vamos recogiendo la almacenamos de manera eficaz y la analizamos de manera más exhaustiva.

Estas técnicas, esta filosofía, nos ayudan a seguir produciendo alta calidad y generando riqueza medioambiental y social. También nos permite realizar una mayor trazabilidad de los productos y proporcionar al consumidor información muy veraz que le ayude a decidir mejor sobre su compra si se basa en criterios de cercanía y/o sostenibilidad, tan a la orden del día, porque han aumentado las exigencias, intereses y conocimientos de la mayoría de los consumidores, nacionales e internacionales.

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¿Cómo se compagina la propia actividad agraria con la comercialización de sus producciones?

Gracias a la estructura comercial que hemos creado, compaginamos fácilmente la producción y la comercialización de nuestros productos. Los comercializamos de diferentes maneras en función del cliente al que van dirigidos. No vendemos en “mercados de productores” ni hacemos venta directa presencial en nuestras instalaciones. Vendemos a distribuidores, importadores, grupos de consumidores y al público en general, pero a estos últimos solo por teléfono, email o internet -nuestra tienda online en la web- porque no tenemos tiendas físicas. Sí que apostamos por la venta de nuestros productos en establecimientos locales, pero sin prescindir de distribuidores.

La venta directa del agricultor al consumidor es la fórmula que reclama la sociedad ante el abismo de precios que hay desde el campo hasta el comercio y muchas veces por la pérdida de calidad sufrida en la entrega de algunos productos. En nuestro caso no es complicado compaginar ambas actividades, por cómo estamos organizados.

La venta directa al consumidor, ¿es una estrategia de negocio que debería potenciarse aún más en las explotaciones agrícolas? ¿En qué tipo de cultivos puede ser más factible prescindir de los intermediarios?

Cada vez se aprueban más medidas por parte de las Comunidades Autónomas para diversificar la renta agraria y poder ofrecer productos de proximidad directamente a los consumidores. Con ellas, los agricultores se beneficiarán de mejores precios, un mayor rendimiento económico, y el consumidor podrá adquirir alimentos frescos y de temporada directamente en las instalaciones de los productores, por internet o en los establecimientos locales cercanos y les hará sentir más dueños de su alimentación. Es verdad que así se establece una mayor y mejor relación de confianza entre el productor y el consumidor, pero depende del tipo de productor y productos que ofrezca. En nuestro caso hoy, no es del todo aplicable y/o novedosa, y/o extra beneficiosa, por el tipo de productos que ofrecemos (hay una lista específica de productos bajo el amparo de estas nuevas leyes de comercialización directa, entre los que no estamos) ni por la red de comercialización que hemos creado. Cumplimos con toda la normativa para poder comercializar directamente y lo llevamos haciendo ya años de forma eficiente y fluida, y con una muy buena progresión.

Es una estrategia que, además de lo mencionado, fideliza al consumidor hasta el punto de convertirlo en un agente publicitario, aumenta el protagonismo de los productos primarios y favorece la liquidez económica, por lo que sí, estaría bien que se potenciase más en las explotaciones agrícolas españolas, aunque, bajo nuestro punto de vista, sin desechar la amplia y gran labor de los intermediarios en las ocasiones pertinentes.

Siempre será más fácil comprar productos frescos locales directamente a productores o tiendas cercanas que en diferentes provincias, porque el producto puede sufrir mermas de calidad en los trayectos. Para que aguanten más, puede que no se han recolectado en el momento óptimo de maduración y por ello pueda bajar la calidad, entre otros ejemplos. Pero si hay una buena cadena logística, este tipo de comercialización es siempre buena opción. Otras veces ocurre que, para venderlo e incluso transportarlo, hay que hacerlo en combinación con otros productos que se escapan del control de los productores, por lo que es necesario que haya un intermediario que no solo llegue a muchos más clientes a los que podría llegar el propio productor, sino que al tener establecida una mejor red logística y administrativa simplifica, economiza y mejora todo el proceso de comercialización.

Por tanto, para considerar que sea más factible prescindir de intermediarios no determinaría tanto el tipo de cultivo sino, primero, el tipo de producto (porque no es lo mismo el producto fresco que el envasado al vacío, en conserva, etc… y, además, hay que tener en cuenta las fechas de consumo preferente o caducidad) y después, la capacidad y beneficio que pueda aportar cada intermediario en diferentes situaciones y momentos vitales de la empresa productora.

¿Qué le parece, en líneas generales, la filosofía de la nueva PAC? ¿Hasta qué punto cree que estas ayudas pueden influir en la configuración del modelo de agricultura que habrá en nuestro país dentro de unos años?

En líneas generales, la filosofía de la nueva PAC me parece razonable. Un marco legal estable que dure varios años y todas las ayudas que se puedan obtener para desarrollar nuestra agricultura, hacerla rentable, competitiva y sostenible en términos medioambientales, económicos y sociales, o sea, que proteja el medioambiente, el bienestar animal y los derechos de los trabajadores, y que reconozca la necesidad de que las importaciones cumplan con los mismos estándares sanitarios y medioambientales que la producción comunitaria de acuerdo con las normas comerciales internacionales, son siempre bienvenidas (no solo para producir, sino también para cuidar del campo español, aunque eso lo han restringido un poco más).

En líneas generales, las medidas de la nueva PAC van más encaminadas al impacto medioambiental y social que antes para hacer un uso más eficiente de los recursos naturales de cara al cambio climático que vamos experimentando -aunque exigen menos de lo que pedían las organizaciones ecologistas- y para proteger más a los trabajadores del campo. Es verdad que la agricultura española requiere apoyo para acercar su rentabilidad a la de otros sectores económicos, pero el imponer ahora más exigencias ambientales, limitaciones por explotación (por volumen de producción o superficie) sin conocer el impacto que pueda tener para los más de 700.000 agricultores y ganaderos españoles que somos, complica el escenario que abordar, ya que en este nuevo periodo tenemos 5.000 millones de euros de fondos menos (al haber menos ingresos en la UE).

Corresponde al Gobierno crear un entorno favorable y facilitador que permita, entre otras cosas, la modernización del sector. Yo le exigiría más diálogo con los representantes de los agricultores y ganaderos, en un debate tranquilo, para que nadie pierda y sea factible la implantación, no ideológica o casi imposible de cumplir como ha ido siendo hasta ahora.

No se pueden dar respuestas categóricas a estas preguntas. Creo que será complicado el reparto de ayudas al haber menos presupuesto y que será complicado cumplir si hay más exigencias. Lo que va a influir realmente en la configuración del modelo de agricultura española creo que será nuestra capacidad para adaptarnos, nuestra forma de competir y comercializar en cuanto realmente participemos todos en el proceso de transformación que nos exigen. También es cierto que el sector ha ido demostrando que ha ido alcanzando a lo largo de los años mucho del elevado compromiso que nos han ido imponiendo y que la nueva propuesta es motivadora, porque los ecoesquemas, el agricultor activo, las ayudas a jóvenes agricultores, a mujeres, etc… son medidas incentivadoras, por ejemplo. Esperemos estar a la altura de las exigencias y que se cumpla lo propuesto en la PAC.

Todavía hay muchos flecos técnicos por cerrar en esta nueva PAC y no se implantará de golpe. Las ayudas directas llegarán antes y habrá más retraso en mucho de lo que concierne al desarrollo rural (España tiene una larga tradición de aplicar de manera muy prudente los acuerdos de la PAC y de cumplir con el “mínimo sindical”). Además, no están fijadas definitivamente las reglas medioambientales que van a tener que cumplir los Planes Estratégicos Nacionales.

Pero aprovecho para añadir que el objetivo de un desarrollo agroambiental sostenible no puede alcanzarse únicamente mediante la PAC, por importante que sea la contribución posible y necesaria de dicha política. Debe haber ayudas del Estado y otros fondos, como FEADER, y mejoras en las políticas fiscal, territorial y regional, social, educativa…

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"Lo que va a influir realmente en la configuración del modelo de agricultura española creo que será nuestra capacidad para adaptarnos, nuestra forma de competir y comercializar en cuanto realmente participemos todos en el proceso de transformación que nos exigen"

¿Qué condicionantes tiene en estos momentos la actividad agrícola en su zona y cuáles serían los principales obstáculos que encuentran los agricultores en el desarrollo de su profesión?

En España tenemos una gran diversidad de situaciones que hacen muy difícil una solución consensuada óptima para todos y las posiciones defendidas por las distintas comunidades autónomas responden a esta diversidad. Veo necesaria una guía consensuada entre todas las regiones y los partidos políticos, para una convergencia real, aunque siempre será difícil que apoye y beneficie a todos. A mi juicio, los objetivos nos marcan el camino hacia donde debemos movilizar todos los esfuerzos disponibles, pero son un arma de doble filo y no todos vamos a estar contentos siempre.

En nuestro caso concreto y en nuestra Comunidad, nos imponen condiciones y nos encontramos con obstáculos en todo el ámbito referente al medio ambiente, cambio climático y la buena condición agrícola de la tierra. Recibirán ayudas los agricultores activos, los que ejerzan prácticas agrícolas beneficiosas para el clima y el medio ambiente y los jóvenes agricultores. También aquellos que exploten ciertos cultivos, entre los que no estamos. Para el desarrollo rural, las ayudas serán para la reforestación y creación de superficies forestales, para quienes fomenten el pastoreo, la apicultura y las plantas aromáticas, para quienes aporten en la mejora de la biodiversidad, para los que protejan con sus cultivos la erosión del suelo y para los que mantengan su agricultura ecológica o la conviertan.

El tiempo de cumplimiento de las condiciones dependerá del cultivo, del tipo de ayuda obtenida y del plan de reestructuración al que se haya acogido cada uno y es en la sostenibilidad donde el agricultor puede tener problemas, porque no es ni fácil ni barato reconvertir, reestructurar, y, menos, mantenerlo en el tiempo.

Cambiando de tercio y centrándonos en el olivar, ¿qué variedades de olivo cultiva y qué características diferenciadas de manejo tienen en cada caso?

Nosotros cultivamos principalmente la variedad Picual, seguida de Arbequina, y llevamos varios años cultivando otras variedades en una parcela experimental con 36 variedades diferentes, entre las que, por ahora, vamos a apostar por la Arbosana.

La variedad Picual es autóctona de la región de Andalucía y la Arbequina es de la de Cataluña, pero gracias a las excelentes condiciones de suelo y clima de nuestro campo en Ciudad Real, y gracias a la extraordinaria labor que hacemos en el cuidado y atención de nuestro olivar, se desarrollan en él de manera magnífica, única y singular.

Nuestros olivos en general son de floración media, maduración precoz, productividad alta, fornidos, longevos y de buena regularidad; poco veceros, gracias al riego y la recolección temprana, entre otras técnicas que aplicamos. Los de variedad Picual son de pequeño tamaño y porte abierto, densidad vegetativa espesa, copa ancha irregular, extendida, de perímetro entre 1,5-3m, de desprendimiento fácil de la aceituna y con ramas gruesas, retorcidas, nudosas y curvadas. Los olivos de Arbequina son de vigor medio-bajo, porte abierto (aunque lo tenemos en seto) densidad media, con desprendimiento más difícil de la aceituna y de ramas finas y flexibles. El tamaño de los frutos es distinto, siendo la aceituna Picual más grande que la Arbequina. Y ambas variedades de olivo son de tronco grueso, ancho en la base y comprimido; de corteza gris finamente fisurada, con hendiduras; y de buen enraizamiento, con raíces poco profundas que abarcan igual o más que el perímetro de la copa.

La variedad Picual la tenemos cultivada en sistema intensivo y la Arbequina en superintensivo, por lo que el manejo de cada una es muy diferente.

El sistema intensivo de la variedad Picual lo tenemos con riego por goteo con olivos de un solo pie colocados en marcos de 7×4 metros con una densidad de 358 árboles por hectárea, que nos facilita: la recolección mecanizada con buggies; el control, la nutrición y la poda del olivar; el no herir a los olivos durante la campaña de recogida y; alargar la vida útil de las plantas. Podamos las ramas bajas, para obtener forma de árbol de un pie con tres a cinco ramas principales, y cuidamos mantener el centro abierto, para la que penetren el agua y la luz sin dificultad (por eso no tiene forma esférica, que podría ser más bonita visualmente, como decoración)

La Arbequina que tenemos en sistema superintensivo nos está dando muy buen resultado. Consta de hileras de olivos muy jóvenes con disposición en seto, de densidad de 1.850 árboles por hectárea, con una separación entre olivos de 1,35m y calles de 4m. La vida útil de las plantas depende de muchos factores, por lo que transcurrido su periodo de productividad las renovaremos. También está dotado de riego automático y en este caso la recolección de aceitunas es mecanizada con cosechadoras.

¿Qué ventajas ofrecen los sistemas intensivo y superintensivo con respecto al olivar tradicional?

En el sistema intensivo las ventajas respecto al sistema tradicional son los menores costes de recolección por la mecanización de la recogida y menores costes de producción por la mayor densidad de árboles por hectárea, y el sistema superintensivo tiene aún menos costes en ambos casos.

Las variedades de aceituna determinan el tipo de sistema a utilizar, porque no todas las variedades son aptas para cada sistema. A la hora de determinar el sistema a utilizar tendremos en cuenta las variedades que tengan unas características ergonómicas, como la flexibilidad de sus ramas, y de desarrollo vegetativo.

¿Cuál es el manejo del suelo que practican y qué importancia tiene para el cultivo y la calidad final de la cosecha?

Ponemos especial atención en los cuidados de nuestro olivar (suelo y olivos) para mantener su normal crecimiento y buena producción, y mantener la calidad final del aceite producido, por lo que controlamos la salud y evolución del olivar (suelo y vuelo) a lo largo del año con un seguimiento exhaustivo de todo el proceso de cultivo (riego, nutrición y poda) junto con personal técnico especializado y experimentado (ingenieros agrónomos) y registramos cada paso porque nos permite un mejor y mayor control de la trazabilidad de todo el aceite que producimos y envasamos.

Analizamos y observamos el perfil del suelo de cada zona del olivar (aspecto físico, textura, presencia de piedras, estructura, porosidad, capacidad de almacenamiento de agua, densidad, consistencia, color, temperatura, materia, reacción, salinidad, cantidad de microorganismos…) porque nos es muy útil para mejorar la toma de decisiones sobre el mismo olivar y la campaña en general, y para después conseguir esa alta calidad de producto final que elaboramos.

Nuestro sistema de suelo es de laboreo bajo el olivo y no laboreo en las calles, conservando el forraje natural y espontáneo de la tierra. Tenemos en cuenta cómo influyen estas prácticas en la producción del olivo y en el medioambiente según aspectos tan diferentes como:

  • La absorción del agua y su conservación, por el aumento/disminución de la humedad en el suelo.
  • La degradación de la estructura general del suelo y la disminución/aumento del riesgo de erosión del mismo.
  • La disminución/aumento de la materia orgánica o de los residuos vegetales/animales frescos, en descomposición o descompuestos, y con ello la ganancia/pérdida de nutrientes.
  • La facilidad para contraer enfermedades, según sus propiedades absorbentes.

Y, como no, lo que influye todo lo mencionado en la determinación de la calidad de nuestro producto final: aceituna sana, nutritiva y fresca.

Proporcionamos a los olivos la cantidad adecuada de elementos nutritivos que no pueda obtener de manera natural y deba consumir a lo largo de su ciclo vegetativo, según la fertilidad del suelo y las características físico-químicas en ese momento, y según las reservas de nutrientes contenidas en los tallos y hojas viejas. Para ello, establecemos un programa de abonado racional, con abonos de distinta concentración de nutrientes, según las necesidades nutritivas y el ritmo de absorción de los mismos a lo largo de las distintas fases vegetativas del olivo.

El olivo es por naturaleza poco exigente respecto al suelo, pero tiene ciertas necesidades nutricionales para desarrollar nuevos órganos vegetativos, como raíces, tallos, brotes y hojas, y para que crezcan los antiguos, como el tronco y las ramas. Por tanto, los análisis del suelo y foliares previos nos proporcionan una referencia sobre el estado nutritivo del olivar, muy válido como guía para el cálculo del abonado. Nutrimos el olivo porque durante la brotación y floración, el tronco y las ramas exportan nutrientes a otras partes del olivo para más adelante recuperarlos del suelo, y porque, desde las hojas viejas, se produce un trasvase de elementos nutritivos hacia los nuevos órganos que brotan, ya que éstas se caen.

Aparte contamos con los nutrientes naturales provenientes de las inflorescencias, botones florales, hojas viejas y frutos caídos al suelo durante el proceso de floración y cuajado, porque suponen una reincorporación de nutrientes al suelo que, a medio y largo plazo, son aprovechados por el olivo.

Y podamos las ramas de los olivos, siempre de forma controlada y respetuosa con el medio ambiente, para aclarar o rebajar, y así equilibrar el crecimiento y la fructificación, acortar el período improductivo y alargar el productivo, y revitalizar el olivo (evitamos envejecerlo prematuramente). Hay una época, unos turnos y una periodicidad para la poda, dependiendo de la razón para la que se pode, y los restos de poda los reutilizamos como parte de abono natural.

El clima y la localización proporcionan a los olivos el oxígeno, la luz solar, la temperatura (tiempo de frío), el agua y los nutrientes naturales necesarios para su correcto desarrollo, aunque en ciertas áreas y en determinadas ocasiones ayudemos con riego programado y/o abono.

En resumen, una buena agronomía involucra todas las actividades para el manejo y mantenimiento de la plantación. Es conveniente diseñar un plan de manejo integral teniendo en cuenta todos los factores que pueden causar disminución en la producción e incurrir en costos.

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