Alba en Ribera: la historia de una hija y un padre que hicieron del vino su forma de vida
En el corazón de la Ribera del Duero, en pleno triángulo de Olmedillo – Roa – La Horra, surge un proyecto joven con alma inconformista: Alba en Ribera, fundada por Alba Abiega. Desde sus orígenes, la bodega ha apostado por la agricultura ecológica, el respeto absoluto por la viña y una filosofía clara: elaborar vinos auténticos, elegantes y sin artificios. Con el cuidado extremo como bandera y la convicción de que cada detalle importa, Alba Abiega se ha abierto paso en una de las zonas más prestigiosas del vino español, ofreciendo al consumidor un perfil desenfadado y sincero que refleja la identidad de su tierra.
El sueño familiar que se convirtió en vino
Nacida en La Rioja y criada entre viñedos, Alba Abiega reconoce que su historia “está inevitablemente ligada al vino”. Creció con un padre que ha dedicado toda su vida profesional al vino, “incluso mi fecha de nacimiento, un 28 de septiembre en plena vendimia, parece escrita por el destino”, dice la fundadora de la bodega.
Aunque su carrera profesional se desarrolló durante más de veinte años en otros sectores, entre los que se incluye la automoción de la mano de Tesla, siempre existió un hilo conductor: liderar proyectos y lanzar nuevas ideas. “Al volver a España sentí que era el momento de cumplir un sueño y reencontrarme con aquello que siempre me ha hecho sentir bien: el campo, la naturaleza y los productos auténticos”, explica, “y así nació Alba en Ribera”.
Una bodega con alma inconformista
Desde su creación, Alba en Ribera ha apostado por la agricultura ecológica y el respeto absoluto por la viña. El proyecto se ubica en el corazón de la Ribera del Duero, en el triángulo formado por Olmedillo, Roa y La Horra, una de las zonas más codiciadas por la calidad de sus uvas.
“En Ribera se habla mucho de la milla de oro, pero el verdadero tesoro está en el triángulo Olmedillo–Roa–La Horra, donde se encuentran nuestros viñedos”, explica. “Las uvas de esta zona son conocidas por su acidez natural, equilibrio y calidad excepcional; muchas bodegas de la milla de oro compran aquí sus uvas año tras año”.
Elegancia y disfrute como filosofía
Alba Abiega resume el estilo de la bodega en dos palabras: elegancia y disfrute. “Nuestra propuesta y nuestros vinos son simplemente diferentes. Conectan con la emoción del consumidor al hacerle parte de un proyecto que nace de la fuerza de sueños compartidos entre un padre y una hija”.
A partir de ahí empieza el disfrute visual con la etiqueta, pues el diseño también forma parte del mensaje: “La etiqueta da seguridad y confianza con su cápsula de damero y un rosetón del siglo XIX rodeado de hojas de vid en naranja, que le da fuerza y alegría”.
En cata, los vinos destacan por su frescura y equilibrio. “Nuestra filosofía de plantación es clara: pocas uvas y muy pequeñas, o lo que es lo mismo, calidad frente a cantidad”, detalla. “En boca el vino es elegante y fácil de disfrutar porque no peca ni de exceso ni de defecto, con la crianza justa en barricas de roble francés”.
En este sentido, la bodeguera tiene claro que elaboran vino pensando en el consumidor final, “que no tiene por qué entender o estar interesado en fermentaciones, clarificaciones o barricas”. Por ello, suelen decir que “ya le damos nosotros mil vueltas a la cabeza para que el consumidor no le tenga que dar ninguna”.
Así, tiene claro que sus vinos son para acompañar los diferentes momentos de la vida y disfrutar: “Una apuesta segura para nuestros clientes, tanto si tienen 70 años como si tienen 23 porque son vinos que no exigen ser entendidos, sino vividos”, dice convencida y orgullosa.
Cuidado extremo en cada detalle
La bodega defiende una elaboración sin artificios, basada en la observación y el respeto. “Todo empieza en el viñedo, que es nuestro verdadero tesoro”, apunta Abiega. “Cada cepa se trata de forma individual, observando su evolución durante todo el año. Ajustamos la poda, la carga de racimos o el momento de vendimia según las necesidades de cada planta”.
El control del tiempo entre la vendimia y la llegada de la uva al depósito es otro ejemplo de ese perfeccionismo. “Nuestro objetivo es que nunca pasen más de 90 minutos. Ese detalle marca la diferencia en frescura y calidad aromática”.
En la selección de barricas no dejan nada al azar. “Usamos exclusivamente roble francés, y solo aquellas que aportan equilibrio sin enmascarar la fruta. Son decisiones pequeñas, pero sumadas definen nuestro estilo: vinos precisos, elegantes y hechos con mimo, sin prisa y sin artificios”.
En esta linea, Abiega rechaza modas y florituras: “No buscamos ser los más modernos ni anclarnos en el pasado. Hacemos lo que creemos que garantiza la máxima calidad”. Incluso en cuestiones logísticas, su enfoque es práctico. “No vendimiamos en cajas —aunque quede más bonito en las fotos— porque nos parece un método ineficiente y poco higiénico. Lo importante es que la uva llegue rápida y fresca a bodega”, señala. Tampoco hacen vinos naturales “porque son muy volátiles y arriesgados para el consumidor”. La bodeguera tiene claro que “en Alba en Ribera el cliente sabe que tiene una apuesta segura, un gran vino en el que puede confiar”.
Y, sobre todo, desea que cada botella transmita su pasión: “Quiero que disfrute, que pruebe el vino y piense: ‘qué vino más rico’. Que sienta la tranquilidad de tener entre sus manos un producto cuidado al detalle, hecho con pasión y sin prisa. Que tenga la certeza de que dentro de cada botella hay solo lo mejor”.
Viticultura ecológica y compromiso con la tierra
La finca se trabaja de forma ecológica, sin pesticidas ni fertilizantes químicos. “La viticultura ecológica es un reto constante: te hace más vulnerable a enfermedades y encarece notablemente el mantenimiento”, reconoce. “Pero para nosotros la finca es nuestro jardín botánico, y solo funciona si hay un compromiso real de mimo extremo, observación continua y anticipación. La recompensa está en los suelos, que al estar más vivos transmiten una mayor complejidad de nutrientes. Las uvas son más sanas y expresivas, y eso se nota en el vino”.
Visión larga, paso corto
En 2024, Alba en Ribera celebró su primer aniversario y el lanzamiento de su primer vino, Alba Abiega desde Zero, del que elaboraron 38.000 botellas. “Nuestra prioridad ahora es ampliar nuestras hectáreas de viñedo, porque ahí está la verdadera magia de nuestros vinos”, señala. “Además, es una inversión estratégica, ya que la Denominación de Origen Ribera del Duero limitará nuevas plantaciones a partir de 2026”. A medio plazo, quieren consolidarse como una marca reconocida por su “calidad, autenticidad y saber hacer”. Así lo resume la fundadora: “Que nuestro vino acompañe momentos tan diversos como una tarde de lectura, una cena con amigos o una gran celebración”.
Los próximos hitos incluyen la presentación de un crianza y un vino de autor en 2026, así como el inicio de la exportación. “Cuando creas una empresa desde cero, todo puede ser un desafío o una oportunidad, según cómo se mire. Nosotros seguimos una filosofía muy clara: visión larga y paso corto o, como dirían en el Atlético de Madrid, partido a partido”.








