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El sector del aceite de oliva libanés cuenta con el viento a favor, pero necesita acometer un proceso de modernización y contar con un mayor apoyo gubernamental

El sector oleícola libanés: una roca sólida para confrontar la crisis económica más dura en la historia reciente del país

Milad Riachy, Investigador Lebanese Agricultural Research Institute07/12/2023

El olivo fue domesticado principalmente en el este del Mediterraneo hace al menos seis milenios. El Líbano, un pequeño país de la costa oriental del Mediterráneo, es probablemente uno de los países donde esté el origen del olivo. La presencia de varios opulentos olivos centenarios que aún crecen y producen dan testimonio de la importancia de este majestuoso árbol a lo largo de los siglos. En realidad, el olivo en el Líbano, y debido al clima mediterráneo y al suelo fértil, tiene una profunda importancia tanto cultural como económica. Las aceitunas, el aceite de oliva y otros productos del olivo han desempeñado un papel fundamental en la cultura de muchos agricultores y en la cocina y las tradiciones culinarias del país. Más allá de sus usos culinarios, las aceitunas y el aceite de oliva también tienen una importancia económica sustancial, ya que sirven como productos agrícolas vitales.

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Los olivos ocupan en el Líbano un total de 61.000 hectáreas, lo que representa alrededor del 23,5% del total de la superficie agrícola y casi el 5,4% del territorio del país. Los olivares se extienden en llanuras, colinas y montañas de hasta 1.200 metros, y están distribuidos de la siguiente manera: 41% en el Norte del país; el 21% en Nabatiye; 15% en el Sur; 13% en el valle de la Bekaa y 10% en el Monte Líbano.

Sin embargo, los oleicultores y teniendo en cuenta la naturaleza resistente del olivo siguen plantando la mayoría de los olivos en secano. El 90% de los olivares esta plantado con dos variedades muy antiguas de la zona denominadas 'Baladi' (70%) y 'Soury' (20%). Cada una de ella cuenta con una gran variabilidad debido a variaciones clonales a lo largo de los años, y que aún no está completamente caracterizada. El resto (10%) incluye otras variedades del Líbano como ‘Ayrouni’, ‘Smoukmouki’ y 'Shtaiwi’; variedades de países vecinos como la ‘Nabali’ de Jordania, ‘Chami’, ‘Daabli’, ‘Edlbi’ y ‘Zaity’ de Siria; y, de otros países tal como 'Manzanilla' y 'Arbequina' de España, ‘Koroneiki’ y ‘Kalamata’ de Grecia, ‘Coratina’, ‘Frantoio’ y ‘Pendolino’ de Italia y ‘Picholine Maorcaine’ de Marruecos.

Una suma de 13 millones de olivos produce alrededor de 70 a 200 mil toneladas con una variación enorme de un año a otro debido principalmente a problemas de vecería y accidentes climáticos (heladas, granizo, sequia prolongada, vientos muy secos y fuertes, etc.). Más del 70% de la producción total se destina a la producción de aceite de oliva y el resto se consume como aceituna de mesa. La producción nacional de aceite de oliva está aumentando y ha alcanzado últimamente las 25.000 toneladas. En cuanto a las exportaciones, el Líbano ha estado entre los 20 principales exportadores de aceite de oliva a nivel mundial durante al menos las últimas dos décadas, alcanzando las 10.000 toneladas con un valor de alrededor a los 23 millones de dólares en 2020. Las exportaciones se dirigen principalmente a regiones con gran diáspora libanesa, como América del Norte, la UE, el Golfo, los países latinoamericanos, Australia y Nueva Zelanda.

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En general, los agricultores libaneses escogen las tierras con fácil acceso, fértiles y con posibilidad de riego para plantar árboles frutales, vid, y verduras; y, dejan las tierras marginales para plantar los olivos debido a que éste, con su naturaleza resistente, puede prosperar en tierras y condiciones áridas. Además, son pocos los oleicultores convencidos de que el olivo necesita cuidado en términos de manejo del suelo, poda, fertilización, riego y tratamientos contra plagas y enfermedades, lo que incrementa los problemas de vecería y reduce la calidad y las cantidades producidas. Por ello, desde hace tiempo, el cultivo del olivo es muy tradicional y los olivares se fueron abandonando. Sin embargo, la gran crisis económica que asola al Líbano y la depreciación de la moneda libanesa y, en consecuencia, el valor de los salarios, así como la pandemia del Coronavirus, han obligado a mucha gente a regresar a sus pueblos a trabajar en la agricultura y, sobre todo, en el sector oleícola. Esta gente se ha encontrado muy apegada a su tierra y ha empezado a buscar nuevas tecnologías o antiguas tradiciones de cultivo para bajar los costes y al mismo tiempo mejorar su producción. La cubierta vegetal como alternativa al abono químico, que se ha encarecido sustancialmente, la introducción de gallinas en el olivar para reducir el uso de insecticidas contra la mosca del olivo, las herramientas de poda y de cosecha mecánica, el buen manejo de riego para incrementar el uso eficiente del agua, etc., son algunos ejemplos.

Características de la campaña en el Líbano

La temporada de cosecha en el Líbano tiende a durar alrededor de dos meses por región de cultivo y requiere de seis a siete horas diarias de arduos esfuerzos. Eso es debido al hecho de que la mayoría de la cosecha sigue siendo manual y, muchas veces, utilizando varas de madera o de plástico, aunque varios oleicultores empiezan a utilizar vareadores eléctricos o a gasolina. Este tipo de maquinaria tiene mucho éxito porque es ligera y muy fácil de operar, y porque la mayoría de los olivares son en pendientes o incluyen olivos muy viejos que no se pueden recoger utilizando otro material como vibradores de tronco o vibradores a paraguas invertidos. Además, los vibradores necesitan una poda muy específica para que sean eficientes y todavía no se sabe mucho de esta poda en el país. A pesar de que algunos inversores empiezan a plantar olivos en seto utilizando en general la variedad ‘Arbequina’, aún no hay cosechadoras cabalgantes en el Líbano. Por otro lado, muchos de los productores empiezan a remplazar los sacos de plástico o de arpillera utilizados desde siglos para transportar las aceitunas de sus campos a la almazara por cajas de plástico perforadas, lo que contribuye también a mejorar la calidad del aceite.

El procesamiento postcosecha de las aceitunas se lleva a cabo en la mayoría de los casos en sistemas de prensas (más del 80%) que se encuentran distribuidos por los pueblos; y en sistemas de decanter de 3 y de 2 fases. También se puede encontrar el sistema Sinolea en el sur del país. Las prensas son el modelo que preservan la tradición ancestral y cuentan con el favor de los oleicultores libaneses porque les consideran como los únicos que producen aceite en frío, y donde se pueden seguir a las aceitunas a lo largo de todo el proceso. En general, los aceites producidos por el sistema de prensa son muy agradecidos por los consumadores libaneses por su aspecto turbio, su textura densa y su olor rancio. Es verdad que estos aceites pueden ser clasificados desde el punto de vista analítico como aceites de oliva virgen extra; sin embargo, fallan desde un punto de vista organoléptico porque llevan el sabor y el olor de los capachos utilizados en este sistema. Por otro lado, el sistema continuo, basado en técnicas modernas como la centrifugación hecha por el decanter y la centrífuga vertical en el lugar de las fuerzas mecánicas producidas por las prensas, es capaz de producir aceites de alta calidad que sea competitivo en el mercado internacional, siendo testigo el hecho de que el Líbano figura con orgullo entre los principales productores de aceite de oliva virgen extra del mundo.

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El consumo de aceite de oliva marcado por la crisis económica

El consumo de aceite de oliva en el Líbano se encuentra alrededor de las 20.000 toneladas por año, con 3,5 litros de aceite per cápita. Sin embargo, el precio del aceite de oliva ha ido aumentando gradualmente desde que estalló la crisis económica hace tres años, por lo que muchos libaneses ahora lo ven como un producto de lujo y sólo compran pequeñas cantidades.

En cuanto a los productores libaneses, éstos pueden ser clasificados en tres categorías:

1) Familias tradicionales: cultivan sus olivos de manera tradicional en pequeñas parcelas de menos de 2 hectáreas y producen su aceite mediante métodos rústicos transmitidos de generación en generación. Estos productores son bastante reacios a innovar y no se preocupan por los estándares de calidad.

2) Fabricantes: compran aceitunas de diferentes agricultores y las procesan en grandes cantidades y venden el aceite bajo una o varias marcas. Esta categoría está contribuyendo mucho al incremento del precio del aceite porque compran el aceite directamente en el olivar a precios muy alto. Invirtiendo las tradiciones, capacitan a los agricultores en técnicas modernas para aumentar su rendimiento e invierten en líneas de procesamiento automatizadas. Si la cosecha es mala tienden a mezclar aceites libaneses con otros importados, especialmente de Siria o de Túnez. Se centran en la cantidad, pero respectan los estándares internacionales de calidad para la comercialización y la exportación.

3) Los productores recién llegados: producen aceite de oliva como hobby junto con una actividad más rentable. Cuestionan algunas tradiciones que no permiten que se cumplan los estándares internacionales de calidad del aceite de oliva virgen extra. Frecuentemente recogen las aceitunas aún verdes, antes de la temporada de lluvias, y las procesan lo más rápido posible en almazaras modernas. Tienen costes de producción elevados y la pasión a menudo prevalece sobre la rentabilidad.

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Como el primer grupo es el más grande y el más productivo, la mayoría del aceite de oliva producido en el Líbano no cumple ninguna norma de calidad, etiquetado o certificación. Existen criterios de calidad obligatorios establecidos por el Instituto Libanés de Normas (LIBNOR) en 2010, y actualizado a menudo, pero la mayoría de los productores tradicionales no los cumplen. Sin embargo, el mercado nacional del aceite de oliva es muy estrecho porque cada uno en el Líbano tiene un familiar o un amigo o una amiga que produce aceite de oliva. Eso significa que las familias libanesas compran el aceite de su red cercana, y no basándose en la calidad. Hace unos años la demanda de aceite a granel representaba casi el 80% del total, mientras que el aceite con marca propia el 20% restante. Hoy en día, la generación más joven prefiere esta última opción, por lo que la demanda de granel cayó a casi el 50%. La demanda de hoteles, restaurantes y servicios de catering es importante, sin embargo, varía mucho de un año a otro, ya que se ve muy afectada por el turismo.

El aceite libanés en el punto de mira internacional

A nivel internacional, desde los años 90 se han puesto en marcha diversos programas de ayuda para desarrollar el sector del aceite de oliva libanés y mejorar la calidad de los aceites de acuerdo con las normas internacionales. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAid), la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) con Daman Olive 2, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano con L'Olio del Libano 3 y la Agencia Europea de Cooperación Técnica y Desarrollo (ACTED) han invertido millones de euros en el Líbano, en particular para la instalación de modernas almazaras.

Por último, en el mercado internacional, los desafíos son bastante distintos. El país de los Cedros exporta su aceite de oliva a países con una gran diáspora libanesa, pero, fuera de este nicho, el aceite de oliva lucha por conquistar otros mercados, porque su precio no es muy competitivo respecto a otros competidores mediterráneos y la reputación de los aceites libaneses aún está por consolidarse. Una industria organizada permitiría promocionar el aceite de oliva libanés a nivel nacional e internacional.

De origen fenicio, los libaneses ciertamente no les falta el espíritu empresarial. A falta de iniciativas colectivas o gubernamentales, muchos productores intentan innovar individualmente o introducir historias de éxito en el sector, tanto en la producción como en la distribución. Por ejemplo, algunos han introducido en el mercado aceites ecológicos a granel; otros, aceites de variedades extranjeras pero plantadas en el Líbano, aceites con varios sabores, aceites producidos de aceitunas deshuesadas, mermeladas de aceituna e incluso cosméticos elaborados con aceite de oliva. Algunos empiezan a fomentar la agricultura ecológica y el oleoturismo, sobre todo en torno a los olivos centenarios ubicados en la mayoría de zonas olivareras del país.

El futuro próximo del aceite de oliva en el Líbano

Muy recientemente, el sector oleícola se enfrenta a una crisis debido al cambio climático en la mayoría de los países olivareros y entre ellos el Líbano. España, Italia, Grecia y Portugal han sufrido una grave escasez debido a la sequía y los incendios forestales en 2022, el año que registró el verano más caluroso en Europa. La producción del Líbano también ha disminuido significativamente debido al estrés climático y las plagas. El estrés por sequía ha provocado una reducción de la producción de aceitunas, siendo éstas más pequeñas y de menor calidad e incluso produciendo la mortalidad de algunos árboles. Además, la sequía hace que los olivos sean más susceptibles a plagas y enfermedades, amenazando aún más su productividad. Por esta razón, se necesitan estrategias de adaptación para mitigar el impacto del cambio climático en los olivos, como son mejores prácticas de gestión del agua y el desarrollo de variedades de olivo resistentes a la sequía.

Por otro lado, varios expertos y profesionales han identificado el aceite de oliva y el sector oleícola en general como un sector con grandes oportunidades y potencial para mejorar la cadena de valor.

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Teniendo todo esto en cuenta, parece que el sector del aceite de oliva libanés cuenta con el viento a favor. La demanda de aceite de oliva libanés para exportar está creciendo mucho, lo que se traduce en un aumento de la introducción de moneda difícil (dólar y euro) en el Líbano, en un momento en que los libaneses más lo necesitan debido a la crisis económica.

Sin embargo, el sector del aceite de oliva en el Líbano necesita reformas inmediatas para mejorar el sector. El gobierno debería apoyar más a los oleicultores protegiendo la identidad del aceite nacional y reduciendo la alta competencia del aceite de oliva sirio, así como por los crecientes costes y los complicados procedimientos de exportación que enfrenta la empresa. El gobierno debería también intentar abrir nuevos mercados en países con alta demanda de aceite de oliva como China, Japón e India. Y, por último, las pocas cooperativas que existen deberían ser subsidiadas para financiar maquinaria moderna.

¿Podría el país de los Cedros aprovechar esta gran oportunidad para resurgir como el ave Fénix? Vale la pena seguir este asunto...

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