La tecnología de separación centrífuga como motor de cambio enológico
Una tecnología consolidada a nivel internacional
La separación centrífuga es ampliamente utilizada en países con fuerte tradición vitivinícola como Francia, Italia, Estados Unidos o Nueva Zelanda. En estas regiones, la aplicación de decantadores y separadores centrífugos en diferentes fases del proceso —desde la clarificación del mosto y el tratamiento de lías, hasta la estabilización del vino terminado— ha demostrado ser altamente eficaz para preservar la calidad sensorial del producto, reducir los tiempos de producción y minimizar el uso de coadyuvantes y recursos.
En Nueva Zelanda, por ejemplo, importantes bodegas han reportado una reducción superior al 50 % en el uso de agua y energía, mientras que en Estados Unidos se ha documentado una mejora significativa en la eficiencia operativa y en la recuperación de caldos limpios, con una clara mejora en la estabilidad microbiológica del vino.
Estas experiencias confirman que la centrifugación no es solo una innovación técnica, sino una solución integral que responde a las exigencias actuales de calidad, sostenibilidad y rentabilidad.
La experiencia de Bodega Virgen de la Vega
En España, uno de los casos más representativos de la adopción de esta tecnológica lo lidera Daniel Frías, enólogo con más de 21 vendimias a sus espaldas y director técnico de la cooperativa Bodega Virgen de la Vega (Haro), situada en la Rioja Alta. En un proceso de transformación integral, esta bodega sustituyó las prensas tradicionales por el sistema integral Pieralisi, rediseñando por completo su esquema de producción.
Actualmente, en la bodega utilizan esta tecnología para la elaboración de uvas blancas y tintas, el tratamiento de lías y la clarificación de vinos terminados. Según Frías, “queríamos pasar a un proceso continuo y a un equipo más versátil que las prensas. Rápidamente, observamos unos resultados que no dejan lugar a dudas: reducción de tiempos, mayor flexibilidad, disminución de procesos intermedios y conservación plena del perfil aromático, incluso en mostos sensibles a la oxidación”.
Ventajas técnicas y operativas de la separación centrífuga en bodega
La tecnología de separación centrífuga ofrece una solución integral para la vinificación, combinando continuidad, precisión, sostenibilidad y control de calidad:
1. Proceso continuo y adaptable a toda la bodega
Permite operar 24 horas sin interrupciones ni esperas, eliminando los cuellos de botella —nunca mejor dicho— del prensado por lotes y adaptándose a distintos volúmenes y fases del proceso: uva, mosto, vino, fondos y lías.
2. Clarificación rápida y extracción delicada
Realiza prensado y clarificado simultáneamente, logrando de forma inmediata el grado de limpieza requerido. Gracias a la acción centrífuga, se reduce el volumen de lías y sedimentos sin dañar pieles ni romper pepitas, lo que mejora la fermentación y el perfil sensorial del vino.
3. Optimización energética y operativa
Reduce significativamente los tiempos de proceso, el consumo de agua y energía, y la necesidad de infraestructuras adicionales. Al eliminar coadyuvantes como las tierras de diatomeas y minimizar los pasos de filtración, también se reducen los costes y residuos generados.
4. Calidad constante, incluso en condiciones desafiantes
Minimiza el contacto con uvas en mal estado, evitando defectos en el vino final. Además, los equipos con sistemas CIP garantizan una limpieza automatizada y segura, manteniendo la calidad microbiológica y la estabilidad del producto.
Evolucionar desde el respeto por el origen
Girar, en el contexto de la separación centrífuga, no es solo una descripción física del proceso. Es una metáfora de cómo la enología puede repensarse a sí misma sin perder su esencia. Al introducir esta tecnología en sus procesos, las bodegas no renuncian a la tradición: la reinterpretan con herramientas que les permiten alcanzar sus objetivos con mayor precisión, menor impacto ambiental y una mejor gestión de sus recursos.
Pieralisi no es ajena a este tipo de transformaciones. En la década de 1960 revolucionó el sector oleícola con el desarrollo del primer decantador para extracción continua de aceite de oliva, y desde entonces ha aplicado su tecnología a sectores como el reciclaje, el biogás o la industria láctea. Hoy, quiere contribuir a que el vino también evolucione sin perder su esencia.
Rodrigo Jaén, director general de Pieralisi en España, anima a las bodegas a evolucionar de la mano de la tecnología y la innovación: “A lo largo de los años hemos demostrado que sectores profundamente tradicionales, como el del aceite de oliva, pueden abrazar la innovación sin renunciar a su identidad. Esa misma experiencia queremos trasladarla ahora al mundo del vino, acompañando a las bodegas en su transición hacia procesos más eficientes, sostenibles y respetuosos con la esencia de cada uva.”
En un momento en que la industria del vino enfrenta nuevos retos productivos, regulatorios y climáticos, girar hacia la innovación centrífuga no es solo una opción: es una oportunidad para liderar el futuro desde la excelencia técnica y el respeto por la tierra.


























