Los enólogos catalanes celebran el Congreso Internacional de Enología y Cava
El pasado 11 de noviembre, la Associació Catalana d’Enòlegs – Col·legi d’Enòlegs i Enòlogues de Catalunya (ACE-CEEC) celebró su Congreso Internacional ACE de Enología y Cava. Con 135 asistentes presenciales y 180 en línea, el evento sumó a más de 300 profesionales del vino.
Tras la bienvenida y presentación del evento por las entidades organizadoras (ACE-CEEC e INCAVI), la jornada se inició con la ponencia de la Dra. Isabelle Masneuf-Pomarède, quien explicó algunos estudios sobre secuencias de microorganismos (levaduras, bacterias...) tanto en viña como en bodega. Según sus comprobaciones, en la viña hay pocos Saccharomyces y, de los que hay, pocos son fermentativos. También señaló que no está claro que cuantas más variedades de levaduras haya en la fermentación, más complejos sean los vinos. En referencia a las bacterias, parece que su comportamiento es similar y, del mismo modo, se encuentran pocas en la viña. Sin embargo, sí hay más en bodega.
La Dra. Dania Garcia se centró en los antagonistas y su papel en la viña, de quienes dijo que “no son precisamente los malos de la película”. Los hongos, bacterias, nematodos, insectos… Todos realizan una función de curación de varias plagas. En este sentido, habló de sus mecanismos de actuación y de cómo producen metabolitos, como los antibióticos.
Estos antagonistas también provocan enzimas. La competencia entre ellos es importante, por lo quien crece primero es quien triunfa. Al mismo tiempo, estos microorganismos liberan sustancias que propician el crecimiento de la planta. El Trichoderma es uno de los más efectivos, ya que puede desarrollar varios papeles clave como actuar contra la Botritys o la Yesca. La utilización de Cu parece ser más suave que la de otros fúngicos, pero se ha demostrado que degrada la microbiota del suelo, puede provocar fitotoxicidad e, incluso, eliminar otros elementos relevantes.
El Pacto Verde europeo propone una producción agrícola sostenible para reducir los pesticidas hasta en un 50% antes de 2030. Por ello, es necesario encontrar alternativas a los fitosanitarios (entre los que se incluye el Cu). “Hay que ampliar la producción de biopesticidas (como Trichoderma) y los hongos tienen mucho potencial, aunque están todavía poco desarrollados”, dijo Garcia.
El míldio (Plasmopara) no es realmente un hongo. Sus esporas (reproducción asexual) nadan y vuelan para extenderse más fácilmente. También realiza reproducción sexual, lo que hace que mute en las siguientes generaciones y se vuelva inmune a productos, lo que le convierte en un patógeno muy peligroso. Por ello, se necesitan competidores naturales que contrarresten a estos patógenos. Utilizar los restos de poda para elaborar compost es un aspecto positivo ya que, al crear competencia, se crean más antagonistas.
Tras una pausa, la Dra. Raquel Campos subrayó el uso de los nemátodos para actuar contra los patógenos: “El objetivo de la agricultura moderna debe ser el desarrollo sostenible por lo que el tenero, la variedad, la protección de cultivos, la gestión integrada de plagas… Todo debe manejarse de forma inteligente, especialmente la gestión de pesticidas”. Actualmente, ya se ha encontrado en el suelo y en el agua contaminación ambiental: “Debemos gestionar el control de plagas mediante un control biológico para permitir el desarrollo de hábitats naturales. Para inhibir la posibilidad de que aparezcan plagas es necesario mantener las redes tróficas”, destacó.
El Dr. Andrea Squartini habló del preparado 500 de biodinámica con rigor científico, método y objetividad. Este preparado es el cuerno de vaca, que se llena de heces, se entierra durante cinco meses y de su relleno se extrae compost. Cuando se saca el compost del cuerno, se mezcla con las siguientes cantidades: 200 g/70 litros de agua. Dentro del cuerno se catalizan varios elementos y se vuelven más activos. En su aplicación, la dilución en la tierra representa 0,4 g/1.000, con un peso molecular de 2x10-6. Ante esto, Squartini se preguntó: “¿Esta cantidad es suficiente?”. Y la respuesta es que hay principios activos en inferiores cantidades que ya son efectivos, así que “sí, es suficiente”, sentenció.
Miquel Torres explicó cómo gestiona la viticultura regenerativa su empresa: “En 2008 nos pusimos el objetivo de ser neutros en nuestra huella de carbono para 2040. Mediante placas solares, calderas de biomasa o coches eléctricos ya hemos reducido nuestras emisiones un 30%. Además, también estudiamos cómo aprovechar el CO2 producido durante las fermentaciones o la erosión en las prácticas culturales como las cubiertas vegetales o los animales en su pastoreo”. Asimismo, la empresa está estudiando variedades antiguas catalanas, de las que ya se han encontrado más de 60 y algunas con mucho potencial, como la Forcada.
Tras una pequeña intervención de Pau Roca, director general de la OIV, la directora del INCAVI, Alba Balcells habló de las reivindicaciones de los enólogos y las enólogas en su oficio, siempre centrados en la tierra y en la viticultura. Puso de manifiesto los retos del sector: el cambio climático, la digitalización o la legitimación del vino frente a tendencias prohibicionistas. Para terminar, destacó la necesidad de vender más: “En Catalunya, de cada 10 vinos que se venden solo 4 son de la zona, por lo que debemos mejorar nuestra posición”.
Por la tarde, el sumiller Ferran Centelles preparó una cata didáctica con vinos elaborados en bodegas que apuestan por la viticultura regenerativa y contó con los propios elaboradores: Miquel Palau, Montse Catasús, Albert Llopart y René Barbier.
