Entrevista a Jean-Marie Aurand, director general del Congreso OIV
Desde 1998, un país miembro de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) diferente acoge cada año el Congreso Mundial de la Viña y del Vino (hasta ese año la frecuencia del congreso no era anual). La pasada edición, la trigésima séptima, se celebró en Mendoza (Argentina) entre el 9 y el 14 de noviembre y coincidió con el doble aniversario de los 90 años de fundación de la OIV y los 10 años de la decisión por la que se remplazó la Oficina Internacional de la Viña y el Vino por la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Jean-Marie Aurand, director general del Congreso OIV, nos explica la evolución del congreso, de la organización y del sector a lo largo de estos años.
Acaban de celebrar la trigésima séptima edición de su congreso. ¿Cuál ha sido el balance?
Este congreso fue un éxito en todos los aspectos: número de participantes, calidad de la organización, número de presentaciones técnicas y científicas e importancia de las decisiones tomadas durante la Asamblea General. En este sentido, no hay que olvidar que hemos adoptado el plan estratégico que va a fijar los ejes estratégicos de la acción de la organización para los próximos 5 años. Además, también se aprobó el programa de trabajo para 2015, así como la adopción de 10 resoluciones.
Han alcanzado cifras récord, ¿han quedado satisfechos por el interés y la participación en el congreso?
Cabe destacar que la presidenta de la OIV, Claudia Quini, no ocultó su satisfacción por albergar en su país un congreso que ha batido todos los récords, tanto por la cantidad de ponencias propuestas (500) como por el número de participantes en las sesiones técnicas (1.000), lo que dio lugar a debates muy enriquecedores, profundos y fructíferos. Sin ninguna duda, este congreso tuvo un protagonismo excepcional.
¿Por qué escogieron Mendoza como sede del congreso? ¿Qué importancia tiene el vino para Argentina?
El gobierno argentino ha querido acoger el Congreso de la OIV. No hay que olvidar que Argentina es un gran actor dentro del sector vitivinícola (más de 15 Mhl de producción anual de vino). Además, Argentina es un país muy activo en el marco de la OIV. La región de Mendoza representa la mayor producción del país y Mendoza es capital mundial del vino, así que no es sorprendente que haya sido elegida por las autoridades argentinas para acoger el congreso, en colaboración con la provincia de San Juan.
¿Crece el consumo de vino en nuevos mercados?
Sí, los datos confirman que el incremento en el consumo de vino ya no está impulsado por los países tradicionalmente productores y consumidores de vino, sino por los nuevos países emergentes y el desarrollo de nuevos nichos de consumo. Actualmente, en torno a un 39% del consumo se localiza fuera de los países de la Unión Europea, respecto al 31% del año 2000.
Una modificación en el mapa del consumo de vino…
Sí, el consumo de vino está cada vez más internacionalizado. Los intercambios internacionales de uvas, vino y bebidas espirituosas no paran de crecer. La cuota de los volúmenes de vino exportados ha aumentado de manera significativa durante el último decenio: más de 100 millones de hectolitros, es decir, un 43% del consumo mundial frente al 25% hace 10 años. De cada cinco botellas consumidas en el mundo dos son importadas. En este contexto, los consumidores como ciudadanos están cada vez más interesados en los temas vitivinícolas, no solamente en términos económicos, sino también culturales. Hay que destacar, por ejemplo, el gran desarrollo del enoturismo.
¿Es el cambio climático uno de los mayores retos en la industria en todo el mundo?
El cambio climático es un desafío importante para la vitivinicultura porque influye directamente desde el cultivo del viñedo hasta el producto final, es decir, sobre toda la cadena productiva. Es por eso que el nuevo plan estratégico de la OIV ha puesto este tema dentro de uno de los ejes importantes de investigación.
Y en este contexto, parece que existe una tendencia hacia la reducción de uso de agroquímicos…
Existe en general una reducción del uso de los agroquímicos. En producción convencional cada año se utilizan menos cantidades de productos y menos materias activas son aprobadas por razones medioambientales, económicas y sociales. Esto se traduce en que la tendencia general es avanzar hacia un cultivo cada vez más sostenible. Hay que mencionar también en este marco el aumento significativo de la producción orgánica.
En el congreso se analizaron las alternativas biotécnicas para el control de plagas y enfermedades de la vid. ¿Cuáles son estas?
Es un tema de actualidad. La lucha integrada cada vez se va desarrollando más. Hubo presentaciones científicas muy interesantes en el congreso de la OIV sobre este tema: uso de insectos predadores de vectores de plagas; uso de bacterias, feromonas e incluso extractos polifenólicos de la propia vid con efectos anti fúngicos…
Uno de los temas relacionados con la innovación versaba sobre los desafíos de la viticultura moderna. ¿Cuáles son estos desafíos?
Se presentaron diversas comunicaciones dentro de esta área como la planificación de los recursos hídricos en zonas áridas, uso de energías alternativas o nuevas técnicas de innovación (como por ejemplo, el DMR para producir vinos de gama alta o superior o el análisis bibliométrico sobre los estudios de cambio climático) particularizadas para la viticultura latinoamericana, entre otras.
Aspectos como la viticultura de precisión y teledetección también fueron tratados en el congreso. ¿Qué puede decirnos de ello?
El desarrollo de estas tecnologías es muy relevante hoy en día y es un tema muy importante dentro de la comisión de Viticultura, y en concreto, dentro del grupo de expertos de TECVIT (Manejo e Innovación de Técnicas Vitícolas). Durante el congreso de Mendoza pudimos ver presentaciones sobre el empleo de nuevas técnicas de robótica y prototipos no pilotados (drones), sistemas GIS y uso de imágenes digitales para la gestión integral del viñedo.
¿Con qué nuevas herramientas tecnológicas cuentan las empresas y los agricultores?
Cada día el progreso tecnológico nos ayuda a implementar más el sector vitivinícola. Algunas de las que ya hemos mencionado antes son hoy en día una realidad en viticultura: equipos automatizados en la gestión de riego por control remoto (sondas), uso de imágenes digitales y satélites para gestionar la cosecha y predecir el rendimiento, índices NDVI para gestionar el manejo del cultivo del viñedo. Por otro lado, en el área de la enología cabe destacar: Procesos electroquímicos de membrana (acidificación / desacidificación); desarrollo de técnicas físicas de desalcoholización y extracción de compuestos no deseados; contactores de membrana para el manejo de gases disueltos o la aplicación de sistemas de trazabilidad para garantizar la autenticación (chips, QR-Code, etc.), son sólo algunos de los ejemplos existentes.
Volviendo al congreso, ¿dónde se celebrará la siguiente edición?
El 38° Congreso Mundial de la Viña y el Vino tendrá lugar del 5 al 9 julio 2015, en Mainz (Alemania). Además, el 10 julio 2015 se celebrará la XIII Asamblea General de la OIV, también en la misma ciudad.
Los objetivos de OIV
Dentro del campo de sus competencias, los objetivos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino son los siguientes:
- Indicar a sus miembros las medidas que permitan tener en cuenta las preocupaciones de los productores, consumidores y demás actores del sector vitivinícola
- Asistir a las otras organizaciones internacionales intergubernamentales y no gubernamentales, en particular a las que tienen actividades normativas
- Contribuir a la armonización internacional de las prácticas y normas existentes y, cuando sea necesario, a la elaboración de nuevas normas internacionales a fin de mejorar las condiciones de elaboración y comercialización de los productos vitivinícolas, tomando en cuenta los intereses de los consumidores.
