Supermercados fantasma, del boom por el confinamiento a su encaje legal
El método sobre el que han basado su funcionamiento empresas como la turca Getir, la alemana Gorillas o la estadounidense Gopuff es el de “la compra en minutos”, según la publicidad que estas emiten. Además, la mayoría de ellas se publicitan a través de las redes sociales ofreciendo a los consumidores más jóvenes descuentos a través de influencers o promociones.
Como resultado, en las 10 principales ciudades españolas el 65% de los hogares ya están familiarizados con el concepto de supermercados fantasmas, según los datos que maneja la consultora Kantar. Además, entre los que ya conocen el concepto, el 42% lo tiene en consideración o ha comprado ya en alguna de las cadenas conocidas en el argot técnico como quick-commerce.

El click, la legislación y los barrios
En algunas ciudades españolas estas herramientas de envío a domicilio ya han suscitado el debate en torno a su aplicación de la legislación.
Es el caso de Barcelona, donde el pasado 18 de mayo la Autoridad Catalana de la Competencia (ACCO) pidió reformular el Plan especial de usos de actividades vinculadas al reparto a domicilio del Ayuntamiento de Barcelona por comportar restricciones “graves e injustificadas” a la actividad económica.
Algunos de los puntos sobre los que la ACCO ha hecho hincapié es en la propia organización que permite que esa compra se realice en diez minutos. Por ejemplo, el plan prevé impedir que supermercados, almacenes y cocinas fantasma se implanten en los barrios y limitarlos a las zonas industriales. Además, proponen instalar una zona de espera para los repartidores con el fin de que no ocupen la vía pública.
En su respuesta, desde la empresa de reparto a domicilio Getir, defienden en declaraciones a Efeagro que el modelo de negocio que llevan a cabo en Barcelona, al igual que el resto de las ciudades, es “sostenible, seguro y respetuoso”. Alegan que solo en Barcelona han creado "más de 1.000 puestos de trabajo con pleno empleo y beneficios sociales”.
Sobre la polémica acerca de dónde se ubican los almacenes de reparto y, por ende, las motocicletas, sostienen que “eligen cuidadosamente“ estos lugares y que los vehículos son "100% eléctricos”, por lo que no “generan ruido”.
Por otro lado, la empresa de reparto sostiene también que trabajan con los comercios locales y apoyan “el espíritu empresarial y la creación de empleo local”. No obstante, el experto en retail de la consultora Kantar, Bernardo Rodilla, apunta a que esta forma de consumo “entra a competir directamente por la cesta de proximidad. La distribución tradicional puede verlo como una amenaza, pero también como una oportunidad para llegar a más compradores y cubrir más tipos de cestas”.
Nuevas formas de vida, nuevo consumo
Para Rodilla, los meses de confinamiento por la pandemia del COVID-19 condujeron a los consumidores a disminuir las veces que se hace la compra, una tendencia que ahora combina con que “busquen reducir el tiempo que destinan a esta tarea”. Aparte de querer reducir los tiempos, el fenómeno de las aplicaciones de compra a domicilio también se ha visto impulsado por las nuevas formas de vida.
Una solución rápida para hogares cada vez más pequeños
Según los datos que maneja el experto en retail de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), Pablo de la Rica, en el 62% de los hogares viven una o dos personas, una realidad que cambia los hábitos de consumo y las elecciones a la hora de hacer la compra. El experto explica que “cada vez hay más personas solteras y mayores” viviendo solas, lo que hace que el volumen de la cesta de la compra sea más pequeño.
Al contrario que ocurre con la compra a domicilio ofertada por los propios supermercados, en la que según de la Rica se necesita una “planificación”, con estas aplicaciones “se puede improvisar“ y, además "responde muy bien a las necesidades de los pequeños hogares”.
Todos ellos son factores que han llevado a estas aplicaciones móviles a ocupar aceras y locales de las principales ciudades españolas para lograr una “compra en minutos”, una compra no exenta de falta de consenso con ayuntamientos como el de Barcelona.