Las renovables piden acelerar electrificación y redes para trasladar su ventaja a la industria

España ha alcanzado un punto de madurez en el despliegue de energías renovables que obliga a cambiar el foco del debate. Ya no se trata solo de instalar más potencia, sino de integrar mejor lo ya construido y de convertir el bajo coste de la generación limpia en competitividad industrial y empleo. Ese fue el hilo conductor del IX Congreso Nacional de Energías Renovables, celebrado los días 10 y 11 de diciembre en Madrid, donde APPA Renovables y el Gobierno coincidieron en que la electrificación, el almacenamiento y las redes marcarán el ritmo de la siguiente fase de la transición energética.

La inauguración institucional del congreso corrió a cargo de Joan Groizard, secretario de Estado de Energía, y Santiago Gómez, presidente de APPA Renovables.

La inauguración del IX Congreso Nacional de Energías Renovables se abrió con un vídeo de datos que funcionó como una fotografía precisa del momento que atraviesa el sector en España. Las cifras presentadas situaron a las energías renovables como columna vertebral del sistema eléctrico y como uno de los principales motores de transformación económica del país.

En 2024, el 57% de la electricidad generada en España tuvo origen renovable, un máximo histórico que confirmó el cambio estructural del mix eléctrico. Este volumen de generación limpia permitió abaratar el mercado eléctrico en 6.972 millones de euros a lo largo del año, con un impacto directo tanto en los consumidores como en la competitividad de las empresas, además de una reducción significativa de las emisiones asociadas a la producción eléctrica.

El audiovisual puso también cifras al peso económico del sector. Las energías renovables aportaron 15.000 millones de euros al Producto Interior Bruto y sostuvieron más de 126.000 empleos, consolidándose como una industria transversal con capacidad de arrastre sobre múltiples actividades productivas.

Santiago Gómez, presidente de APPA Renovables.

Desde el punto de vista tecnológico, el vídeo reflejó la configuración actual del mix renovable. La fotovoltaica se situó como la primera tecnología en potencia instalada, mientras que la eólica mantuvo el liderazgo en generación eléctrica anual. La hidráulica conservó su función esencial en la gestión del sistema y el autoconsumo apareció como uno de los elementos que ha modificado de forma estructural la relación entre producción y consumo energético, tanto en el ámbito doméstico como en el empresarial.

La bioenergía ocupó un espacio específico en este balance inicial. La biomasa y los biocarburantes fueron presentados como soluciones complementarias en aquellos usos donde la electrificación directa presenta mayores dificultades técnicas o económicas. Según los datos difundidos, los biocarburantes permiten reducir hasta un 80% las emisiones frente a los combustibles fósiles convencionales, mientras que la biomasa aporta generación firme y gestionable al sistema.

El bloque de datos concluyó con una referencia expresa a los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. La hoja de ruta establece como metas para 2030 superar el 80% de electricidad renovable, alcanzar 19 GW de autoconsumo y situar en el 48% la cuota de renovables sobre el consumo final de energía.

Tras la proyección del vídeo, la apertura institucional del congreso contó con las intervenciones de Santiago Gómez Ramos, presidente de APPA Renovables, y Joan Groizard, secretario de Estado de Energía. Ambos coincidieron en que España ha completado con éxito la fase de expansión de las renovables, pero afronta ahora un tramo más complejo, centrado en la integración del sistema, la competitividad y la industrialización.

Santiago Gómez afirmó que el despliegue renovable ha situado a España como referencia internacional, pero advirtió de que el debate sobre la operación del sistema eléctrico debe abordarse con rigor técnico y visión de conjunto. En este sentido, señaló que mantener de forma prolongada un respaldo fósil sobredimensionado limita la aportación renovable, incrementa los vertidos de energía, eleva las emisiones y encarece el precio final de la electricidad, con efectos directos sobre consumidores e industria.

El presidente de APPA Renovables defendió que cumplir los objetivos del PNIEC no se reduce a instalar nueva potencia, sino que exige transformar el consumo energético. Con una electricidad que todavía no alcanza el 25% de la energía final, reclamó impulsar de forma decidida la electrificación del transporte, la edificación y la industria mediante políticas estables, señales económicas coherentes y una estrategia coordinada de renovación tecnológica.

Gómez Ramos situó el almacenamiento, las redes y las interconexiones como elementos indispensables para acompañar el crecimiento de tecnologías como la fotovoltaica, la eólica y el autoconsumo y sostuvo que la gestión activa de la demanda debe incorporarse como parte estructural del sistema eléctrico. En este marco, reiteró la disposición del sector a colaborar en el diseño de soluciones que garanticen su correcto funcionamiento.

Por su parte, Joan Groizard enmarcó la transición energética como una necesidad estratégica y una oportunidad económica para España y Europa, dadas sus limitaciones en recursos fósiles y su abundancia en recursos renovables y tecnología. El secretario de Estado citó datos de la Agencia Internacional de la Energía para señalar que en 2024 el 95% de la nueva capacidad instalada a escala global fue renovable y que la inversión en energía limpia duplicó a la destinada a combustibles fósiles.

Groizard puso el foco en los ahorros asociados a estas tecnologías, que en 2024 evitaron importaciones de combustibles fósiles por un valor cercano a 15.000 millones de euros y generaron un ahorro directo de alrededor de 7.000 millones para los consumidores eléctricos, situando la factura residencial española por debajo de la media europea. También se refirió a las medidas adoptadas para reforzar la operación del sistema y facilitar la participación de las renovables en los servicios de ajuste.

La apertura institucional dio paso a la mesa titulada “Renovables ante el reto de la transición energética”, moderada por José María González, director general de APPA Renovables. El debate se centró en los mecanismos necesarios para corregir los desequilibrios del sistema eléctrico y en cómo aprovechar de forma efectiva el bajo coste de la generación renovable.

Uno de los ejes fue el funcionamiento del mercado eléctrico en un escenario de alta penetración renovable. La implantación del mercado cuartohorario —modelo de casación del mercado eléctrico en el que la energía se programa y se liquida en intervalos de quince minutos, en lugar de hacerlo por horas completas— ha aportado mayor precisión a la programación, pero el rápido crecimiento de la fotovoltaica ha intensificado las diferencias de precios entre las horas centrales del día y los picos de demanda, reforzando la necesidad de soluciones que permitan desplazar consumo y almacenar energía.

El almacenamiento apareció como el activo que permite absorber excedentes renovables y trasladarlos a los momentos de mayor demanda. Los expertos coincidieron en que su despliegue requiere marcos regulatorios estables y señales económicas de largo plazo, así como facilitar la hibridación y la repotenciación del parque existente para optimizar el uso de la red.

La mesa subrayó que el principal desequilibrio del sistema no reside únicamente en la oferta, sino en la insuficiencia de demanda electrificada. La electrificación industrial fue presentada como una oportunidad para aprovechar el bajo coste de generación renovable y reducir la exposición a combustibles fósiles, siempre que se revisen los componentes fiscales y regulatorios que encarecen el precio final de la electricidad.

El programa del IX Congreso Nacional de Energías Renovables se estructuró en dos jornadas que abordaron los principales retos operativos y económicos de un sistema eléctrico con alta penetración renovable. La primera parte se centró en la transformación del mercado eléctrico, con atención a la aparición de precios cero o negativos, la evolución de los contratos a largo plazo y sus implicaciones sobre la señal de inversión.

El análisis se desplazó después hacia la operación del sistema, con especial atención a los vertidos de generación, las rampas de producción y las restricciones técnicas que condicionan la integración de nuevas capacidades, así como a la necesidad de adaptar el diseño del sistema a un mix dominado por tecnologías variables.

La tarde de la primera jornada se dedicó al almacenamiento, la hibridación y la repotenciación del parque renovable existente como herramientas para mejorar la flexibilidad y optimizar el uso de la red. El programa incorporó también un análisis de la evolución normativa del autoconsumo y del almacenamiento distribuido, con el foco puesto en los cambios necesarios para facilitar su despliegue.

La segunda jornada amplió el enfoque hacia tecnologías y vectores complementarios, como el papel de los recursos hidráulicos en el almacenamiento energético, los nuevos requisitos técnicos para la generación renovable y el desarrollo del biogás y el biometano para la industria. El congreso concluyó con un bloque dedicado a la industrialización asociada a la transición energética, situando la competitividad y el empleo como ejes del siguiente tramo del proceso.