Entrevista a José Antonio Arévalo, director de Comunicación de Solvay España
Solar Impulse es el primer avión solar tripulado capaz de volar ilimitadamente siendo completamente sostenible en términos de energía. En 2010 Solar Impulse se convirtió en el primer avión solar en la historia capaz de volar durante un ciclo completo de día y noche sin ningún combustible. Ahora, el objetivo pasa por dar la vuelta al mundo en 2015 por el hemisferio norte, con tan sólo 4-5 paradas en el recorrido. Entrevistamos en Expoquimia al director de Comunicación de Solvay, uno de los grandes impulsores de este proyecto, para conocer qué papel juega la química en el desarrollo de este innovador avión.
¿En qué fase se encuentra actualmente el desarrollo del avión solar tripulado Solar Impulse?
Realmente nos encontramos en una fase muy interesante ya que está todo preparado para que en el año 2015 el Solar Impulse realice su gran reto, dar la vuelta al mundo empleando únicamente energía renovable y evitando todo tipo de emisiones contaminantes.
Lo que llama especialmente la atención respecto a otras iniciativas que ya se han llevado a cabo es que el Solar Impulse se trata de un avión tripulado…
Exactamente, esa es la gran novedad. Aviones más pequeños, capaces de volar durante un tiempo mediante energía solar, ya se habían inventado. Pero en el caso del Solar Impulse estamos hablando de un avión con una mayor envergadura, capaz de alojar a dos pilotos dentro, de tal forma que mientras uno tripula, el otro puede descansar. De esta manera se pueden turnar entre ellos y hacer trayectos más largos.
De todas formas, aunque este avión podría estar volando indefinidamente, hará algunas escalas durante su vuelta al mundo.
¿Cómo surgió este proyecto?
Fue idea de un aventurero llamado Bertrand Piccard, cuya familia ha destacado siempre por afrontar grandes desafíos. De hecho, su abuelo fue la primera persona en meterse en un batiscafo dentro del mar. Bertrand Piccard fue el primero en dar la vuelta al mundo en un globo aerostático sin parar, pero al finalizar con éxito aquel reto se marcó como objetivo hacer lo mismo pero con un aparato que fuera mucho más sostenible, que no necesitara las toneladas de fuel que tuvo que llevar en aquel globo para poder dar la vuelta al mundo.
Empezó a buscar partners en ese objetivo de poder viajar con cero emisiones y Solvay se unió rápidamente a esta aventura porque considerábamos que un proyecto así tenía que ser creado también gracias a la química. Desde entonces hemos estado trabajando en el diseño de los materiales relacionados con el Solar Impulse, y hemos colaborado con otras compañías que también están involucradas en este proyecto como Bayer, Omega, Air Liquide…
¿Cuál es exactamente la contribución de la química en el desarrollo del Solar Impulse?
La contribución es enorme. Los orígenes de este proyecto datan del año 2003, por lo que llevamos ya 11 años trabajando en él. Nuestro despliegue de ingenieros, innovadores y científicos ha sido tremendo. Hemos descubierto 13 productos nuevos que se emplean en más de 6.000 piezas del avión, en su gran mayoría relacionadas con nuevos materiales, puesto que este aparato tiene que ser muy ligero.
También hemos participado muy activamente en el desarrollo de las placas fotovoltaicas, que son de última generación para lograr atrapar la mayor cantidad de energía posible; así como en todo lo relacionado con las baterías que almacenan esta energía, ya que el avión vuela de día y de noche.
¿Se conoce ya el itinerario que seguirá el Solar Impulse en su vuelta al mundo el próximo año?
Lo cierto es que acaba de publicarse el itinerario previsto. Saldrá de Abu Dabi y la idea es que haga diversas paradas en función de la meteorología. La primera sería en La India, la segunda en China, una tercera en la Coste Oeste de EE UU, después en la Costa Este de EE UU y posteriormente cruzaría el Atlántico hasta Europa (Valencia, Lisboa o París) o el norte de África (Marruecos). Terminará su vuelo lógicamente en Abu Dabi.
¿Considera que la alta tecnología que incorpora el Solar Impulse llegará pronto al mercado? ¿Podremos ver en breve aviones comerciales impulsados por energía solar?
Esa es la idea, pero no sólo en aviones sino también en otros medios de transporte, como los automóviles. Hace 11 años, cuando arrancó este proyecto, parecía una utopía poder hablar de un avión tripulado por dos pilotos capaz de dar la vuelta al mundo movido solo por energías renovables. Hoy esto ya es una realidad. Estamos ante un avión con la envergadura de alas de un Airbus pero con un motor que tiene la misma potencia que el de los coches que circulan por nuestras carreteras. Por tanto, estoy convencido de que en 10-15 años seremos capaces de ver aviones que puedan llevar 15-20 personas con cero contaminación. Poco a poco la tecnología irá mejorando.
La sociedad no es consciente de la importancia que tiene la química en su vida diaria, pero éste es un claro ejemplo de cómo le beneficia…
Es curioso cómo la gente sigue relacionando la química con la típica imagen de una persona con bata blanca en un laboratorio mezclando productos, cuando realmente la química está presente en todas nuestras vidas: en nuestro smartphone, en nuestra ropa, en nuestra pasta de dientes, … Sin química no existiría nada de ello.
Relevancia innovadora
Solvay: La producción de energías alternativas no contaminantes y de nuevos materiales para el Solar Impulse ha posicionado a este proyecto en el mismo centro de los negocios de Solvay. La compañía es socio del proyecto desde 2003, contribuyendo a la creación de nuevas tecnologías e innovaciones, creando 11 nuevos productos que se utilizan en 25 aplicaciones y 6.000 partes del avión.
Bayer MaterialScience: La solución de aislamiento empleada es espuma rígida de poliuretano, un material cuyos componentes han sido creados y producidos por Bayer MaterialScience. Para las puertas de la cabina se ha utilizado un material innovador denominado Baytherm Microcell, que mejora hasta un 10% las propiedades aislantes.
La cabina contiene, además, un material de alta tecnología compuesto de poliuretano y fibra de carbono con el que se han fabricado los cierres de la puerta, así como delgadas láminas de policarbonato transparente de alto rendimiento para las ventanillas. En el exterior de la cabina se empleó espuma rígida de poliuretano para aislar las baterías. La empresa también suministra las materias primas que se emplearon para el revestimiento plateado que cubre gran parte de la aeronave, así como los adhesivos con los que se fija el material textil que hay debajo de las alas.
El aeroplano es especialmente ligero y resistente gracias a los materiales de Bayer MaterialScience. Bayer ha sido la encargada entre otros del equipamiento de toda la cabina del avión. Fue un auténtico reto conseguir aislar la cabina para que el piloto pueda resistir las temperaturas extremas. Por la noche, el interior puede llegar a temperaturas de hasta 20 grados bajo cero. En el exterior, la temperatura baja hasta 40 grados bajo cero, mientras que durante el día ocurre exactamente lo contrario: se pueden alcanzar los 40 grados centígrados. Todas estas soluciones no solo benefician al proyecto Solar Impulse también se aplicarán más adelante en la industria del automóvil y en la de refrigeración. Esto convierte al avión solar en un auténtico laboratorio aéreo.
Air Liquide: Aporta a la aeronave un sistema autónomo de generación de oxígeno para vuelos de gran altitud. Como ‘official supporter del Solar Impulse, Air Liquide ha desarrollado una solución técnica innovadora para generar oxígeno a bordo y satisfacer sin interrupción las necesidades respiratorias del piloto en una cabina no presurizada en vuelos de gran altitud.