La Asociación Europea para la Seguridad Alimentaria,
Safe Consortium, presentó en Bruselas un documento titulado 'Mantener la Seguridad Alimentaria en la Agenda' ('Keeping Food Safety on the Agenda'), que supone una llamada a la investigación en ciencias relacionadas con la seguridad de alimentos. Los integrantes de Safe Consortium afirman que la seguridad alimentaria no es negociable y que, cada día, más de 500 millones de europeos asumen que la comida que encuentran en el mercado, en el comedor de la empresa o en la escuela, en los restaurantes o en sus propias casas es segura para el consumo.
En el documento se proponen cinco áreas de investigación: La seguridad
ciudadana y alimentaria; Peligros microbiológicos y Organismos
deteriorables; Peligros químicos, biológicos y físicos, incluidos
contaminantes ambientales; Herramientas para la evaluación y gestión de
riesgos en la cadena alimentaria y Tecnologías para hacer alimentos
seguros y aumentar la calidad de vida.
En el acto de presentación
participaron 35 expertos europeos en seguridad alimentaria, que
expusieron las denominadas zonas de seguridad de los alimentos, ante un
público formado por representantes de la industria, los consumidores,
reguladores, investigadores y miembros de la Comisión Europea.
Beate Kettlitz, director de Política Alimentaria de FoodDrinkEurope, dio respuestas sobre la agenda de seguridad a los representantes de la industria y afirmó que "poco importa el etiquetado, la comercialización, la innovación e incluso la nutrición si el alimento no es seguro". Tras la presentación, el panel de expertos coincidió en que la seguridad alimentaria debe formar parte de la agenda científica y de los programas económicos de los países.
En la década de los 90, la ‘Enfermedad de las vacas locas’ y la ‘Crisis de la dioxina’ impulsó una nueva era en la seguridad alimentaria en la que la Comisión Europea redactó el libro blanco de la seguridad en la alimentación y, así mismo, estableció la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Desde entonces, se han elaborado políticas y legislaciones más exigentes y han surgido organismos nacionales encargados de evaluar y comunicar los riesgos de seguridad de los alimentos. Pero la vigilancia tiende a relajarse en los momentos en los que no existen crisis importantes relacionadas con la seguridad alimentaria. Los expertos de Safe han querido demostrar en Bruselas la vulnerabilidad de la cadena alimentaria con esta propuesta, recordando dos casos recientes. El primero, en Alemania en 2011, con la muerte de 47 personas por ingerir brotes de soja en mal estado y, el segundo y más recientemente, con los problemas de autenticidad que rodea la carne de caballo.