Síndrome de repetición de celos y sus factores de riesgo
Cualquier ganadero de ganado vacuno al que preguntemos es capaz de reconocer que ha tenido alguna vaca que no queda gestante, que ha sido servida en más de tres ocasiones y que, aparentemente, no tiene ningún tipo de alteración apreciable a nivel del aparato genital. Pues bien, la afección que presenta ese animal se conoce como Síndrome de Repetición de Celos.
Desde un punto de vista científico, ya en 1961 se definió una vaca con Síndrome de Repetición de Celos (también conocido como 'Repeat Breading' o vaca 'Repetidora'), como aquel animal que no presentaba evidencias clínicas de enfermedad infecciosa, que a la palpación de los órganos genitales no se apreciaban anormalidades anatómicas, ni alteraciones en la actividad ovárica. Simplemente el animal tenía un historial de fertilidad reducida, pero su causa no había sido diagnosticada.
Se podría caer en la tentación de banalizar el problema y pensar que es una situación excepcional, que afecta esporádicamente a unos pocos individuos; sin embargo, todos los expertos coinciden en que es uno de los principales problemas que afectan a la fertilidad de los animales y que aumentan las tasas de eliminación y reposición de animales en los rebaños.
Distintos investigadores a lo largo del mundo han intentado cuantificar la incidencia de este problema, aportando cifras que oscilan entre el 10% y el 20%. Sin embargo, la situación puede ser aún más preocupante. A modo de ejemplo, si consultamos los datos oficiales de las memorias de Africor Lugo del año 2021, asociación encargada de gestionar el control lechero de la provincia de Lugo, podemos comprobar que el 33% de las hembras controladas han necesitado tres o más servicios para quedar gestantes. Es verdad que no todos esos animales serán vacas 'Repetidoras', pero las cifras son realmente inquietantes.
También deberíamos tener en cuenta las repercusiones económicas que esta patología supone para la rentabilidad de las explotaciones ganaderas.
Un grupo de investigadores americanos cuantificaron las pérdidas en ganado vacuno lechero debidas al Síndrome de Repetición de Celos en 168 $ por cada vaca. Aunque esta cifra ya de por sí parece elevada, hay que tener en cuenta que este estudio se realizó en establos que tenían una producción media de 6.500 Kg/vaca, por lo que si hablamos de vacas de mayor producción las pérdidas se pueden incrementar notablemente.
El mayor problema con el que nos encontramos es que esta patología no tiene una causa única y se trata de una alteración que puede estar provocada por numerosos motivos. De este modo, se ha relacionado con fallos reproductivos, como pueden ser las alteraciones en el desarrollo embrionario, anomalías a nivel de la ovulación y de los perfiles hormonales, así como con situaciones de estrés y desequilibrios nutricionales, entre otros factores.
Si llegásemos a la conclusión de que existe un problema de rebaño, sería necesario revisar los protocolos de vacunación, alimentación y detección de celo, que pueden estar condicionando las tasas de concepción. Deberíamos intentar encontrar la causa que está provocando que un elevado porcentaje de animales de nuestro rebaño tengan problemas de repetición de celos.
Sin embargo, si tenemos que enfocar la situación como un problema individual de determinados animales, deberemos proceder a identificar y explorar a las hembras de forma especial. En primer lugar, debería realizarse una exploración rectal y vaginal profunda, para evaluar la presencia de posibles alteraciones anatómicas. Si no se detectan anomalías, podría ser interesante realizar una citología uterina, lo que nos permitiría detectar la presencia de endometritis, sobre todo de tipo subclínico, que son difíciles de diagnosticar por otros medios. También debemos recordar que la ecografía transrectal permite diagnosticar patologías a nivel de ovario o de endometrio que por otros métodos no serían visibles. Finalmente, podría ser necesario evaluar la permeabilidad de los oviductos, para lo que sería interesante realizar alguna prueba como podría ser la infusión intrauterina con Rojo Fenol.
En un estudio realizado por nuestro equipo de investigación con aparatos reproductores de hembras bovinas recogidas en el matadero, intentamos evaluar la permeabilidad de los oviductos de estos animales. En esta experiencia, introdujimos a través de la fimbria oviductal un colorante mediante una jeringuilla de insulina y comprobamos si esta sustancia era capaz de atravesar todo el oviducto. Los resultados del estudio fueron sorprendentes. Apreciamos que existían una serie de 'oviductos permeables' (84 %), en los que el colorante teñía todo el oviducto y salía sin dificultad por el otro extremo. Otro grupo de oviductos eran 'permeables con resistencia' (9 %), en los que el colorante se estancaba en algún punto y no se conseguía atravesar si no se aplicaba una presión considerable. Finalmente, un tercer grupo de 'oviductos no-permeables' (7 %) en los que la solución no llegaba al final del oviducto independientemente de la presión que se ejerciese.
Además, este trabajo nos permitió comprobar que la mayor parte de los oviductos que presentaban algún tipo de obstrucción no tenían ninguna alteración macroscópica que nos permitiese descubrirlos a simple vista y que evidentemente pasarían desapercibidos en una exploración en un animal in vivo. Esto nos hizo pensar que esta alteración podría tener gran relevancia en el síndrome de repetición de celos.
Sin embargo, esta experiencia fue realizada con piezas de matadero y procedían de animales que habían sido eliminados o bien por su edad, o por presentar algún tipo de patología. Por ello, intentamos desarrollar una técnica de campo sencilla que nos permitiese diagnosticar problemas de permeabilidad oviductal a nivel de granja. Fruto de esta inquietud, en el año 2019 realizamos una experiencia consistente en introducir un colorante (Rojo Fenol) en el interior del útero de las vacas que presentaban síndrome de repetición de celos. Cuando nos encontrábamos con un animal con los oviductos permeables, este colorante atravesaba el oviducto y rápidamente era eliminado por la orina, tiñendo esta de color rojo. Por contra, cuando existían problemas de obstrucción oviductal, la cantidad de tinte recogido sería menor o inexistente (en el caso de alteraciones bilaterales). La conclusión de este estudio fue que, en al menos un 13% de las vacas con síndrome de repetición de celos, existía un grave problema de permeabilidad oviductal. Esta cifra es suficientemente importante como para que sea recomendable realizar pruebas de permeabilidad oviductal en vacas 'Repeat Breeding'.
De todas formas, es evidente que determinar la causa que provoca que una vaca tenga Síndrome de Repetición de Celos no siempre es sencillo, por lo que desde un punto de vista práctico parece fundamental conocer cuáles pueden ser los factores que pueden incrementar el riesgo de padecerla. Para ello, en cuatro explotaciones de la CCAA de Cantabria, nuestro equipo de investigación recogió datos de 607 vacas de raza Holstein, de las cuales 167 fueron consideradas como animales con Síndrome de Repetición de Celos. Para poder evaluar cuáles eran los factores de riesgo, se recogió información sobre la pérdida de Condición Corporal (CC) de los animales tras el parto, la dificultad de parto (parto distócico o no distócico), la aparición de endometritis, cojeras, cetosis, mastitis clínicas y mastitis subclínicas. También se valoró la estación en la que se había producido el parto (figura 1).
Figura 1. Factores de riesgo considerados en el estudio realizado sobre de Síndrome de Repetición de Celos en vacuno de leche en el norte de España.
Los resultados obtenidos, si bien eran esperados, fueron llamativos. En nuestro estudio comprobamos que el mayor factor de riesgo para que las vacas tuvieran un Síndrome de Repetición de Celos era que hubiesen padecido una infección uterina. De esta forma, las vacas con endometritis tenían un riesgo 11 veces mayor que los animales que no hubiesen tenido infecciones uterinas.
A nivel de campo es importante diferenciar entre endometritis clínica y subclínica. La primera es una inflamación del endometrio en la que se produce una descarga purulenta o mucopurulenta a través de la vagina y que no se acompaña de sintomatología general. Este proceso es relativamente fácil de diagnosticar gracias a las secreciones visibles a través de la vulva. Por otro lado, una endometritis subclínica es una inflamación del endometrio en la que no vamos a ser capaces de percibir ningún signo clínico a simple vista. En este último caso, para su diagnóstico tendremos que recurrir a técnicas especiales como podría ser la citología endometrial.
En el año 2015, realizamos un estudio en 25 granjas lecheras del noroeste de España y pudimos comprobar que la endometritis subclínica tenía casi un 15% de incidencia y que estaba presente en un elevado porcentaje de vacas con síndrome de repetición de celos. Es importante recordar que las infecciones uterinas están directamente relacionadas con la subfertilidad, produciendo una depresión marcada de la función reproductiva.
Otro de los factores relacionados con el Síndrome de Repetición de Celos fue la dificultad de parto. Así las vacas que tenían un parto distócico tenían un riesgo dos veces mayor que las que parían sin problemas. No podemos olvidar que la distocia predispone a las vacas a desarrollar infecciones uterinas, por lo que la relación entre estos factores es fácil de entender.
También fue interesante comprobar que una vaca coja o una vaca con cetosis tenían de dos a tres veces más riesgo de convertirse en vacas 'Repetidoras' que las vacas sin esas patologías. La situación fue más grave cuando considerábamos las mamitis. En estos casos el riesgo se multiplicaba por dos o por tres en función de si hablásemos de infecciones subclínicas o clínicas (respectivamente).
El efecto que tienen las mamitis sobre la reproducción ya ha sido puesto de manifiesto en diversas investigaciones en todo el mundo. En Galicia se realizó un estudio empleando 2053 lactaciones de vacas Holstein y se comprobó que aquellos animales con recuentos de células somáticas inferiores a 200.000 células/mL en los 30 días posteriores a la primera inseminación tenían una tasa de concepción de 31,2%. Sin embargo, en las vacas con recuentos superiores, la tasa de concepción era de 25,1%. El efecto parece originarse porque en una ubre con mamitis se producen una serie de sustancias (toxinas bacterianas, mediadores de la inflamación, etc.) que pasan a la sangre y afectan a diferentes órganos relacionados con la función reproductiva (hipotálamo, hipófisis, ovarios, útero) provocando una alteración en el normal funcionamiento de estas estructuras. Si a esto le unimos que la situación de dolor y malestar ocasiona estrés al animal, tendremos la explicación a las repercusiones negativas en la función reproductiva de las hembras bovinas.
En cuanto a la estación de parto, apreciamos que las hembras que parían en la primavera tenían casi tres veces más riesgo de tener Síndrome de Retención de Celos que las que lo hacían en el otoño. Probablemente, esto sea debido a que las vacas que paren en primavera tienden a ser servidas al final de la primavera y durante el verano, épocas en las cuales el estrés térmico puede provocar un descenso en la fertilidad, más marcado cuanto mayor sea la cantidad y la duración del calor.
Finalmente, también comprobamos la influencia de la pérdida de condición corporal sobre la probabilidad de aparición del Síndrome de Repetición de Celos. Así, cuando en el posparto se perdía entre 1 y 1,25 puntos de condición corporal, el riesgo se multiplicaba por 2 (tabla 2).
Tabla 2. Aumento del riesgo de aparición de Síndrome de Repetición de Celos de acuerdo con el factor de riesgo presente en la explotación.
En conclusión, el Síndrome de Repetición de Celos es un proceso frecuente en el ganado vacuno, con enormes implicaciones en la rentabilidad de las explotaciones ganaderas. Es sumamente importante conocer cuáles son los factores de riesgo implicados en este proceso para poder actuar en las granjas y disminuir, en lo posible, la incidencia de esta patología. Debemos tener en cuenta que, si en nuestra granja tenemos animales cojos, con mamitis, con cetosis y que tienen una notable pérdida de condición corporal, el riesgo de tener vacas 'Repetidoras' se incrementa notablemente. Además, deberemos minimizar la incidencia de infecciones uterinas y de distocias para disminuir el número de vacas repetidoras en nuestros establos.
