Ahorrar en carreteras sale caro
Desde que Europa impuso a España los objetivos de déficit, los últimos Gobiernos han tratado de lograr su reducción por la vía del gasto. La destinada a la obra pública es una de las partidas que más han visto reducida su cuantía, soportando en sus espaldas buena parte de esta reducción del déficit.
Dentro de esta reducción de las inversiones en obra pública a mínimos, la carretera se ha llevado la peor parte. Si el desarrollo del ferrocarril no ha cesado en los últimos años, el asfalto y especialmente su mantenimiento han sufrido las peores consecuencias de los recortes.
Desde Asefma llevan varios años advirtiendo de una situación cuyo presidente, Juan José Potti, califica de “extremadamente grave”. La ausencia de gasto ya no en el desarrollo de nuestras carreteras, sino en su conservación, conlleva una serie de amenazas bastante evidentes. La primera, que el deterioro de las vías por las que se realiza el tráfico rodado de vehículos pone en riesgo la seguridad de sus usuarios.
En segundo lugar, la cuantía que supone paliar este déficit de conservación, lejos de ser una cifra fija va aumentando de forma exponencial a medida que se retrasan las actuaciones en el tiempo. Se trata de una advertencia que desde el sector hace años se lleva realizando y que según los informes que maneja la Asociación Española de la Carretera el déficit acumulado en conservación ya supera los seis mil millones de euros.
En la actualidad, el sector está enfocando su lucha por recuperar la inversión en las carreteras desde el punto de vista de la I+D y del impacto que tendría en la reducción de emisiones de CO2 una adecuada conservación viaria. El transporte es un sector altamente contaminante, siendo el responsable del 24% de la emisión total de gases de efecto invernadero. Y dentro de este 24%, las carreteras son responsables del 95%: en definitiva, casi la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden a la carretera.
Hay por tanto un amplio margen de actuación tanto a la hora de fabricar las mezclas bituminosas como en el consumo de los vehículos. Un consumo que, según un informe reciente de Asefma, se podría reducir hasta un 15% si las carreteras por las que circulan están en buen estado. Además, se abre una vía de I+D+i aplicada al asfalto que siempre tiene consecuencias positivas desde el punto de vista de la economía.
Ahorrar en carreteras ayuda a alcanzar los objetivos de déficit impuestos por la Unión Europea, pero acarrea una serie de consecuencias que van desde la seguridad hasta el aumento del gasto en el medio plazo. Revertir la situación sería beneficioso para todos.