Algunos riesgos de no jubilarnos a tiempo…

Una parte importante de los propietarios de talleres mecanizados se encuentran en una edad cercana a la de la prejubilación (55-60 años) y empiezan a ser conscientes de que, en un futuro no muy lejano, llegará el momento de ceder las riendas del negocio familiar a la siguiente generación. A pesar de ello, las estadísticas apuntan a que buena parte de las empresas familiares en España no tiene planificado adecuadamente el traspaso a los hijos, porque el ritmo frenético del día a día en una Pyme sólo les deja tiempo para resolver lo más urgente e inmediato.

En muchos casos me encuentro con familias empresaria que han pospuesto la planificación del relevo hasta que a los padres les quedaban pocas semanas para jubilarse e irse del negocio. Este hecho, además de ser un factor que puede desmotivar y frustrar a la nueva generación, apartándola del negocio familiar para buscarse su futuro en otra empresa o sector, también entraña dos riesgos empresariales muy claros para la continuidad del taller.

Por un lado, es un freno al cambio, a la diversificación y a la adaptación del modelo de negocio a nuevas realidades tecnológicas, algo muy necesario en el sector metalmecánico. La generación anterior, en vistas de su próxima jubilación, suele ser más conservadora y perder parte del impulso innovador que la llevaba a invertir en esta área, pero en un mercado tan global como el nuestro, si queremos que la empresa familiar continúe no podemos permitirnos quedarnos desactualizados o dejaremos de ser competitivos. En este punto, delegar en las nuevas generaciones suele ser muy positivo, pues suelen tener menos miedo a arriesgar y mantener el espíritu emprendedor.

Por otro lado, retrasar en exceso el relevo generacional suele acabar conllevando que el traspaso se acabe haciendo tarde y mal y que la nueva generación tenga que asumir la dirección del taller familiar de forma abrupta, sin el acompañamiento necesario y sin regular las relaciones familia-empresa-propiedad. Esto llevará aparejada una importante pérdida de los conocimientos clave y de las habilidades críticas que almacenaban los antecesores y, en algunos casos, hará aflorar viejos conflictos familiares, dejando la empresa familiar mucho más vulnerable que si se hubiese llevado a cabo adecuadamente el relevo generacional.

Con base en mi experiencia, la estrategia más recomendable para culminar con éxito el traspaso es realizarlo de forma paulatina y planificada. Poco a poco, en un proceso que puede durar años, iremos delegando tareas y áreas para hacer espacio y que los hijos comiencen a asumir responsabilidades en el día a día, de menos a más, mientras que nosotros, los padres, nos iremos trasladando progresivamente a posiciones no ejecutivas como asesores, muchas veces de forma informal. Afortunadamente, cada vez hay más consciencia sobre la importancia de planificar así la salida del fundador del negocio y la entrada de sus sucesores, para hacerla de forma gradual y facilitar que se pueda realizar con éxito el relevo en la empresa familiar.

Por último, quiero hacer hincapié en que el relevo generacional no tiene por qué conllevar la cesión de la propiedad de los talleres, es decir, transmitir las acciones y/o participaciones, sino que esto se puede realizar más adelante con un adecuado asesoramiento legal. Para este punto es importante contar con el asesoramiento necesario para una óptima planificación fiscal que nos garantice que podremos vivir cómodamente durante la jubilación.