El diseño de las granjas es la primera barrera de bioseguridad para evitar la entrada de enfermedades
La bioseguridad se convierte en un elemento clave desde el primer trazo del proyecto, en el caso del diseño de explotaciones agropecuarias. “El diseño constructivo de las granjas es la primera barrera para reducir el riesgo de entrada y difusión de enfermedades”, según el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias.
Por eso, en muchos proyectos se busca ubicaciones lo más aisladas posible para reducir el riesgo de contacto y minimizar la exposición a enfermedades. Además, se suelen instalar dos tipos de vallado: uno perimetral, que permite el paso de la pequeña fauna, y otro interior, impermeable, con acceso restringido solo a personal y profesionales, quienes deben pasar por duchas obligatorias antes de entrar. Todo ello subraya la responsabilidad y el papel técnico que desempeñan los proyectistas en la protección del sector agropecuario, explican desde el Colegio.
Aunque la bioseguridad abarca toda la explotación, los ingenieros agrónomos coinciden en que los vehículos son el principal foco de riesgo. Para mitigarlo, las granjas incorporan vados de desinfección y, en algunos casos, mochilas de desinfección móviles, que permiten limpiar herramientas o zonas específicas donde el riesgo es mayor. También se proyectan arcos de desinfección y zonas de limpieza a presión para equipos, jaulas y maquinaria, evitando que cualquier material contaminado entre en contacto con los animales.
“El brote de PPA en jabalíes o el confinamiento de aves de corral nos recuerda que el cerramiento perimetral y el doble vallado no son opcionales: son esenciales para impedir el contacto directo con fauna salvaje”, señala el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias.
Cada movimiento dentro de la granja se planifica: recorridos unidireccionales para trabajadores y animales, circuitos separados para suministros, materiales lavables y resistentes a desinfectantes, drenajes eficientes y silos ubicados fuera de las áreas productivas. Todo esto reduce al mínimo la contaminación cruzada y refuerza la barrera sanitaria de la explotación.








