Anuario Marítimo Español 2023

Ante este complicado entorno, hemos tenido que reorientar la actividad de la Armada para cumplir tanto con los compromisos adquiridos en el marco de las Organizaciones Internacionales de Seguridad y Defensa a las que pertenecemos, como también para asegurar los cometidos asignados a la Armada en la contribución a la Defensa Nacional, y en especial a garantizar la seguridad marítima. En consecuencia, hemos mantenido nuestra aportación habitual a las Agrupaciones Permanentes de la OTAN y contribuido a la seguridad marítima mundial bajo bandera de la Unión Europea en el Golfo de Guinea y las costas de Somalia. Pero también hemos mostrado nuestra capacidad de respuesta nacional autónoma, desplegando por primera vez un Grupo Expedicionario Anfibio (DÉDALO-23), que mostró el verdadero valor de la Fuerza Naval en la mar y de su contribución a la política exterior del Estado en la operación de apoyo a los damnificados por el terremoto que asoló Turquía y Siria el pasado mes de febrero, siendo los primeros medios internacionales que llegaron a la zona. Pero la relevancia de la Armada no está únicamente en el exterior, nuestras unidades han continuado contribuyendo las 24 horas del día, los 365 días del año a las operaciones permanentes de vigilancia y seguridad en los espacios marítimos de soberanía nacional. Sin olvidarnos de otras muchas misiones en las que la Armada contribuye a la acción del Estado en la mar junto con otros organismos y administraciones nacionales e internacionales como, entre otras, la campaña de investigación Antártica; la vigilancia de pesca, la seguridad de la vida humana en la mar, las campañas hidrográficas o la protección del patrimonio arqueológico sumergido. No obstante, para continuar cumpliendo con todos estos cometidos en busca de una mar más segura, resulta necesario modernizar y evolucionar las capacidades para mantener una Flota equilibrada y eficaz. Y este es un reto que debemos afrontar de la mano de nuestra industria de defensa, con la que afrontamos el reto de, por una parte, ser capaces de incorporar con agilidad los desarrollos tecnológicos emergentes y disruptivos, que están mostrando su eficacia en los conflictos mencionados. Y por otra, que la industria sea capaz de crecer de forma progresiva y sostenible, desarrollando las capacidades industriales que permitan proporcionar las nuevas tecnologías que las unidades de la Armada requieren. Muestra de esta buena sintonía con nuestra industria es que seguimos dando avante en la renovación de nuestras unidades, siendo destacables los programas de construcción de las fragatas F-110 o el del nuevo buque de intervención subacuática. Aunque merece una mención especial, tras una larga singladura, la entrega a la Armada del submarino S-81 “Isaac Peral” el pasado mes de noviembre, que nos sitúa en el selecto club de países capaces de diseñar y construir sus propios submarinos, reforzando con ello nuestra autonomía industrial, y permitiendo a la Armada dar un importante salto tecnológico en sus capacidades. Por otra parte, nuestro compromiso con la seguridad marítima también afecta al principal valor de la Armada, sus hombres y mujeres. En un entorno operativo cada vez más dominado por las tecnologías emergentes y disruptivas, nuestros hombres y mujeres deben continuar constituyendo el “centro de la Armada”, por ello, la búsqueda de la excelencia en la formación será esencial. Sin embargo, esta formación debe ser integral, sumando a los conocimientos técnicos, la formación humana y militar, basada en los valores de nuestra institución. En definitiva, la nueva realidad geopolítica y nuestra innegable dependencia del mar, hacen necesario que la Armada continúe evolucionando para garantizar, en y desde la mar, la seguridad de la comunidad marítima en beneficio del bienestar y la prosperidad de España. 19 ANUARIO MARÍTIMO ESPAÑOL ⎮ ARMADA ESPAÑOLA

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