Instalar hidrógeno en una estación de servicio: una transformación que ya está en marcha
El hidrógeno dejó de ser una promesa abstracta el día que una estación compacta —apenas veinte metros cuadrados y quince kilovatios— empezó a operar entre el asfalto del circuito de pruebas de BMW en Miramas (Francia). Allí, el modelo de hidrolinera modular de HVR Energy alimentó turismos de pila de combustible a 700 bar durante un piloto coordinado por EIT Urban Mobility. Esa escena, lejos de ser una postal, actúa hoy como punto de inflexión para una pregunta muy concreta: ¿se puede instalar un punto de repostaje de hidrógeno en una estación de servicio existente junto a otros combustibles?
¿Cuánto espacio necesito para poner un punto de repostaje de hidrógeno?
La fotografía técnica sorprende por su austeridad: almacenamiento transportable a alta presión (TPED ≥500 bar), un ‘booster’ compacto para 900 bar, armarios de distribución y un dispensador doble 350/700 bar. Esa arquitectura, que reduce al mínimo la compresión ‘in situ’, permite instalarlo sobre una losa de hormigón y requiere una conexión eléctrica modesta —15 kW—, dentro de la propia estación existente. Resultado: menos obra, menos potencia y menos tiempo.
En este punto, el mensaje para el operador es simple: el hidrógeno no exige reconfigurar toda la estación, solo reservar un espacio equivalente a un lavado de coches y conectar un ‘equipo’ más a su ecosistema.
¿Permisos complejos?
El ‘permiting’ siempre representa una parte fundamental y a menudo genera incertidumbre. El modelo de estación de servicio INICIA o ACTIVA que propone HVR plantea una instalación relativamente sencilla, con apenas obra civil y basada en equipos modulares que se instalan sobre una superficie plana. Al integrarse dentro de una estación que ya dispone de licencia de actividad para la distribución de combustibles, el proceso administrativo se simplifica y los plazos se acortan, reduciendo así el riesgo regulatorio para el operador.
El modelo de estación de servicio INICIA de HVR Energy, ideado para dispensdar hidrógreno a 350 bar, puede operarse sin compresor ‘in situ’, en muy poco espacio (10 m2) y sólo 750W, y puede adaptarse a 700 bar empleando un 'booster' pequeño y sistemas de almacenamiento PED.
El dilema 350/700 bar, resuelto en la práctica
El patrón de uso decide la configuración. Si el tráfico objetivo es pesado (bus y camión) sin vehículo ligero la propuesta es INICIA. A 350 bar puede operarse sin compresor ‘in situ’, con muy poco espacio (10 m2) y sólo 750W. Si además hay turismos o flota ligera, entra en juego el 700 bar con un ‘booster’ pequeño y almacenamiento PED moderado. Aumenta la necesidad de espacio (20m2) y la necesidad de potencia instalada.
Adaptarse a la demanda
Es fundamental que las estaciones se ajusten a la demanda real en cada momento. Realizar inversiones demasiado grandes con la expectativa de una demanda futura elevada implica riesgos económicos significativos. Adelantarse demasiado con instalaciones sobredimensionadas no solo puede generar pérdidas, sino también aumentar el OPEX y los riesgos tecnológicos, ya que el mercado aún está definiendo si predominarán soluciones a 700 bar, hidrógeno líquido u otras tecnologías.
Por eso, HVR propone comenzar con una estación de menor tamaño, adaptada a la demanda inicial, y ampliarla de forma progresiva a medida que el tráfico de vehículos crezca. La ampliación está prevista desde el diseño: se van añadiendo de forma sencilla y predefinida según evoluciona la demanda y la tecnología. Inicialmente, se puede operar a 350 bar, incorporar después el módulo de 700 bar y escalar fácilmente hasta dispensar una tonelada diaria sin rehacer la instalación.
Modelo operativo: pagar por uso, compartir ingresos o co-marca
La adopción no depende solo de la tecnología, también del contrato. HVR ha empaquetado la hidrolinera como un servicio: instalación, operación y mantenimiento incluidos. El operador aporta espacio y potencia, y participa del kilogramo vendido. El modelo puede ir co-brandeado con la imagen de la estación o bajo marca HVR. Existe además la alternativa de alquiler con un ‘revenue share’ ligero. Para quien vive de márgenes ajustados, la diferencia entre CAPEX incierto y un coste operativo predecible puede ser la frontera entre probar o postergar.
Qué hay detrás del “menos CAPEX y menos OPEX”
No es magia, es física y logística, llevar a la estación hidrógeno a ≥ 500 bar permite dispensar a 350 bar sin comprensor y a 700 bar con un ‘booster’ de pequeña potencia. Así se reduce la necesidad de almacenamiento estático de alta presión, baja la demanda eléctrica (≈15 kW) y la huella se limita a ~20 m². La ingeniería se traduce en euros: menos obra, menos consumo, menos mantenimiento. Pero la clave es otra: poder empezar con un equipo que acompaña el tráfico real sin hipotecar a diez años un diseño sobredimensionado.
Voces del proyecto
“Nuestra meta es liderar el despliegue de hidrolineras en España con un modelo adaptable a la realidad actual”, resume Santiago Ramas, director general de HVR Energy. La experiencia acumulada y la colaboración con tecnólogos en diseño y operación han cristalizado en una plataforma pensada para replicarse. El piloto con BMW y EIT Urban Mobility —añade— no cierra una etapa: abre la siguiente, en la que la red empieza a crecer y el mercado deja de preguntarse “si” para preguntarse “dónde”.
Desarrollando la red en España
El foco operativo y las ayudas solicitadas —nacionales e internacionales—están hoy en España. La validación en Francia aporta credenciales, pero el despliegue y la inversión se concentran aquí, empezando por Madrid y extendiéndose por Galicia, Valencia, Alicante, Murcia y Andalucía, entre otras. Para un operador local, eso significa soporte cercano, documentación estandarizada y una hoja de ruta que prioriza ubicaciones con tráfico real.
Lo que ve el usuario final (y lo que no)
Desde el lado del conductor, la experiencia importa: un surtidor con interfaz familiar, una manguera, un ‘display’ que muestra kilogramos y precio, y un proceso que dura minutos. Lo que no se ve es un sistema que ha sido pensado para no estorbar la operación diaria de la estación, para convivir con diésel y eléctricos, y para aumentar su capacidad al ritmo del tráfico. Ese equilibrio —integrarse sin molestar y crecer sin fricciones— explica por qué la conversación ha saltado del PowerPoint al contrato comercial.
Mirando a 2030: red suficiente, fiabilidad industrial
La transición no depende de un ‘prototipo que funciona’, sino de una red que funciona. Para que una flota sustituya diésel por hidrógeno se necesitan estaciones disponibles, con costes contenidos y servicio 24/7. El estándar que se consolida —modular, de baja potencia y obra mínima— permite pasar de pilotos aislados a malla operativa. Al ritmo que marca Afir, 2027–2030 serán los años en que el hidrógeno pase de novedad a rutina en corredores y áreas urbanas. Y esa rutina empieza donde están los clientes: en las estaciones existentes.
Instalar bien es instalar simple
Una idea se repite constantemente en las conversaciones con operadores: cuanto más simple sea la instalación, menor será el riesgo y más rápido el avance. Reducir la obra, la potencia y apostar por la modularidad significa facilitar permisos y acelerar la transición al hidrógeno. El hidrógeno deja de ser una promesa cuando se convierte en una solución práctica, adaptada a las condiciones reales de cada estación. HVR demuestra que la transición energética no exige grandes saltos, si no pasos seguros: integrar el hidrógeno con sentido operativo, económico y técnico para construir una red real y sostenible.






















