EBA analiza el avance del biogás y el biometano en Europa
La Asociación Europea del Biogás (EBA) presentó el 10 de diciembre su informe estadístico anual, en el que detalla qué volumen de biogás y biometano produjo Europa en 2024, quién capitalizó la mayor parte de esta generación, cómo evolucionó el número de plantas, cuándo se registraron las principales incorporaciones de nuevos países productores, dónde se concentraron las inversiones previstas hasta 2030 y por qué estas tecnologías se consideran esenciales para reforzar la seguridad energética y la descarbonización del continente.
La producción europea gana peso en el sistema gasista
Según el informe estadístico de la Asociación Europea del Biogás, “la producción europea de biogás y biometano registró un moderado crecimiento en 2024: 22 bcm (millones de metros cúbicos) frente a los 21,7 bcm del año anterior”. Los 27 estados miembros de la Unión Europea concentraron 19 bcm, suficientes para cubrir el 6% de la demanda de gas natural del bloque. Este volumen equivale al consumo anual conjunto de Bélgica, Dinamarca e Irlanda.
El documento señala que el número de plantas de biogás y biometano en Europa superó las 21.000 instalaciones a finales de 2024. El biometano consolidó su avance con una producción de 5,2 bcm —4,3 bcm generados en la UE—, mientras que la capacidad total instalada alcanzó los 7 bcm a comienzos de 2025. En el primer trimestre del año, operaban ya 1.620 plantas (1.483 en la UE), el 86% conectadas a redes gasistas.
La EBA subraya que el sector del biometano se ha convertido en un polo de inversión privada, con compromisos estimados de 28.400 millones de euros hasta 2030. Este esfuerzo inversor se traduciría en la puesta en operación de 900 nuevas plantas durante los próximos cinco años.
Movilidad, usos finales y aportación a la economía circular
El informe destaca la diversidad de aplicaciones del biogás y el biometano, desde la generación eléctrica y térmica hasta el uso industrial y doméstico. También remarca su integración creciente en la movilidad mediante bio-GNL. La previsión es que en Europa entren en operación 153 nuevas plantas de bio-GNL hasta 2028, añadiendo una capacidad anual de 13,1 TWh, de los cuales el 80 % se destinaría al transporte por carretera.
Respecto a los recursos empleados, el 69% del biometano europeo procede de residuos agrícolas y un 22% de la valorización de residuos sólidos urbanos. La EBA subraya la circularidad del modelo, apoyada en coproductos como el digestato y el bio-CO2. En 2024, el digestato producido permitió al sector agrícola prescindir del 17% de los fertilizantes nitrogenados y del 25% de los fosfatados.
La extensión del biometano avanza también a nivel geográfico. 25 países producen ya este gas, con las incorporaciones de Portugal en 2022, Lituania y Ucrania en 2023 y Polonia en 2025.
Seguridad energética y flexibilidad del sistema: prioridades para Europa
En un contexto en el que la Unión Europea consume 332 bcm de gas al año y mantiene una dependencia exterior de 273 bcm importados, la EBA subraya la urgencia de acelerar fuentes renovables y locales como el biometano y el biogás. Estas tecnologías permiten reducir la vulnerabilidad ante los mercados globales y reforzar la competitividad industrial.
El informe recuerda que la capacidad de generación eléctrica gestionable cayó de 424 GW en 2012 a unos 380 GW en 2023, mientras crecen tecnologías variables como la eólica y la solar. En este escenario, los biogases se perfilan como una herramienta clave para garantizar el equilibrio del sistema eléctrico en momentos de baja producción renovable.
En cuanto a la inversión estimada en biometano, el documento asigna 7.500 millones para 2025-2026 y otros 17.700 millones para 2027-2030. Estas inversiones generarían una capacidad adicional de 7,3 bcm por año, con 6,7 bcm que se esperan disponibles en 2030.
Proyecciones a 2030 y 2040: potencial y diferencias con los objetivos europeos
La EBA señala que la práctica totalidad de los Pniec actualizados mencionan el biogás y el biometano, 21 países incorporan disposiciones específicas, 14 prevén un crecimiento concreto del biometano y nueve realizan proyecciones para el biogás. En conjunto, suman 25,8 bcm anuales para 2030, aunque distan del objetivo de 35 bcm marcado en REPowerEU.
Para 2040, Europa podría producir 111 bcm de biometano, de los cuales 101 bcm corresponderían a la UE-27. Este potencial se reparte entre 74 bcm procedentes de digestión anaerobia (67%) y 37 bcm derivados de gasificación térmica (33%). Según la EBA, estas cifras implican multiplicar entre cinco y siete veces los niveles actuales.
Obstáculos regulatorios y necesidad de un marco estable
La Asociación Europea del Biogás advierte que “los inversores están preparados. La tecnología está disponible. Lo que permanece incierto es el contexto político y regulatorio”. A su juicio, el crecimiento moderado de 2024 no acompasa las exigencias climáticas, industriales y de seguridad de suministro.
El informe destaca prioridades como modernizar y mantener las redes de transporte y distribución, asegurar una retribución adecuada a las actividades reguladas y reducir las barreras administrativas. La EBA sostiene que estos factores son esenciales para que la innovación y la inversión privada puedan desplegar todo su potencial, especialmente en un entorno de tensiones geopolíticas y volatilidad energética.
España: avances, potencial y barreras
Sedigas, miembro de la EBA, recoge que España finalizará el 2025 con 22 plantas de biometano en operación. Según Enagás GTS, estas instalaciones produjeron más de 410 GWh en los últimos 12 meses, equivalente al 0,12% de la demanda nacional de gas natural. La cifra es significativamente inferior al potencial identificado por Sedigas y por la Comisión Europea: 163 TWh anuales, lo que situaría a España como el cuarto país con mayor capacidad de generación de biometano en Europa.
La EBA coloca a España a la cabeza de los receptores de inversión privada en biometano, con 4.800 millones estimados hasta 2030. Sin embargo, el despliegue no avanza al ritmo necesario para cumplir los objetivos climáticos y de seguridad energética.
Joan Batalla, presidente de Sedigas, sostiene que “el problema no es la tecnología, ya madura, como prueba la experiencia europea; tampoco la financiación privada, los promotores no dejan de dar pruebas de su apetito inversor”. En su opinión, el freno se vincula a la falta de ambición política y la incertidumbre regulatoria: “El sector reivindica que las políticas para el biometano ofrezcan un marco estable a largo plazo para no desincentivar las inversiones, la reducción de los plazos administrativos, la creación de una ventanilla única y la homogeneización de los marcos regulatorios para desbloquear la potencialidad del biometano como pilar estratégico una transición energética que no comprometa la seguridad del suministro y la competitividad industrial”.




































