El informe 'Estadísticas de Energías Renovables 2025' evidencia la creciente asimetría regional en la transición energética global
Según el último informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), al ritmo actual el planeta no logrará triplicar la capacidad instalada de generación limpia hasta los 11,2 TW en 2030: faltarán 900 GW. La organización insta a movilizar políticas y financiación que canalicen capital y tecnología hacia los países que avanzan con mayor lentitud, para evitar que la desigualdad territorial frene los beneficios socioeconómicos de la transición energética.
Las Estadísticas de Energías Renovables 2025, publicadas recientemente por Irena, demuestra que el aumento de la potencia renovable durante 2024 ha mantenido la tendencia de los últimos ejercicios, pero también revela una distribución geográfica cada vez más desequilibrada. El informe anual de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) sitúa la cuota asiática en el 71% de los 582 GW incorporados, equivalente a más de 413 GW, impulsada sobre todo por la fotovoltaica china. Europa aportó un 12,3% y Norteamérica un 7,8%, mientras que los continentes históricamente infraequipados se repartieron una fracción mínima: África registró un incremento del 7,2% sobre su base instalada y, junto con Eurasia, Centroamérica y el Caribe, apenas alcanzó el 2,8% del crecimiento global.
Despliegue fotovoltaico en Asia y estancamiento en África
Irena vincula la expansión asiática al rápido despliegue de capacidad solar en países como China, donde las instalaciones fotovoltaicas superaron en 2024 los 297 GW. Esta cifra equivale a más de la mitad de toda la capacidad nueva instalada en el mundo durante ese año. India y otras economías del sudeste asiático también impulsaron licitaciones y proyectos de gran escala.
En contraste, los países africanos añadieron menos de 3 GW de nueva capacidad renovable durante 2024, lo que supuso una caída del 11% respecto al año anterior. Este descenso representa apenas el 0,4% de la nueva capacidad mundial. Irena subraya que esta tendencia limita los beneficios económicos y sociales de la transición energética en regiones que requieren una electrificación más rápida y sostenible.
El informe indica que el desfase entre regiones podría dificultar la consecución de los objetivos globales en materia de energía y clima. África, Eurasia, Centroamérica y el Caribe siguen lejos de los niveles de inversión y despliegue necesarios para contribuir de manera significativa al esfuerzo colectivo.
Progresión insuficiente para cerrar la brecha de 900 GW
El acuerdo alcanzado en la COP28 fijó como meta triplicar la capacidad renovable instalada hasta alcanzar los 11,2 TW en 2030. El análisis de Irena muestra que, si se mantiene la tasa de crecimiento observada en los últimos años, el mundo alcanzaría 10,3 TW, lo que dejaría una brecha de 900 GW con respecto al objetivo. Para cubrir ese déficit sería necesario acelerar el ritmo de despliegue.
Francesco La Camera, director general de la agencia, advierte de que “se necesitan políticas específicas e instrumentos financieros para liberar capital y tecnología donde más se necesitan”. El informe insiste en que las inversiones deben dirigirse hacia las regiones más rezagadas para garantizar que la transición energética beneficie a todas las economías.
Además del esfuerzo inversor, el informe señala la necesidad de cooperación internacional, desarrollo de capacidades y mejora de los marcos regulatorios para acelerar el despliegue en regiones subatendidas. Irena considera que sin estos ajustes, la brecha entre países podría ampliarse aún más en los próximos años.
Una distribución más equilibrada de la infraestructura energética resulta esencial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. La agencia afirma que el retraso en determinadas regiones podría tener efectos prolongados sobre el acceso a la energía, la competitividad económica y la reducción de emisiones.
Distribución por tecnologías y peso relativo en el mix global
El desglose tecnológico de las nuevas instalaciones confirma la supremacía de la energía solar, que aportó 453 GW de los 582 GW instalados, es decir, el 78% del total. La energía eólica añadió 114 GW, lo que supone cerca del 20%. Entre ambas tecnologías sumaron un 97,5% de las incorporaciones netas durante el año.
Con estas cifras, la capacidad mundial libre de emisiones alcanza ya el 46,2% del parque global, prácticamente al mismo nivel que las tecnologías fósiles, que representan el 47,3%. La energía hidroeléctrica representa el 16,2% de la potencia instalada mundial, con 1.393 GW.
También la generación renovable creció durante 2023. La producción eléctrica procedente de fuentes limpias aumentó un 5,6% respecto al año anterior, hasta alcanzar los 8.928 TWh. En cambio, la generación no renovable solo creció un 1,2%. Esto supone que las energías limpias representaron ya un 30% del total de la electricidad generada, una proporción que hace apenas ocho años se situaba en el 20%.
El informe concluye que el despliegue récord de capacidad limpia en 2024 constituye un avance relevante, pero advierte de que no es suficiente para alcanzar los objetivos fijados a 2030. Irena insiste en que deben redoblarse los esfuerzos en las regiones menos avanzadas, donde el despliegue sigue siendo lento, para evitar una transición desigual. La agencia remarca que el progreso en la transición energética debe traducirse en beneficios sociales y económicos accesibles a todos los países, no solo a los más industrializados.




































