Los pueblos indígenas son clave para proteger la vida silvestre y los medios de vida rurales
Redacción oviespana.com06/03/2017
Las comunidades locales necesitan apoyo para mitigar los conflictos entre la población y la fauna silvestre
Las culturas de los pueblos indígenas entrañan tradicionalmente una buena gestión de la vida silvestre. Pastor maasai con una oveja preñada en Narok, Kenya.
La participación activa de los pueblos indígenas y comunidades locales en la conservación de la vida silvestre es clave para preservar la biodiversidad y garantizar medios de vida rurales sostenibles, aseguró hoy la FAO con motivo del Día Mundial de la Vida Silvestre.
Los retos urgentes a los que se enfrenta el planeta para mantener la biodiversidad, requieren que los pueblos indígenas estén empoderados para actuar a nivel nacional con la ayuda de la comunidad internacional, según la Organización de la ONU.
“Las culturas de los pueblos indígenas y las comunidades locales integran la custodia de la vida silvestre. Sencillamente, no pueden concebir su vida separada de la naturaleza y tienen un gran interés en el uso sostenible de los recursos”, señaló Eva Müller, Directora de la División de Políticas y Recursos Forestales de la FAO. “El empoderamiento de estos grupos -añadió-, combinado con sus conocimientos y capacidad de planificación a largo plazo, es esencial para asegurar la supervivencia de las generaciones futuras, tanto de los seres humanos como de la vida silvestre”.
Esta relación entre humanos y vida silvestre es el tema central de una nueva edición de Unasylva, la publicación forestal trimestral de la FAO presentada hoy, y elaborada de forma conjunta con la Asociación de colaboración sobre manejo sostenible de la vida silvestre (CPW, por sus siglas en inglés), integrada por 14 organizaciones y secretarías internacionales, incluida la FAO.
Los autores citan estudios de casos de diversos países para ilustrar cómo los pueblos indígenas pueden optimizar los beneficios para sus medios de subsistencia y salvaguardar la vida silvestre, siempre que se les dé el derecho de tomar sus propias decisiones en los territorios que habitan.
En la zona norte del Monte Kenya, por ejemplo, el denominado Il Lakipiak Maasai (“Pueblo de la vida silvestre”) posee y opera el único santuario de rinocerontes de propiedad comunitaria existente en el país. Este pueblo indígena ha logrado atenuar los conflictos entre los humanos y la fauna silvestre local provocados por la intrusión de animales silvestres que buscan agua, presas y pastos durante la sequía. Lo lograron reduciendo en sus tierras la tala de arbustos para asegurar más forraje para los animales. A través de esta estrategia de conservación, los maasai han demostrado que pueden coexistir armoniosamente con la vida silvestre al tiempo que sostienen sus propias vidas y culturas pastoriles.
Coexistencia en beneficio mutuo
Varias especies de fauna silvestre pueden causar importantes daños a los sistemas agrícolas y ganaderos, amenazando la seguridad alimentaria, la seguridad y el bienestar de las personas. En casos extremos, los ataques de especies silvestres como elefantes y cocodrilos pueden provocar lesiones e incluso la muerte de personas, según la publicación.
Los conflictos entre humanos y vida silvestre se han hecho más frecuentes y graves, especialmente en África, debido al aumento de la competencia por la tierra en zonas previamente agrestes y deshabitadas. A menudo son el resultado del crecimiento demográfico, la creciente demanda de recursos naturales y la mayor presión por el acceso a la tierra, con la expansión de las vías de transporte, la agricultura y la industria.
De forma específica, la publicación subraya que en África central y austral, la fauna y la población seguirán compartiendo paisajes y recursos, y que existen conflictos que probablemente empeorarán a menos que se tomen medidas.
En vista de ello, la FAO, el Centro de Investigación Agrícola para el Desarrollo Internacional (CIRAD )de Francia, y otros socios, han desarrollado el primer conjunto de herramientas sobre los conflictos entre los seres humanos y la vida silvestre (Human-Wildlife Conflict-HWC) , que ha ayudado a una comunidad local en el Parque Nacional Monts de Cristal, en Gabón.
Los campesinos locales en esta zona estaban particularmente frustrados por el hecho de que distintos animales -ratas de la caña, antílopes ruanos, cerdos salvajes y elefantes-, estaban destruyendo sus cosechas por completo y amenazando así sus medios de subsistencia. Al mismo tiempo, las leyes prohíben que estos agricultores tomen medidas cazando los animales protegidos por su carne o para evitar que destruyan sus cultivos.
Las soluciones ofrecidas por la publicación de la FAO incluyen cercar las plantaciones para impedir que los animales accedan a los cultivos, encender fuego o hacer ruido para asustar a los animales, y situar guardias para vigilar las plantaciones por la noche, todas ellas medidas relativamente fáciles y baratas de implementar.