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Ritmo y diferenciación

Las plantas y su capacidad de generar vivencias

Prof. Dr. Wolfgang Borchardt06/06/2005

El principio de “ritmo y diferenciación” es a menudo más importante que el uso de colores espectaculares para la calidad de las vivencias generadas por una plantación. El ritmo de una plantación es perceptible por cualquier persona, sin necesidad de tener que recurrir a explicaciones – una condición previa importante para que el observador pueda realizar sus propios “descubrimientos”.

El presente artículo ha sido adaptado del publicado en la revista “Grün Forum LA”, de la editorial Thalacker de Braunschweig, en agosto de 2004. Wolfgang Borchardt es profesor del Departamento de Arquitectura del Paisaje de la Escuela Universitaria de Erfurt, República Federal de Alemania. Traducción de Dr Miguel Merino-Pacheco

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El diseño no sólo hace necesario poseer conocimientos intuitivos; también exige del saber artesanal. Hay regularidades de la percepción sensorial que el planificador debe considerar en la medida que sus intenciones al diseñar sean también claramente legibles para otras personas. Estas normas comprenden el orden, la creación de contrastes y su equilibrio, así también como sus repeticiones y el incremento de los mismos (ritmo y diferenciación). Utilizando distintos tipos de plantas, estas reflexiones pueden aplicarse en cualquier ubicación y clima.


El principio de “ritmo y diferenciación” es a menudo más importante que la utilización de colores espectaculares para la calidad de las vivencias generadas por una plantación. Por lo demás, el ritmo de una plantación es perceptible por cualquier persona, sin necesidad de tener que recurrir a explicaciones – una condición previa importante para que el observador pueda realizar sus propios “descubrimientos”.

El “hilo conductor”
Todas las percepciones agradables despiertan el deseo de su repetición. Las plantas, como elementos de diseño que se repiten, sugieren algo positivo. Se les eleva a la posición de “patrón” familiar – un principio utilizado por la publicidad también, dicho sea de paso. Por otra parte, se debe señalar que una planta inadecuada o mal colocada no puede mejorarse, por más que se le repita una y otra vez.

Son las plantas individuales que se repiten (plantas “conductoras”), los bloques de plantas de la misma especie, los elementos lineales de vegetación (setos cortados, hileras de plantas) o superficies de vegetación con colores, formas o texturas determinadas, lo que genera ritmos estabilizadores y estructuras “legibles” . Este tipo de elementos facilitan la orientación del observador, pues los ojos buscan, antes que nada, la presencia de objetos iguales o parecidos que se repiten, a fin de sentirse cómodos. Percibidos al mismo tiempo, se funden en una matriz concisa. El análisis de los detalles (color, forma de las hojas, etc) se realiza solo a continuación.



Las plantas individuales pueden estar allí al azar, pueden ser incluso percibidas como molestas, cuando por su tamaño y forma de crecimiento no llegan a ser dominantes o su disposición está desvinculada de otros elementos. Solo mediante la repetición se percibe a las plantas como elementos dispuestos con un propósito, independientemente de su tamaño o ubicación.

Las plantas que se repiten, que están vinculadas entre sí espacialmente, ofrecen “escalones” para la vista, que señalan el camino hacia situaciones determinadas. De esta forma, la planta repetida asume una función de guía, es el “cartel indicador.” El carácter orientador de plantas individuales que se repiten se pone también de manifiesto cuando está señalando bordes de grupos de leñosas, de setos, de muros; o indicando límites de superficies ocupadas con distintos tipos de plantas, ayudando de esta manera a destacarlas.

Contrastando con repeticiones que se realizan a distancias variables, aquellas cuyo ritmo se expresa mediante distancias regulares entre las plantas no generan tanta “tensión” visual. Pero sí señalan orientaciones muy claras. Ejemplos extremos de esto se pueden observar en los jardines barrocos, donde el efecto se intensifica colocando los elementos de forma especular a lo largo de un eje de simetría. Otras aplicaciones son paseos, plantaciones en filas o tramadas de árboles, o un esquema de palntación que se repite de forma estereotipada, que facilita la planificación de largas bandas de plantas leñosas o estructuran de una forma comprensible canteros con distintos tipos de flores, sobre todo en jardines históricos.

Si lo que se buscan son contrastes entre colores o formas, se requiere un gran tacto para dar con la combinación acertada. El planificador establece, mediante el número de plantas iguales que se repiten, si el jardín luce o no equilibrado. A modo de ejemplo, para generar una imagen armónica, se necesitarán más plantas violetas que amarillas, o más plantas bajas que altas. También la disposición de las plantas sobre la superficie es una herramienta para alcanzr una impresión general de cierta tensión pero que sea al mismo tiempo equilibrada al mismo tiempo.


Beethoven
La elección acertada de las especies que se repiten es esencial, dado que éstas determinan el carácter de una plantación. La repetición de aquellas plantas que tienen un color llamativo o una forma expresiva ofrece la mejor forma de orientarse. Sobre todo las plantas con perfiles verticales, como leñosas de forma “acolumnada” o de arbustos altos de arquitectura tipo “pilar” marcan acentos rítmicos fáciles de reconocer. Por lo contrario, también se puede, mediante la repetición de plantas poco destacadas, que solo llaman la atención en un segundo vistazo, elevar la sencillez al nivel de un principio y aproximar al observador, de forma casi imperceptible, una calidad a primera vista escondida.

La planta más alta y frondosa puede repetirse dominado la superficie , por ejemplo en mediante una emocionante composición triangular. Pero para ello no es necesario repetir ese motivo conciso, destacado, sino – como en la sonata 23, opus 57 para piano, Appasionata, de Beethoven – insinuarlo en distintas variaciones. Como consecuencia, la repetición se realiza más bien en las estructuras espaciales secundarias de plantas agrupadas. Pueden concebirse un paralelo botánico a un tema musical, cuyas repeticiones se desplazan desde la soprano al bajo y de esta forma esta voz destaca cada vez más; también aquí se ve en la repetición del motivo, en la densificación alternativa de distintas especies de plantas secundarias, de estructuras más bajas, una elevación del rango y una tematización de las mismas.

Diferenciación y elevación
El limitarse a una especie, forma o color de planta, utilizados en grandes cantidades, logra marcar un espacio libre de forma inconfundible. Pero el aun el efecto de las plantas con formas más características o de los colores más intensos y puros se desgasta si la repetición es machacona. La atención del observador, fuertemente exigida por la imagen pierde, luego de cierto tiempo, su capacidad de reaccionar frente a esos estímulos. Frente a esa situación, es necesario entonces recurrir a la diferenciación, a la variación del tema, como contramedida.

Los elementos diferenciados, no obstante, deben corresponderse en aspectos esenciales, de forma tal que la vinculación entre unos y otros sea reconocible. Ejemplos de ese tipo de variación pueden ser:

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Escalonamiento de las dimensiones de plantas de la misma especie.
· Graduación de los colores en las plantas principales.
· Si se conserva una característica notable (forma o color de las hojas, por ejemplo), la diferenciación se centra en otras características de las plantas.
· Variación en el número de las plantas principales en la superficie del jardín, hasta su sustitución por otra especie.
· Cambios de las plantas acompañantes, mientras se conserva la planta principal, estableciendo contrastes o graduaciones de colores entre ambas.
· Claras variaciones de las distancias entre plantas principales o grupos de plantas principlaes y acompañantes.

Mediante la elección de distintas variaciones se origina un ritmo excitante, desigual. La variación significa, generalmente, también “incremento”. Ya en la repetición de una planta seleccionada, significa para ésta una elevación de su categoría y de sus posibilidades efectistas. Mediante la densificación de su presencia sobre la superficie del terreno, puede elevarse una planta de acompañamiento al rango de planta principal y, finalmente, sustituír a una planta que dominaba al comienzo del recorrido. Repeticiones, incrementos y cambios se vinculan entre si de esta forma. Además, cambios en las plantas acompañantes pueden hacer que las plantas principales aparezcan nuevamente bajo una luz diferente – una variación que hace que la estabilidad de la repetición sea más reconocible y se enriquezca mediante el uso de colectividades de plantas variadas.

El “incremento mediante la repetición” es un método indispensable para crear asociaciones convincentes entre las formas. Esto se logra también con frecuencia mediante un trazado de líneas coincidente (ley del “destino común”):

· Los contornos de una escalinata se continúan mediante las ramificaciones de la vegetación inmediata.
· Un bloque de árboles plantado siguiendo una trama regular, destaca la planta del edificio que replica.
· La línea de árboles que acompaña al sendero o canal insignificante, hace que estos elementos sean visibles desde la distancia.
· El bosquecillo plantado en la cima destaca a la pequeña colina que apenas se eleva sobre el paisaje circundante.

Los paisajes módelicos, como bosques o praderas, si no están valorizados mediante el agregado de plantas adecuadas al mismo, solo se encuentran como repeticiones al inspirarlos temáticamente.

Unir mediante repeticiones
Elementos vegetales iguales que se repiten unen lo que es distinto o está espacialmente separado. Plantas, “calles” o grupos de plantas semejantes ubicados en puntos adecuados pueden unir tanto superficies (canteros o jardineras) como elementos arquitectónicos (terrazas escalonadas, balcones) que se encuentren aislados por diferencias de nivel, por pavimentos o superficies de césped. Superficies vegetales cortadas por caminos pueden ser “grapadas”, por así decirlo, mediante techos vegetales que les sobrevuelan o mediante plantas individuales ubicadas convenientemente. Nuestros ojos perciben a esa estructura interrumpida como si fuese única.

Estas uniones, a veces, alcanzan mucho más allá de lo que abarca la vista. Plantas con carácter simbólico pueden evocar asociaciones con paisajes conocidos, con libros o con sucesos, que transportan al observador a regiones lejanas, como pueden ser los álamos y sauces de los afamados jardines de Roseburg, en Ballenstedt, Alemania, quew sugieren al visitante los olivos y cipreses de un paisaje mediterráneo italiano.....

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