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“El transporte de larga distancia de ganado ha sido pionero en equipararse a la normativa vigente”

Entrevista a Morris Villarroel, experto en bienestar animal y profesor de la UPM

Anna León14/12/2011

14 de diciembre de 2011

Hoy en día, se transportan cerca de un millón de cabezas de ganado al día en la Unión Europea. Entre el 90 y 99% de este transporte se efectúa por carretera. La transposición de la Directiva 91/628/CEE en nuestro país, obligó al sector del transporte de animales vivos, a partir del año 2009, a introducir una serie de cambios en sus vehículos y formarse en bienestar y manejo animal. Ahora por fin se empiezan a cuantificar los costes de esta adaptación a la normativa vigente. Con más de 11 años de experiencia en bienestar animal, Morris Villarroel, experto en este ámbito y profesor de la UPM, ha desarrollado un estudio al respecto, en colaboración con Ancoporc, cuyas conclusiones se presentan a finales de diciembre.
Morris Villarroel, profesor de la UPM, durante la sesión técnica que impartió en Fima Ganadera
Morris Villarroel, profesor de la UPM, durante la sesión técnica que impartió en Fima Ganadera.

Hace unos meses, en el marco de FIMA Ganadera se presentó el estudio de costes en función de la normativa vigente en el transporte animal que han desarrollado en colaboración con Ancoporc. En general, ¿cómo ha afectado, desde el punto de vista económico, la normativa comunitaria y nacional al sector?

Bien, yo distinguiría tres etapas. Al principio, los primeros estudios europeos y nacionales que se llevaban a cabo, en materia de transporte animal, analizaban y medían cómo estaban los animales, si sufrían estrés y bajo que condiciones, como por ejemplo en función de la duración del viaje. Posteriormente, aparecieron una serie de normativas de obligado cumplimiento y que exigían, por un lado, adaptar los vehículos de transporte, y por el otro, capacitar al profesional que debía realizar cursos de formación en bienestar y manejo animal. Me refiero a la Directiva 1/2005 de enero 2007 que luego, tras un proceso administrativo de dos años, se transpuso a nuestro país en el Real Decreto 751/2006 y Real Decreto 363/2009. En definitiva, el transportista se veía obligado a adecuar sus camiones a la nueva Ley y eso exigía unos costes. Por ejemplo, los vehículos debían contar con techo y rampa de carga, algo que muchos ya tenían pero que en ocasiones facilitaba el propio ganadero. En definitiva, se trataba de homogeneizar los vehículos de transporte, que todos fueran similares. Daba igual que circularan por zonas cálidas o más frías, como en el norte del país. A partir de entonces, surgió la necesidad, a instancias del sector, de valorar y cuantificar los costes de esta adaptación a la normativa. Y en ese proceso nos hallamos en estos momentos…

-Y a partir de ahí, surge la idea de realizar este estudio de costes, cuyas conclusiones finales se plasmaron en un informe que se dió a conocer a finales de diciembre…

Nuestro proyecto, en colaboración con Ancoporc, no es novedoso a nivel internacional, aunque sí lo es el hecho de aplicar el análisis de costes al transporte animal. Para ello, entrevistamos a una muestra de transportistas, seleccionados de entre los 250 socios de Ancoporc, y de diversas categorías, ya tuvieran uno o más vehículos de transporte. Y se les planteaban diversas cuestiones. Por ejemplo, cuánto les había costado equiparar sus camiones a la normativa vigente. También se quería saber, de todos los cambios realizados, cuál había sido el más costoso. A raíz de la aprobación del Reglamento 1/2005, ya de obligado cumplimiento en nuestro país, los camiones que transportan animales vivos durante más de ocho horas, necesitan un sistema de control por GPS, de forma que se pueda saber dónde están en cada momento. Algunos vehículos de transporte, sobre todo de mercancías ya lo tenían, pero otros no. Y eso ha generado un gasto que estamos intentando valorar, porque existe una variada oferta de empresas y precios. Otra cuestión planteada era cuánto les suponía cambiar la caja del camión, es decir, la armadura y la distancia entre pisos. Se requieren pues, una serie de mecanismos, para modificar la altura de los pisos, aunque algunos camiones lo cambian de forma automática.

En función de la normativa, se han introducido una serie de cambios. Se han sustituido los discos que permitían cuantificar las horas que trabajaba el transportista por software informático. Y ahora, muchos camiones cuentan con ordenador a bordo. Todos estos cambios son lógicos en el sector. Pero insisto, aún no tenemos una valoración de las conclusiones finales del estudio, hasta que se presente el informe, a finales de mes.

“Con la transposición de la normativa comunitaria, el transportista debía adaptar su vehículo y eso exigía unos costes. A la vez, se debía formar en bienestar y manejo animal”

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En cuanto al transporte de larga distancia de animales vivos, ¿ha sido difícil este proceso de adaptación a la normativa vigente?

El transporte de animales vivos, especialmente el de larga distancia, ha sido pionero a la hora de introducir estos cambios. Además de los que ya he mencionado, los camiones también se han equipado con duchas y bebederos. Estamos hablando pues, del transporte de más de ocho horas. En ese sentido, algunas fuentes aseguran que ha disminuido ligeramente el transporte de larga distancia de animales vivos a favor del de mercancías, o venta de canales. En lugar de enviar el ganado vivo, se transportan las canales. Pero aún no hemos podido valorar esa posible pérdida de negocio, aunque puede ser una idea para poner en marcha otro estudio…

En algunos países, como Italia y Suecia, prefieren recibir el animal vivo. Esto se debe a que prefieren sacrificarlo, despiezarlo y manejarlo a su manera. Pero, en otros mercados tiende a bajar el transporte de animales vivos a larga distancia. Una postura que se defiende desde la propia Comunidad Europea, que trata de dificultar transportes muy largos y forzar a distintas empresas a enviar canales y productos refrigerados.

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“Lo novedoso de nuestro estudio es el hecho de analizar los costes en el transporte animal. A los transportistas les hemos preguntado cuánto les había costado equiparar sus camiones a la normativa y cuál había sido el cambio más costoso”

¿A qué se debe esa presión, desde la CE, por frenar el transporte de larga distancia de animales vivos?

En Bruselas hay unos lobbys que intentan parar, e incluso eliminar, el transporte de más de ocho horas. En general, el transporte llama más la atención que la propia granja por varias razones. De hecho, es un poco el inicio de muchas normativas de bienestar animal. Ya desde los años 70, surgió un movimiento acerca de cuáles eran los requisitos mínimos que se debían respetar en el transporte de caballos de Polonia a Italia, y durante su paso por Alemania. En concreto, debían parar durante unas horas, no tenían que ir muy llenos, etcétera. Además, el transporte, al ser intercomunitario, es muy visible por parte del público. Se da un fuerte componente social que contribuye a que los propios legisladores quieran recortar e incluso eliminar el transporte de larga distancia de animales vivos. Hay un problema con eso: el transporte de animales reproductoras, en el caso del porcino es muy evidente, no se destinan al sacrificio.

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Y ya para acabar, ¿cuáles son los próximos retos que le esperan al sector del transporte de animales en nuestro país? ¿En qué aspectos se debería trabajar más?

Mi opinión, es que el 80 y 90% de la gente del sector trabaja muy bien: los animales llegan en perfecto estado y no hay grandes problemas. Como en todos los sectores, hay puntos que se pueden mejorar. En general, el sector funciona bien porque también le interesa al propio ganadero que no haya problemas durante el transporte. Aun así, y de cara al futuro, durante la última reunión que mantuvimos con Ancoporc se habló de cómo ofrecer productos de calidad y dejar a un lado la batalla de precios. Nuestro país está en las mejores condiciones para ofrecer un producto de calidad. Una carne que provenga de ganado criado siguiendo unos patrones de bienestar animal, a base de una crianza sostenible, y en ese sentido se puede trabajar. Para ello, se debería adoptar un cambio de mentalidad por parte de los ganaderos y los transportistas. En lugar de pensar que estas normativas son pegas, y que se aprueba en contra del sector, reconocer que pueden ayudar a dar un valor añadido al producto final. Y ahí estamos en el meollo de la cuestión. Que no todo el porcino es igual, y que si se mejoran el transporte, seguimiento e identificación del animal, esto tiene un coste. La cuestión es cuanto están dispuestos a pagar los consumidores por esa carne más segura. Por otra parte, respecto a la adaptación de los camiones estamos bastante avanzados y no hace falta mucho más. Pero en el futuro aún nos hace falta un cambio de chip para darnos cuenta que necesitamos productos con valor añadido.

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