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La X Jornada de la Fundación Española para el Desarrollo de la Nutrición Animal tuvo lugar en el marco de Expoaviga Fórum

Desde estrategias nutricionales para lechones a los últimos 20 años de mejora genética porcina

Anna León20/07/2010

20 de julio de 2010

En el marco de Expoaviga Forum no podía faltar alguna sesión técnica sobre nutrición animal. En concreto, el pasado 9 de junio, el Palacio de Congresos de Montjuïc fue el escenario de la X Jornada de la Fundación Española para el Desarrollo de la Nutrición Animal. En la sala 5 de este recinto ferial tuvo lugar una serie de charlas de temática muy diversa: desde el comportamiento y preferencias de los lechones a la hora de alimentarse hasta los últimos avances en selección y mejora genética porcina, por citar algunos.
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En materia de dieta porcina, ¿tiene preferencia este animal por unos ingredientes y/o sabores determinados? ¿Se trata de una capacidad innata para detectar unos u otros, o es fruto de un proceso de aprendizaje? ¿De qué manera ha evolucionado la mejora genética durante los últimos años y cuáles han sido sus repercusiones en el ganado porcino? Estas son algunas de las preguntas que plantearon las diversas ponencias incluidas en la X Jornada de la Fundación Española para el Desarrollo de la Nutrición Animal (Fedna), el pasado 9 de junio. En el marco de Expoaviga Forum, la fundación organizó esta sesión de temática variada, dirigida a veterinarios y nutrólogos. Asimismo, se presentó la tercera edición de las normas Fedna de valoración de ingredientes que versaron sobre las fuentes minerales y aminoácidos así como los ácidos orgánicos, azúcares y otros aditivos.

Cómo evitar que el lechón pierda peso al pasar de la lactación al destete

La jornada empezó con la conferencia ‘Estrategias nutricionales para mejorar el consumo de pienso en lechones: las posibilidades de uso de un aroma de continuidad’, a cargo de José Francisco Pérez, del Servei de Nutrició i Benestar Animal de la Universitat Autònoma de Barcelona, quien junto a Faime Figueroa estuvo trabajando durante un año en el proyecto que presentó durante su intervención. Una charla técnica cuyos objetivos, en palabras de José Francisco Pérez, eran presentar una introducción de los factores que restringen la ingestión voluntaria en el cerdo, especialmente en ejemplares jóvenes; estudiar la capacidad del cerdo de aprender a elegir unos ingredientes en detrimento de otros, incluso a consumirlos en mayor medida y, si esto respondiera a un proceso de aprendizaje cómo se podría estimular este último mediante aromas y sabores. Tras centrarse en la etapa más joven del cerdo, básicamente el periodo de lactación y destete, el ponente explicó cómo los lechones ganan peso al principio, para perder algo después según la disponibilidad de leche de la madre, en relación al número de crías que tenga. Después, conforme inician el periodo de transición hacia el destete, los lechones bajan mucho su consumo, lo que afecta a su crecimiento. “Y de hecho, la fase del destete es posiblemente la más crítica –argumentó José Francisco Pérez– de la vida de un lechón. Es un periodo en el que experimenta una transición brusca al pasar de consumir leche de su madre a ingerir un alimento seco, en el que predominan los ingredientes de origen vegetal, con un contenido alto en almidón y polisacáridos no amiláceos (con los que se reduce la ingestión voluntaria de pienso)”. Además, al lechón se le separa de la madre, lo que le produce un estrés y también neofobia hacia el alimento que va a recibir. “Este bajo consumo de alimento y de llegada de nutrientes en el tracto digestivo da lugar a una reducción de la capacidad digestiva, y cuando el animal come más tiene dificultades para digerir ese alimento y, a partir de ahí, un proceso que generalmente desemboca en diarrea. Por lo tanto, no se trata solo de que deja de comer, sino que se ve afectado por problemas patológicos”. La ingestión de comida no se restablece a los niveles previos hasta pasadas dos o tres semanas, tras el destete.

“La fase del destete es la más crítica para un lechón, ya que pasa de consumir leche de su madre a ingerir un alimento seco a base de ingredientes vegetales, con un contenido alto en almidón y polisacáridos no amiláceos”
El paso de la lactación al destete genera estrés en el lechón que deja de comer y pierde peso
El paso de la lactación al destete genera estrés en el lechón que deja de comer y pierde peso.

¿Cómo evitar esa pérdida de apetito por parte del lechón? Principalmente, se trata de que la cría empiece a ingerir alimento pronto, lo antes posible y en una cantidad apreciable. “Por un lado, se trataría de introducir ingredientes apetecibles, algo que les estimulara a consumir. Y por otro, si el animal está estresado, se pueden poner en marcha técnicas de manejo que le ayude a relajarse y le motive a volver a comer”, aconsejó. A continuación, José Francisco Pérez se basó en varios estudios que mostraron una evidencia: que los lechones preferían una serie de ingredientes y rechazaban otros. Por ejemplo, en dos raciones en las que se variaban dos ingredientes a estudio se trataba de observar si los animales ingerían en mayor o menor medida un ingrediente u otro. De esta manera, se descubrió que los lechones prefieren cereales como la avena descascarillada o sin cascarilla e incluso arroz, mejor si este último se extrusionaba, frente a otros alimentos similares como la cebada, el maíz o el trigo. Si el animal prefería una ración a otra, se producirá más apetencia y comerán más. Además, y según un trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, durante la etapa de transición (de la lactancia al destete), las raciones a base de arroz dan pie a consumos más altos asociados a ganancias de peso más elevadas. En definitiva, existe una relación entre la preferencia por un determinado alimento y la cantidad que consumiría el animal si se le ofreciera este. Otro estudio, citado por el ponente, establecía comparaciones entre ingredientes concentrados proteicos. La conclusión fue que el animal se decantaba más por la harina de pescado o los hidrolizados proteicos, antes que por la soja, la proteína del trigo o la patata. “Esto es de interés para todos aquellos que quieren hacer del cerdo un vegetariano, pues este prefiere todos aquellos ingredientes de origen animal. Igualmente, son capaces de establecer diferencias en función del tiempo que haya estado almacenado el pienso, mostrando rechazo ante aquella dieta conservada durante más tiempo”, aclaró.

El cerdo prefiere ingredientes de origen animal, algo de interés para aquellos que lo quieran convertir en vegetariano. Así le gustan más la harina de pescado o los hidrolizados proteicos, antes que la soja, el trigo o la patata

Respecto a los sabores, también se demostró que los cerdos son capaces de distinguir algunos sabores, que serían más de su agrado. Es decir, rechazan por ejemplo, los sabores amargos, lo que podría explicar el hecho que no les gusten factores antinutritivos, como la proteína de patata. En su lugar, prefieren azúcares como la sacarosa y la fructosa, a niveles superiores que la lactosa, la maltosa (azúcar de malta) y la glucosa. Asimismo, no detectan o no muestran preferencias por el aspartamo o el ciclamato, un edulcorante artificial, y solo muestran algo de interés por la sacarina. Por lo tanto, estos animales identifican algunos sabores, de forma probablemente innata.

¿Preferencias innatas o aprendidas?

Según el investigador y tras estas observaciones, la cuestión residía en establecer hasta qué punto estas preferencias son innatas o en cierta medida se pueden aprender; y de ser así, que capacidad tendría el ser humano de incorporar nuevos aprendizajes que le pudieran ser de ayuda, desde el punto de vista productivo. Después, se trataría de ahondar en el proceso de aprendizaje de consumo de pienso por el lechón. “En condiciones naturales, los lechones están en contacto con sus madres durante un periodo largo, observan lo que ingieren, lo huelen o prueban y se acostumbran a nuevos ingredientes. Sin embargo, en condiciones industriales, no se produce este aprendizaje y el destete es forzado. Por lo tanto, le presento un ingrediente que no conoce y va a rechazar de inicio”. En la práctica, se emplean técnicas como el ‘Creep Feeding’ o ‘Creep Feed’ durante la lactación, a fin de ofrecerles un alimento sólido que prueben en cierta medida y al que se acaben acostumbrando. “Del día 11 al 28 de lactación, se consumen cantidades muy bajas, unos 50 gramos por lechón y día en la última semana. Es decir, un 10% del consumo energético. No supliría el alimento que obtiene de la madre, pero sí se pretende que se familiarice y empiece a ingerir algo de pienso”, argumenta José Francisco Pérez. Se trata –en su opinión– de raciones complejas, con un número importante de ingredientes, aromas, sabores y aditivos que sirvan de estímulo. A título de resumen, el 'Creep Feed' busca incentivar el consumo de alimento, aumentar el número de lechones que comen pienso durante la lactación y que este consumo condicione otros posteriores.

Técnicas como el 'Creep Feed' incorporan alimentos sólidos durante la lactación...
Técnicas como el 'Creep Feed' incorporan alimentos sólidos durante la lactación, a fin que el lechón se familiarice con ingredientes similares de consumo posterior. Foto: Andy Culpin.
“El ‘Creep Feed’ busca incentivar el consumo de alimento, aumentar el número de lechones que comen pienso durante la lactación y que este consumo condicione otros posteriores”
Se puede condicionar la ingestión de alimento por parte del lechón, especialmente durante el destete. Foto: Gillian Townsed...
Se puede condicionar la ingestión de alimento por parte del lechón, especialmente durante el destete. Foto: Gillian Townsed.

En palabras de José Francisco Pérez, el lechón es capaz de aprender, por lo que se trataba de descubrir hasta qué punto se pueden aplicar estrategias adicionales que generaran un cierto aprendizaje. Centrándose en el trabajo que ha llevado a cabo, en colaboración con Jaime Figueroa, el ponente propuso tres posibilidades: condicionar a los lechones antes de nacer, a través de un condicionamiento prenatal; durante la lactación o incluso el condicionamiento nutritivo de los animales a lo largo del periodo de transición. El primero, partía de la hipótesis que los animales mientras están en el seno materno reciben unos componentes de su madre a través del líquido placentario y que pueden ingerir. Una vez nacen, estos componentes condicionarían el comportamiento de las crías porque rápidamente reconocerían a su madre. Así, se introdujo en el pienso de un número de madres determinados ingredientes o aromas, por ejemplo de anís, al final de la gestación. Un aroma que reconocían los lechones, quienes mostraban una preferencia al olor de anís ya a los 14 días de vida.

Además del prenatal hay otros condicionamientos, según el científico: “Por ejemplo, se les puede ofrecer ese pienso con ese aroma hacia el final de la gestación materna, o se puede persistir al incorporar el aroma durante la lactación del lechón. Es decir, el reconocimiento de ese aroma añadido al pienso procedería del contacto del lechón con la ración de la madre, del aroma que se produce en la misma tras la ingestión e incluso, de una forma más intensa, por el olor que llegaría a la leche materna”. En consecuencia, el olor de ese aroma actuaría como estímulo condicionado que daría lugar a una reacción también condicionada del animal. “De alguna manera, lo que estamos planteando es que alrededor del destete tendríamos un potencial de condicionar la ingestión de aromas que podrían reforzar tomas de alimentos posteriores”.

“De alguna manera, lo que estamos planteando es que alrededor del destete tendríamos un potencial de condicionar la ingestión de aromas que podrían reforzar tomas de alimentos posteriores”

Un itinerario por la mejora en genética porcina de las últimas dos décadas

Del Blup (Best Linear Unbiased Prediction o mejor predictor lineal insesgado) como algo más que estadística a la aparición de líneas maternas y paternas, marcadores, etc… La ponencia ‘Veinte años de mejora genética y sus implicaciones en la industria porcina’, a cargo de Joan Estany, del departament de Producció Animal de la Universitat de Lleida, trazó un recorrido sobre la evolución en programas de mejora genética en el cerdo, así como cuatro claves hacia lo que parece ser el futuro en la especialidad: la selección genómica. Que el Blup, método de estimación del valor genético en programas de selección, haya aportado ventajas y mayores ganancias genéticas frente a métodos más tradicionales (índice de selección) está fuera de duda. Pero para Joan Estany, y así lo hizo saber durante su intervención, supone algo más que estadística: “El Blup consiguió abrir las posibilidades a la mejora de la productivicidad, y por tanto, a la deficinión de líneas maternas y paternas como hoy las conocemos”. Así, como ventajas, destacó el hecho que el Blup incrementa la precisión, especialmente en caracteres como la prolificidad, y a la vez, aumenta la respuesta. “Igualmente, crece la tasa de consanguinidad –explicó– por lo que tiendo a elegir animales que pertenecen más bien a una misma familia. Así, escojo individuos de entre los mejores clanes familiares”.

Entre las principales desventajas, el científico resaltó que el Blup disminuye la varianza genética y aumenta el riesgo del programa. Aun así, otra de las aportaciones importantes del Blup al sector porcino fue que lo obligó a “organizarse, a tomar datos muy fiables, con efectos importantísimos”. Asimismo la informatización de la industria contribuyó a una mayor detección de errores. Después, Joan Estany se centró en la selección genómica que, en su opinión, puede cambiar en un futuro no lejano el diseño de los programas de mejora. De hecho, la asociación genómica podría llegar a explicar una buena parte de las diferencias entre individuos.

Posteriormente, el programa de la X Jornada de la Fundación Española para el Desarrollo de la Nutrición Animal (Fedna), incluyó dos conferencias más: la primera, con el título’Influencia de la nutrición sobre la fisiología digestiva en monogástricos’, por parte de Maria Francesca y David Torrallardona; la segunda versó sobre la tercera edición de las normas Fedna de valoración de ingredientes, en la que participaron Gonzalo G. Mateos, Paloma García Rebollar, Rosa P. Lázaro y Mariano Gorrachategui. En este último caso, se presentaron dos propuestas: una, para fuentes minerales y aminoácidos y otra para ácidos orgánicos, azúcares y otros aditivos.


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