En Córdoba los pastores, salen del portal.
En Villaralto, un pequeño municipio del Valle de Los Pedroches, el pasado fin de semana los pastores salieron del portal para dar a conocer una actividad ganadera tradicional de sus gentes y hasta los más pequeños sacaron a la calle sus borreguitos.
Como el popular anuncio de suavizante, los borreguitos blancos con su cinta roja al cuello corretearon el pasado fin de semana alrededor de la iglesia en el centro de Villaralto, donde incluso se celebró un concurso de "El Borreguito más bonito" dentro de las actividades de la VI edición de la Feria del Pastoreo.
"Es un evento para que las nuevas generaciones no olviden una profesión que está en riesgo de perderse y que tan beneficiosa es para el campo y para el desarrollo local sostenible" indicó, en declaraciones a Efe su alcalde, Ángel Gómez, que se mostró muy agradecido con todos los visitantes de la comarca que acudieron al pueblo este fin de semana.
Sin duda, lo más llamativo fue el desfile de los pequeños con sus mascotas, pequeño ganado ovino, pero tampoco faltó la cerca con pacas de paja llena de corderos y ovejas, las más fotografiadas del día por los visitantes; "los niños de la ciudad lo más cerca que han tenido a estos animales ha sido en los dibujos animados", contaba una señora del pueblo cuya familia se ha dedicado al pastoreo generación tras generación.
Precisamente, para que no se pierda una actividad presente en la economía de los pueblos desde el origen de la civilización y que, concretamente, ha sido clave para la economía de Villaralto desde su creación a comienzos del siglo XVI, hace una década se abrió el Museo del Pastor, que era un ir y venir de familias, sobre todo de niños, que escuchaban con atención las lecciones de sus abuelos.
"Estos cencerros se colgaban al cuello de las ovejas para localizarlas cuando salíamos al campo", explicó Manuel a su nieta, admirada por la escala de musical que producían las campanas al ser golpeadas.
También se podía ver cómo vivían los pastores en la época de la trashumancia cuando cruzaban el país con los pocos enseres que metían en su zurrón o cargaban en alguna bestia, aquellos más privilegiados; las reproducciones de las rosqueras, unos chozos pequeños con un diminuto camastro que se colocaban junto al aprisco o en la majá donde el pastor dormía por la noche para estar pendiente del rebaño, han sido otros de los elementos más fotografiados.
Además, había tijeras y utensilios para el esquilado, un proceso que se llevaba a cabo todos los años y del que también se obtenía un beneficio, pues se sacaba la lana para tejer la ropa para el invierno, chalecos y mantas, un trabajo que se está perdiendo en otras comunidades más pastoriles como Galicia donde ya es frecuente contratar a esquiladores de países como Polonia ante la falta de locales que lleven a cabo este laborioso trabajo.
Un grupo de mujeres demostró en uno de los puestos de productos artesanales lo complicado del esquileo ante la admiración de quienes estas actividades de la vida rural le son totalmente desconocidas.
En la Feria del Pastoreo también se pudo degustar cordero asado de la tierra, quesos elaborados con leche de los animales del pueblo, pan artesano, morcillas, chorizos y artesanías como cestas elaboradas a mano con cañas o botijos de barro y útiles de cocina que usaban las abuelas.
Una vuelta al pasado que permanece, por el momento, vivo en Villaralto gracias a que la ganadería sigue formando parte de la actividad económica de algunas familias del pueblo, gentes acogedoras, amables, con esa esencia de autenticidad que da la vida rural.
Estrella Serna
