¿Quién se llevó mi talento? Talento sin fronteras
Olga Ramírez, consejera, consultora de Estrategia, Talento y Liderazgo, Socia directora, Experience & Wiser, presidenta del Grupo Talento Tech AUTELSI. https://www.linkedin.com/in/olgaramirezfalcon
05/12/2025
A mi juicio, y mirando el mapa global, el contexto internacional no puede obviarse. España ocupa, según el IMD World Talent Ranking, una posición intermedia: estamos lejos de líderes europeos como Suiza u Holanda, pero también superamos a economías mediterráneas como Italia o Grecia. No obstante, la distancia que nos separa de las potencias innovadoras no se mide solo en recursos o PIB. El verdadero gap es de visión estratégica, de conexión entre lo educativo y lo productivo, y de capacidad para retener a quienes realmente pueden impulsar la transformación digital del país.
Existen luces y sobras en la gestión del talento en España. Se da la circunstancia de que seguimos destacando por calidad de vida y riqueza cultural, pero tropezamos en nuestra capacidad para aprovechar el talento nacional y extranjero. Desde el terreno, observo que las empresas aún tienen dificultades para encontrar perfiles adecuados, especialmente en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). La brecha entre lo que enseñamos y lo que necesita el mercado se agranda cada año. Y aunque la inversión educativa aumenta, su eficiencia y resultado no alcanzan los estándares de países líderes como Suiza o Dinamarca.
El fenómeno de la fuga de cerebros se nota a diario: jóvenes brillantes, formados aquí, encuentran en otras latitudes un reconocimiento profesional y unas condiciones de carrera mucho más atractivas. Lamento decir que la retención de talento es una asignatura pendiente y una herida abierta que limita nuestro potencial de innovación.
Si hay un área crítica y un gran desafío en la gestión del talento, es el ámbito tecnológico. Como consejera y consultora, escucho a diario la preocupación de directivos y responsables de equipos frases del tipo: “nos faltan programadores”, “no encontramos ingenieros de datos”, “la demanda de expertos en ciberseguridad supera a la oferta”. Y es una realizad, la escasez es un hecho y está documentado.
Existen numerosos estudios sobre el tema que apuntan a determinados problemas:
- El pipeline de profesionales STEM es débil y poco orientado a la realidad empresarial.
- La formación académica, aunque rigurosa, no siempre conecta con las competencias digitales de última generación.
- El salario, la proyección internacional y las condiciones de trabajo en España están por debajo de nuestros vecinos europeos, lo que facilita el éxodo de talento.
- La infiltración de talento extranjero es más limitada que en países como Irlanda, Países Bajos o Canadá; la burocracia y escasa homologación de títulos juegan en contra.
Y en especial y como mujer profesional me preocupa especialmente la baja penetración de perfiles femeninos en estas áreas, sobre todo a niveles directivos, una situación que limita nuestra competitividad y diversidad. Falta vocación, estímulo y mentoras visibles tanto en los centros educativos y como en la empresa. La comparativa internacional ofrece pistas claras. Irlanda, por ejemplo, no solo capta multinacionales tecnológicas sino también talento extranjero gracias a su marco fiscal favorable y a programas de atracción muy bien estructurados. Suiza, referente indiscutible, logra engranar sistema educativo, bienestar social y reconocimiento profesional en un mismo modelo.
Se dan determinadas circunstancias comunes en los países líderes:
- Los salarios tecnológicos son competitivos y se acompañan de incentivos fiscales.
- Hay conexión real entre universidad y empresa, a través de prácticas, incubadoras y proyectos de innovación.
- El sistema educativo está dirigido a las necesidades del mercado y apuesta por la flexibilidad y la adaptación constante.
- La movilidad internacional se facilita desde lo burocrático y se estimula, tanto a nivel formativo como profesional, con programas de bienvenida y residencia. España debe asumir que no basta con mejorar su posición en los rankings; hay que crear un ecosistema de talento integrado, flexible y abierto, que inspire y acompañe a los profesionales tecnológicos desde la formación hasta la carrera internacional.
Propongo, no solo desde la reflexión sino desde la experiencia, una serie de medidas inspiradas en los mejores modelos:
- Reformulación educativa: desde primaria y secundaria, incorporar materias y metodologías digitales y fomento de vocaciones STEM, con especial atención a la diversidad de género.
- Mayor conexión universidad-empresa, mediante convenios, prácticas y proyectos reales.
- Incentivos fiscales, salariales y de reconocimiento social para los perfiles tecnológicos.
- Facilitar la homologación de títulos y la movilidad internacional, siguiendo el ejemplo de Irlanda, Canadá y Suiza.
- Activar ecosistemas de hubs tecnológicos, con promoción pública y privada, para incubar talento e innovación.
- Potenciar la proyección internacional y el regreso de talento español, mediante “puentes de retorno”, programas de liderazgo y networking global.
No podemos perder la batalla por el talento tecnológico. Si algo he aprendido durante todos mis años de experiencia profesional, es que la competitividad futura de un país depende, ante todo, de su capacidad para atraer, retener y motivar a sus mejores profesionales. Transformar el discurso en acción es el primer paso para consolidar un futuro más fuerte, innovador y sostenible.








