La jubilación activa: un dilema para los pensionistas
Redacción Protección Laboral03/03/2017
Cuando muchos esperan con ilusión el día de su jubilación, los hay a quienes les supone un problema porque quieren (o necesitan) seguir trabajando. Ironías de la vida. Hoy dedicamos el artículo a los segundos: los que deciden recurrir a lo que se llama una jubilación activa.
En España, desde 2013, se puede compatibilizar la pensión por jubilación con seguir trabajando. Puesto que hay profesionales que desean y tienen las facultades hacerlo, se ha creado un sistema que interesa también al estado , que de esa manera no vacía tanto la bolsa de las pensiones. La jubilación activa es frecuente en sectores intelectuales o artísticos, así como en docencia, pero también se practica en oficios como la carpintería o herrería.
Las condiciones de la jubilación activa implican pasar a cobrar el 50% de la jubilación, mientras se sigue trabajando en el sector privado o por cuenta propia y el cómputo anual del salario no supere el del SMI.
Se distinguen dos tipos de jubilación activa:
Parcial:
Antes de haberse jubilado, se pasará a un contrato a tiempo parcial compatibilizando el cobro del 50% de la pensión con cualquier actividad. Es decir, el trabajador no habrá llegado a estar oficialmente jubilado ni cobrado aún el 100% de la pensión. Cuando termine la actividad laboral, volverá a percibirse la jubilación íntegra que habría tenido si se hubiera jubilado a la edad permitida. En otras palabras: no se recalculará en base al contrato hecho después de “jubilado”.
Flexible:
Cuando un pensionista ya ha estado en situación de jubilación completa pero vuelve a retomar su actividad laboral. Los requisitos son que la jornada sea de entre un 25% y un 50% de la completa con la consiguiente reducción proporcional del importe de la pensión. Cuando se vuelva a la jubilación total, se recalculará la pensión de jubilación de acuerdo con las nuevas cotizaciones realizadas. Éstas servirán para aumentar la pensión cuando acabe el periodo de jubilación flexible. En este caso, no se incluye la posibilidad de trabajar por cuenta propia.
La jubilación activa puede conllevar grandes ventajas para el trabajador y para la misma sociedad.
Para empezar, cuando el ambiente laboral y la salud es buena, hay gente que prefiere seguir trabajando y, por lo tanto, seguir dando utilidad a su talento. Porque la experiencia también es talento. Y bien es cierto que cuando una persona la tiene y sus capacidades y energía no han mermado, podría ser un error no aprovecharlo. Por otra parte, no todo el mundo lleva bien estar jubilado y se pueden crear situaciones de aislamiento. No olvidemos que el trabajo es un factor socializador muy importante.
Además, de la misma manera que se recomienda a la gente mayor hacer ejercicio para mantener el cuerpo en forma, también son buenos los ejercicios mentales para que el cerebro siga entrenado. Es una manera de retrasar o evitar demencias más adelante. Trabajar puede ayudar a este cometido, si es lo que se quiere.
Pero puede que el sistema de jubilación activa actual tampoco sea el ideal. En este artículo de El País, por ejemplo, se señala que la reducción de la pensión al 50% y el hecho de no poder cobrar más que el SMI anual incitan a las personas jubiladas a trabajar en negro. Bien es cierto que hacerse mayor acostumbra a acabar comportando más gasto en salud, ya que la Seguridad Social también tiene sus límites. Y a partir de una edad, existe la preocupación sobre cómo uno podrá pagarse, si la necesita, una residencia, o una adaptación de la casa o un tratamiento que la sanidad pública no pueda cubrir totalmente. Y las pensiones de jubilación actuales tampoco están por las nubes, precisamente.
Si se quiere seguir trabajando después de los 65, no es una decisión fácil el cómo hacerlo. También es cierto que la actual ministra de Trabajo, Fátima Báñez, planteó hace tiempo (y antes de ganar las últimas elecciones el Partido Popular) hacer compatible la jubilación activa con cobrar el 100% de la pensión. Veremos si esto avanza, finalmente.
En España, desde 2013, se puede compatibilizar la pensión por jubilación con seguir trabajando. Puesto que hay profesionales que desean y tienen las facultades hacerlo, se ha creado un sistema que interesa también al estado , que de esa manera no vacía tanto la bolsa de las pensiones. La jubilación activa es frecuente en sectores intelectuales o artísticos, así como en docencia, pero también se practica en oficios como la carpintería o herrería.
Las condiciones de la jubilación activa implican pasar a cobrar el 50% de la jubilación, mientras se sigue trabajando en el sector privado o por cuenta propia y el cómputo anual del salario no supere el del SMI.
Se distinguen dos tipos de jubilación activa:
Parcial:
Antes de haberse jubilado, se pasará a un contrato a tiempo parcial compatibilizando el cobro del 50% de la pensión con cualquier actividad. Es decir, el trabajador no habrá llegado a estar oficialmente jubilado ni cobrado aún el 100% de la pensión. Cuando termine la actividad laboral, volverá a percibirse la jubilación íntegra que habría tenido si se hubiera jubilado a la edad permitida. En otras palabras: no se recalculará en base al contrato hecho después de “jubilado”.
Flexible:
Cuando un pensionista ya ha estado en situación de jubilación completa pero vuelve a retomar su actividad laboral. Los requisitos son que la jornada sea de entre un 25% y un 50% de la completa con la consiguiente reducción proporcional del importe de la pensión. Cuando se vuelva a la jubilación total, se recalculará la pensión de jubilación de acuerdo con las nuevas cotizaciones realizadas. Éstas servirán para aumentar la pensión cuando acabe el periodo de jubilación flexible. En este caso, no se incluye la posibilidad de trabajar por cuenta propia.
¿Para bien o para mal?
La jubilación activa puede conllevar grandes ventajas para el trabajador y para la misma sociedad.
Para empezar, cuando el ambiente laboral y la salud es buena, hay gente que prefiere seguir trabajando y, por lo tanto, seguir dando utilidad a su talento. Porque la experiencia también es talento. Y bien es cierto que cuando una persona la tiene y sus capacidades y energía no han mermado, podría ser un error no aprovecharlo. Por otra parte, no todo el mundo lleva bien estar jubilado y se pueden crear situaciones de aislamiento. No olvidemos que el trabajo es un factor socializador muy importante.
Además, de la misma manera que se recomienda a la gente mayor hacer ejercicio para mantener el cuerpo en forma, también son buenos los ejercicios mentales para que el cerebro siga entrenado. Es una manera de retrasar o evitar demencias más adelante. Trabajar puede ayudar a este cometido, si es lo que se quiere.
Pero puede que el sistema de jubilación activa actual tampoco sea el ideal. En este artículo de El País, por ejemplo, se señala que la reducción de la pensión al 50% y el hecho de no poder cobrar más que el SMI anual incitan a las personas jubiladas a trabajar en negro. Bien es cierto que hacerse mayor acostumbra a acabar comportando más gasto en salud, ya que la Seguridad Social también tiene sus límites. Y a partir de una edad, existe la preocupación sobre cómo uno podrá pagarse, si la necesita, una residencia, o una adaptación de la casa o un tratamiento que la sanidad pública no pueda cubrir totalmente. Y las pensiones de jubilación actuales tampoco están por las nubes, precisamente.
Si se quiere seguir trabajando después de los 65, no es una decisión fácil el cómo hacerlo. También es cierto que la actual ministra de Trabajo, Fátima Báñez, planteó hace tiempo (y antes de ganar las últimas elecciones el Partido Popular) hacer compatible la jubilación activa con cobrar el 100% de la pensión. Veremos si esto avanza, finalmente.
