Ternua Group entra en concurso de acreedores con una deuda de 16 millones

Ternua Group, empresa vasca especializada en ropa deportiva y con sede en Arrasate-Mondragón (Gipuzkoa), ha presentado concurso voluntario de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Donostia. La compañía, que emplea a 180 personas y comercializa sus productos bajo las marcas Ternua, Astore, Lorpen y Loreak Mendian, acumula un pasivo de 16 millones de euros tras varios ejercicios marcados por la caída de ventas y el aumento de la deuda.
El grupo cerró 2023 con ingresos de 34 millones de euros, pero en negativo, y la situación se agravó en 2024, cuando la facturación descendió hasta los 29,2 millones. Según ha informado la empresa en una nota oficial, la decisión responde al “crítico momento por el que está atravesando el sector textil a nivel mundial”, con un ajuste de mercado “tremendo y sin precedentes” que ha afectado incluso a primeras firmas internacionales.
Ternua argumenta que desde hace tiempo viene aplicando medidas de contención como la refinanciación de deuda, la optimización de estructura y gastos, o el impulso a la inversión, pero sin lograr revertir la situación. La pandemia, el encarecimiento de las cadenas logísticas, los cambios en los hábitos de consumo y la guerra de Ucrania —con el consiguiente aumento de la inflación y los tipos de interés— han terminado por asfixiar el modelo.
El grupo había iniciado ya contactos con posibles inversores interesados en todo el proyecto o en algunas de sus divisiones. De momento, solo la marca Loreak Mendian ha recibido una oferta vinculante, que será analizada por el juzgado en las próximas semanas. El resto de enseñas, por el momento, no han despertado interés suficiente en el mercado inversor.
Con una red de 28 tiendas y una fábrica en Etxalar (Navarra), Ternua se ha distinguido por su apuesta por la sostenibilidad, lo que le ha valido el sello B Corp. La empresa acumula inversiones por valor de 10 millones desde 2010, y hasta ahora destinaba sus beneficios a fortalecer el balance. Sin embargo, la presión del contexto económico y la caída del consumo de textil técnico de calidad han forzado este paso.
Desde este momento, la gestión del grupo queda en manos de un administrador concursal, encargado de evaluar las ofertas que puedan llegar y de gestionar el futuro inmediato de la plantilla. La empresa ha subrayado el compromiso de sus trabajadores, que han estado informados del proceso y de las dificultades que venía atravesando la compañía.