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Viaje hacia la ganadería de precisión

¿Cuál es el momento óptimo para realizar la inseminación artificial?

Yáñez1, U.; Antelo2, C.; López2, E.; Álvarez1, J.; Becerra1, J.J.; Herradón1, P.G.; Peña1, A.I.; Quintela1, L.A.

1Unidad de Reproducción y Obstetricia, Departamento de Patología Animal, Campus Terra, 27002, Lugo. Universidade de Santiago de Compostela.

2Innogando, A Graña s/n, 27730, Abadín, Lugo, España.

05/10/2023
El auge de las nuevas tecnologías y su aplicación en las explotaciones de vacuno lechero ha supuesto un enorme avance en materia de gestión y manejo de los rebaños. Entre sus distintas funciones, destaca la capacidad que tienen los dispositivos de monitorización para realizar la detección de celos. No obstante, se debe tener en cuenta que, además, es necesario establecer el momento óptimo para realizar la inseminación, siendo estos aparatos los que ofrezcan una ventana lo más precisa posible.

En el ganado vacuno estamos asistiendo al desarrollo de una serie de tecnologías encaminadas a mejorar la eficiencia y rentabilidad de las explotaciones ganaderas, así como la calidad de sus producciones. La filosofía se basa en optimizar los recursos y, de esta forma, mejorar el rendimiento, controlando el impacto ambiental y el bienestar de los animales. Todo esto es posible al realizar un seguimiento de los individuos mediante el empleo de indicadores biométricos tanto de carácter fisiológico como morfológico. De esta manera, nace lo que hoy en día se conoce con el término de “Ganadería de Precisión”. El proceso se basa en cuatro pilares fundamentales. En primer lugar, debemos contar con sistemas que permitan capturar datos, mediante el empleo de dispositivos o sensores. Así, es posible prescindir del sesgo que supone la observación por parte del ganadero. En segundo lugar, es necesario un software que permita procesar los datos en tiempo real y que permita su consulta rápida y sencilla, como pueden ser, por ejemplo, los teléfonos móviles. La tercera etapa estaría constituida por la toma de decisiones en función de las variables observadas. Finalmente, en el cuarto y último paso, deberían ejecutarse las medidas oportunas.

Vaca de la raza Holstein
Vaca de la raza Holstein

Si acercamos este nuevo enfoque a la inseminación artificial del ganado vacuno, nos damos cuenta de que el éxito de este procedimiento depende, en gran medida, de que la técnica se realice en el momento adecuado, ya que tanto una inseminación temprana como una tardía afectará negativamente a la posibilidad de que se produzca la concepción.

En las modernas explotaciones ganaderas, uno de los principales limitantes para maximizar la eficiencia reproductiva y, por lo tanto, la rentabilidad económica, es la detección de celos. Hay que tener en cuenta que la vaca es una hembra poliéstrica continua, lo que quiere decir que, de no estar preñada, debería manifestar signos de celo cada 18-24 días. Esto se traduce en que en aquellas explotaciones en las que se realiza la inseminación artificial, un fallo en la detección del celo provocaría un incremento similar en el intervalo entre el parto y la nueva gestación.

En las últimas décadas estamos asistiendo a una intensificación de las explotaciones ganaderas, que han pasado de ser granjas familiares para convertirse en verdaderas industrias agropecuarias. De este modo, se ha multiplicado el número de animales por explotación, así como la producción de estos. Sin embargo, esta tendencia a aumentar la dimensión de las explotaciones ha resultado ser una limitación para dedicar un tiempo adecuado a realizar la detección de celos, por lo que muchos de ellos pasan desapercibidos. La ecuación se complica debido a que la duración del período de síntomas de celo y su intensidad es menor en las vacas de alta producción, lo que implica que, para tener una tasa de detección similar, deberíamos incrementar el tiempo de observación.

Es importante recordar que la única alteración en el comportamiento de la vaca que se puede considerar como signo definitivo de que se encuentra en celo es el reflejo de inmovilidad (la vaca se deja montar por otras vacas sin intentar escapar). En el año 1959, un grupo de investigadores liderados por Hall, llegaron a la conclusión de que si se realizaba una detección de celos cada seis horas (6:00, 12:00 y 18:00) conseguían detectarse el 90% de los celos en el establo. Desgraciadamente, en la actualidad esos valores quedan muy alejados de la realidad. Diversos estudios han demostrado que, con esa frecuencia de observación y en animales estabulados, sólo se observarían entre el 19% y el 30% de los celos del rebaño, y que únicamente se llegaría al 60% si las vacas saliesen al pasto.

Tal y como se ha comentado anteriormente, esta disminución en la eficiencia en la detección de celos apreciada en las últimas décadas podría ser debida a que se ha producido una reducción en el tiempo e intensidad de los signos visibles de celo. Un fenómeno similar se ha producido en el número de montas que permite una vaca cuando está en celo. Así, en los años 70 se realizaron estudios en los que se contabilizaban más de 50 montas en cada período de celo. Sin embargo, en la actualidad distintos investigadores han comprobado que se producen menos de nueve interacciones a lo largo de todo el estro.

Vaca de la raza Holstein con un dispositivo de monitorización para realizar la detección de celos
Vaca de la raza Holstein con un dispositivo de monitorización para realizar la detección de celos

Por este motivo, en los últimos años ha crecido el interés en desarrollar métodos alternativos y eficaces para realizar la detección de celos de una forma más precisa o incluso evitar la necesidad de tener que detectarlos, controlando artificialmente el ciclo reproductivo de la vaca. De esta manera, en muchas explotaciones ganaderas se está generalizando el empleo de métodos de sincronización de la ovulación con inseminación a tiempo fijo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, aunque con estos métodos se puede prescindir de la detección de celos, se están empleando hormonas en animales cuyos productos están destinados a consumo humano, lo que ocasiona un cierto rechazo por parte de algunos sectores de la sociedad.

De nuevo, esta situación ha provocado que se sigan diseñando alternativas que nos puedan ayudar a realizar una detección de celos eficaz y sencilla. En la actualidad estamos viviendo el auge de los dispositivos para monitorizar la actividad de los animales en las explotaciones de ganado vacuno. Los podómetros y acelerómetros, así como los collares, eartags y bolos ruminales, son dispositivos cada vez más empleados. Con estos dispositivos, hoy en día es posible obtener información objetiva sobre diversos parámetros como la rumia, la alimentación, el tiempo de descanso, la producción de leche, el recuento de células somáticas e, incluso, el nivel de progesterona en leche, entre otros.

Este enfoque ha resultado ser un avance fundamental hacia una detección de celos más eficiente. Así, muchos de estos dispositivos se basan en que uno de los signos visibles en una vaca en celo es el aumento de la actividad física. Además, de manera simultánea, tiene lugar una caída de la rumia. La información registrada es recogida de forma continua y es transmitida a un receptor que, a su vez, envía la señal a un software informático. Este último compara la actividad de cada animal con la de un período de referencia previo o con la media del rebaño, en función del dispositivo. Evidentemente, para establecer el aumento de actividad debe tenerse en cuenta el tipo de explotación en el que se encuentra el animal, para poder establecer la línea de base.

A pesar de las numerosas ventajas que presentan los dispositivos de monitorización, debemos tener en cuenta que, además de detectar correctamente el celo en la vaca, estos artilugios deberían recomendar una ventana de inseminación lo más precisa posible, es decir que nos indiquen el momento en que sería más eficaz realizar la inseminación artificial.

Para poder evaluarlo, nuestro equipo de investigación realizó un estudio preliminar en un número reducido de animales que contaban con un sistema de monitorización de la actividad RUMI® (Innogando, España). Este sistema cuenta con un dispositivo que identifica en tiempo real la rumia, el período que camina el animal y el número de pasos, así como el tiempo que dedican las vacas al descanso. El software del programa cuenta con un algoritmo que, al detectar cambios en el comportamiento, permite determinar no sólo el período en el que el animal se encuentra en celo, sino también el momento exacto de inicio y final, así como el pico de máxima actividad y el descenso de esta. La alerta de celo se produce cuando se aprecia una caída en la rumia y del tiempo de descanso, mientras que tiene lugar un aumento en el tiempo en que el animal camina o interactúa con otros miembros del rebaño.

Para llevar a cabo este estudio, se sincronizaron los celos de los animales incluidos en el experimento. A las 48 horas de haber administrado la última prostaglandina, la cual ocasiona la regresión del cuerpo lúteo, se comenzó un seguimiento ecográfico de los ovarios. Estas exploraciones se llevaron a cabo cada 12 horas hasta confirmar que se había producido la ovulación. Se consideró que el animal había ovulado cuando, en una exploración, el folículo preovulatorio observado en la exploración anterior ya no estaba presente, y se estableció como el momento de ovulación el punto medio entre dos exploraciones consecutivas, es decir, seis horas antes del último examen. Además, en cada exploración ecográfica se tomaron medidas del diámetro mayor de los folículos preovulatorios. En cuanto a los datos recogidos por los dispositivos, se tuvieron en cuenta el momento de inicio del celo, de fin de celo, la duración de este, y el momento de máxima actividad.

Las conclusiones de esta experiencia resultaron ser interesantes. En primer lugar, con el sistema RUMI pudimos comprobar que las vacas Holstein empleadas en este estudio tenían un celo con una duración media de 13 horas, con un pico de actividad máxima que solía producirse en torno a las cinco horas de comienzo del celo (tabla 1). Estas cifras son similares a las encontradas por otros investigadores en vacas Holstein de alta producción. Hay que tener en cuenta que la duración del celo va a variar en función de los signos que tengamos en cuenta a la hora de hacer el diagnóstico. De esta forma, distintos estudios consideran que el celo tiene una duración media de 11 a 14 horas (similar a la encontrada en nuestro estudio) cuando se tienen en cuenta todos los signos que expresa la vaca. Sin embargo, cuando en el experimento sólo se tiene en cuenta el tiempo en que la vaca muestra el reflejo de inmovilidad, la duración se suele cuantificar en cuatro a seis horas.

Duración media del celo 13 h (6 a 20)
Momento de actividad máxima 5,27 h (2 a 10)
Momento de la ovulación 27,27 h del inicio
  14,27 h del fin
Tamaño medio del folículo dominante en la ovulación 21,39 mm
Momento óptimo de inseminación 10 a 16 h comienzo del celo por RUMI
  1 a 5 h fin del celo por RUMI

 

Tabla 1. Resultados obtenidos sobre las características del celo en un rebaño de vacas Holstein de alta producción en el que se realizó la monitorización de la actividad con collares RUMI® (Innogando, España).

 

En cuanto al seguimiento ecográfico de los ovarios, tras realizar el análisis estadístico, pudimos apreciar que la ovulación se producía, como media, en torno a las 27 horas del comienzo del celo, o a las 14 horas del fin de las manifestaciones de estro. Además, el tamaño medio de los folículos preovulatorios observados fue de 21,39 mm.

Relacionar el momento de inicio y fin del celo con el momento en el que se produce la ovulación tiene una notable importancia, ya que numerosas investigaciones recomiendan que el momento óptimo para realizar la inseminación en la vaca debería ser entre 12 y 18 horas antes de que se produzca la ovulación. Por lo que, si tomamos estos valores, en nuestro rebaño deberíamos aconsejar inseminar a las 10-16 horas desde que el dispositivo haya indicado el comienzo del celo, o bien a las 1-5 horas desde que el biomarcador haya notificado el fin del período de estro. Finalmente, es necesario hacer un apunte sobre el tamaño medio de los folículos preovulatorios, que ha resultado ser notablemente superior a los 15 – 19 mm establecidos en la literatura, fenómeno cada vez más frecuente en animales de alta producción.

En conclusión, el empleo de sistemas auxiliares que permiten la identificación del momento en que se produce el comienzo y el fin del celo, deberían permitir una mejor gestión de la inseminación artificial, lo que se traduciría en una mejor tasa de concepción y una mayor rentabilidad de las explotaciones.

Referencias bibliográficas

Aungier, S., Roche, J., Duffy, P., Scully, S., & Crowe, M. (2015). The relationship between activity clusters detected by an automatic activity monitor and endocrine changes during the periestrous period in lactating dairy cows. Journal of Dairy Science, 98(3), 1666-1684. https://doi.org/10.3168/jds.2013-7405

Bisinotto, R., Ribeiro, E., & Santos, J. (2014). Synchronisation of ovulation for management of reproduction in dairy cows. Animal, 8(S1), 151-159. doi:10.1017/S1751731114000858

Hockey, C., Morton, J., Norman, S., & McGowan, M. (2010). Improved Prediction of Ovulation Time may Increase Pregnancy Rates to Artificial Insemination in Lactating Dairy Cattle. Reproduction in Domestic Animals, 45(6), e239-e248. https://doi.org/10.1111/j.1439-0531.2009.01548.x

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