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El sector vacuno es un sector en permanente evolución

Un trabajo de todo el sector para garantizar la rentabilidad y la sostenibilidad

Esperanza Orellana Moraleda. Directora General de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

25/05/2023
El sector vacuno tiene una gran importancia en nuestro país, tanto desde un punto de vista social, porque es generador de bienes públicos y empleo en el medio rural; como medioambiental, por su papel en la conservación de los ecosistemas y en el mantenimiento de la biodiversidad. Y es además garante del abastecimiento de alimentos sanos, seguros y de calidad.
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Según los últimos datos disponibles, el sector vacuno generó en 2022 una producción total de 7.479 millones de euros, lo que equivale al 29,33% del valor total del sector ganadero en España. El 56% de este valor corresponde a la producción cárnica, y el 44% a la producción láctea.

Por todas estas razones, el vacuno es considerado un sector estratégico en nuestro país y así lo tratamos desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. A lo largo de toda la legislatura su evolución ha sido objeto de seguimiento constante, y hemos adoptado distintas medidas para mejorar su competitividad y sostenibilidad y para paliar los efectos de la pandemia del Covid-19 y de las consecuencias derivadas de la invasión rusa de Ucrania. Además, hemos promulgado la primera normativa específica en España para el ordenamiento del sector.

Si hay algo que caracteriza a la ganadería de nuestro país, y muy particularmente al sector vacuno, es su marcada diversidad. Sus dos vertientes productivas, carne y leche, cuentan con condicionantes propios que han marcado su evolución a lo largo de los años.

No obstante, también comparten aspectos comunes en esta evolución, fundamentalmente todos aquellos derivados de las crisis sanitarias de finales de los años 90 y principios del 2000, que supusieron la adopción de un importante paquete legislativo a nivel europeo, que incluye aspectos de trazabilidad, sanidad y bienestar animal, y medioambientales. Así se ha configurado en Europa un modelo de producción que, a día de hoy, es uno de los más exigentes del mundo.

Es evidente, que este modelo establece condicionantes al desarrollo y evolución del sector vacuno, pero también ofrece importantes oportunidades en los mercados, cada vez más globalizados, ya que es una garantía del valor añadido de la producción europea en todos los aspectos mencionados.

La Política Agraria Común (PAC) ha marcado también la evolución del sector en la Unión Europea (UE) y en España, muy particularmente en el caso del vacuno de leche, por la existencia hasta el año 2015 del régimen de cuota láctea. Esta limitación de la producción configuraba un sector bastante estable en cuanto a censos, características de las granjas, y localización.

Tradicionalmente el sector lácteo se ha caracterizado por la convivencia de dos modelos productivos diferenciados. Uno, de granjas de pequeña dimensión situadas en zonas desfavorecidas, con escasas alternativas a la producción lechera y otro, con granjas de mediano tamaño con economías de escala y con menor base territorial disponible. En los últimos años venimos observando como la estructura está variando ligeramente, con un cierto incremento en el tamaño de las granjas y la desaparición de un número significativo de las de pequeña dimensión, y no solo en el sector lácteo, sino también en la práctica totalidad de sectores ganaderos.

En cualquier caso, a pesar de esta evolución, la mayoría de las granjas de vacuno de leche tienen un tamaño medio (la media española es de 89 vacas por explotación) y se observa la diferencia entre modelos productivos con el mantenimiento de las zonas de gran vocación y tradición lechera.

De hecho, el mayor número de granjas lecheras se encuentra en la zona de la cornisa cantábrica, muy especialmente en Galicia, caracterizadas por un menor tamaño. Le siguen Castilla y León, Cataluña o Andalucía, con un modelo de granjas de mayor dimensión.

Tampoco podemos hablar de un modelo homogéneo del sector vacuno de carne, ya que las condiciones climáticas y orográficas influyen mucho en el tipo de granja presente en cada región. A ello hay que añadir que el sector se divide en dos actividades productivas diferenciadas, y encontramos una mayoría de granjas especializadas, bien en la cría de vacas nodrizas o bien en el engorde de terneros, y cada una de estas actividades se desarrolla con unos condicionantes diferentes.

De manera general se puede afirmar que las granjas de vacas nodrizas son en su mayoría extensivas, con aprovechamiento de superficies de pastos, localizadas mayoritariamente en Castilla y León, Extremadura, Andalucía y zona de la cornisa cantábrica.

Además, se pueden diferenciar dos modelos productivos según su localización. La cornisa cantábrica se caracteriza por contar con un gran número de granjas de pequeña dimensión (11 vacas de media), mientras que en las zonas de dehesa las explotaciones son de mayor tamaño (46 vacas de media).

Por su parte, las granjas especializadas en el engorde de terneros son más tecnificadas, con menor base territorial, y se sitúan cerca de los grandes centros de consumo, también con variabilidad de tamaños. De manera general, los cebaderos más grandes son precisamente los más cercanos a los puntos de consumo (zonas de Castilla y León, Cataluña o Aragón), mientras que existen numerosos cebaderos de un tamaño más reducido en zonas más alejadas, (principalmente en la cornisa cantábrica.

Un sector en constante evolución

El sector vacuno es un sector en permanente evolución, ya que a lo largo de los años se ha ido adaptando a distintos cambios y condicionantes, tanto sociales, como sanitarios o los derivados de las compromisos nacionales e internacionales y de las propias iniciativas legislativas. A pesar de ser un sector tradicional y muy ligado a zonas rurales, ha demostrado su capacidad de adaptación, su marcado carácter innovador y su compromiso con la sociedad a lo largo del tiempo bajo las circunstancias de cada momento.

Este compromiso ha quedado sobradamente demostrado en estos últimos años, en los que la situación ha sido tremendamente compleja, con una pandemia que hizo peligrar el abastecimiento alimentario, y un aumento de los costes de producción y de la inflación sin precedentes como consecuencia del desequilibrio de mercado derivado de la invasión rusa de Ucrania.

En el contexto actual, el equilibrio de la cadena de valor agroalimentaria y el traslado de los costes a lo largo de la misma se antoja fundamental. A este respecto, la nueva ley de la cadena en la que se ha introducido la obligatoriedad de que el precio de los contratos cubra el coste de producción, juega un papel fundamental para garantizar la viabilidad y competitividad de las granjas de vacuno.

La necesidad de medidas para paliar los desequilibrios de la cadena, en la que ley española es pionera en la UE, ya se puso de manifiesto hace años en el sector lácteo, durante la transición hacia el final del régimen de cuotas. Por ello fue el primer sector en el que se desarrollaron un conjunto de medidas, englobadas dentro de lo que se conoce como el ‘paquete lácteo’.

Entre esas medidas, con el fin de mejorar la transparencia y reforzar la posición negociadora de los productores, se encontraba la obligatoriedad de la celebración de contratos y el reconocimiento de organizaciones de productores y su capacidad para negociarlos en común, incluido el precio.

España lleva aplicando estas medidas desde el año 2012, no obstante, y en línea con todo lo previsto en la ley de la cadena, el paquete lácteo también ha sido reforzado a lo largo de 2021 para evitar precisamente la destrucción de valor a lo largo de la cadena.

Al margen de estas cuestiones, situaciones excepcionales como la invasión rusa de Ucrania, que ha tenido como consecuencia un fuerte incremento de los costes de producción, fundamentalmente de las materias primas para alimentación animal, han requerido de medidas excepcionales.

Así lo entendió el Gobierno y con diligencia adoptó un importante paquete legislativo para apoyar al sector. Por un lado, con 124 millones de euros para el vacuno de leche con cargo a los presupuestos generales del Estado, y por otro, con 110 millones para el vacuno de carne (97,7 millones para la vaca nodriza y 12,3 millones para el engorde de terneros), financiados en una tercera parte con fondos europeos.

Estos no son los únicos retos a los que se ha enfrentado, ni a los que se enfrentará en el futuro, el sector vacuno. Al igual que el resto de los sectores ganaderos, se encuentra ante la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos planteados tanto por los compromisos adquiridos bajo estrategias y políticas comunitarias como el ‘Pacto Verde Europeo’, como por las demandas de la sociedad.

En este sentido se debe avanzar hacia una mayor sostenibilidad de las producciones ganaderas, mejorar el respeto por el medioambiente y el bienestar animal, entre otros aspectos. Igualmente debe adaptarse a los retos sanitarios, y entre ellos muy especialmente al de disminuir el uso de antimicrobianos para luchar contra las resistencias a los antibióticos. A estos nuevos retos se unen la dependencia externa de las materias primas para la alimentación animal y el descenso continuado del consumo de carne de vacuno.

Esta caída de la demanda interna ha hecho necesaria la búsqueda de alternativas en los mercados exteriores. El sector, con el apoyo permanente del ministerio, ha trabajado intensamente para la apertura de nuevos mercados, lo que se ha traducido en un incremento constante de las exportaciones, tanto de carne como de animales vivos.

El acceso a los mercados exteriores se basa en un pilar que debe mantenerse siempre estable: la situación sanitaria de nuestra producción y las condiciones de higiene de la industria alimentaria. El sector productivo e industrial deben garantizar el estatus sanitario de la cabaña ganadera, ya que cualquier paso atrás en este sentido tendría consecuencias desproporcionadas sobre el mercado. Dado que el estatus sanitario implica a toda la cadena de producción, la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias y de bioseguridad de explotaciones y establecimientos alimentarios es una responsabilidad común de este sector.

En este contexto, para hacer frente a estos desafíos y avanzar en la sostenibilidad de la producción, en cumpliendo los compromisos del mencionado Pacto Verde Europeo, el pasado 27 de diciembre se publicó el real decreto de ordenación de granjas bovinas.

Esta norma es fruto de un largo proceso de trabajo con las comunidades autónomas, entidades sectoriales representativas y con todos los agentes implicados. Esta norma aglutina a un sector tan heterogéneo como es el vacuno y establece requisitos diferenciados entre los distintos tipos de granjas, tanto medioambientales, sanitarios como de bienestar animal, para garantizar la máxima proporcionalidad de la norma.

Asimismo, la nueva normativa apuesta por la ganadería familiar, y establece por primera vez una limitación del tamaño máximo de las granjas (fijado en 850 unidades de ganado mayor), con el objetivo de contribuir al desarrollo armónico y sostenible del sector, desde todos los puntos de vista, tanto económico como medioambiental y social.

En este marco, hay que destacar el compromiso del propio sector con todas estas demandas sociales y el trabajo continuo que llevan a cabo todos los ganaderos en búsqueda de los mayores estándares sanitarios, medioambientales y de bienestar en su actividad.

Las distintas medidas y normas elaboradas desde este ministerio buscan acompañar y apoyar al sector en estos nuevos retos y poner en valor su importancia como provisor de alimentos saludables, además de su importancia medioambiental y su máximo respeto por el bienestar animal.

La nueva PAC va a acompañar al sector en este camino, ya que ha incrementado el apoyo al sector vacuno en el marco de las ayudas asociadas. Con la entrada en vigor de la nueva PAC, el sector vacuno recibirá casi 347 millones de euros solo en ayudas asociadas, lo que supone más del 51 % del presupuesto total de éstas para el conjunto de sectores agrarios, para contribuir a mantener la rentabilidad y sostenibilidad de las granjas

Sin embargo, este no será el único apoyo al que podrán acceder los ganaderos del sector, ya que además de otros pagos desacoplados de la producción e intervenciones de desarrollo rural, esta PAC introduce una importante novedad, la figura de los ecorregímenes.

Estas nuevas ayudas tienen un objetivo medioambiental, y los ganaderos de vacuno podrán beneficiarse de ellas si realizan voluntariamente sobre sus superficies determinadas prácticas beneficiosas para el clima y el medio ambiente, y muy particularmente de los dos ecorregímenes dirigidos a la mejora en la gestión y sostenibilidad de los pastos, dotados con un presupuesto de 218,47 millones de euros para el presente año.

En definitiva, desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación estamos plenamente comprometidos con el sector vacuno y seguiremos trabajando de manera conjunta con él y con todas las administraciones implicadas para hacer frente a los retos presentes y futuros, con el objetivo de garantizar su rentabilidad y sostenibilidad.

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