TradeSport 163 - Febrero 2009

Y en eso, la marca, tiene mucho que ver. ¿Cómo afecta eso al sector? ¿Y a las compras? Es evidente que hoy en día los niños –las niñas, no- tienen devoción por determinadas marcas deportivas. Las marcas que visten sus ídolos y que les dan ese estatus –o glamour- que tanto anhelan y que, con los años, desaparecerá. El sector debe aprovechar esta fascinación temporal. Y no lo hace tanto como cabría esperar. Las cadenas de moda infantil y las zapaterías de niño están robando protagonismo a marcas y comercios de deporte. Además, la fuerza que ha adquirido Decathlon ha cambiado considerablemente la dirección del gasto. Los padres acceden a comprar una serie de artículos de marca para contentar al niño, pero en el resto de material deportivo, sobre todo el escolar, apuestan por los primeros precios. Al fin y al cabo, se trata de artículos con una vida relativamente corta, tanto por el uso que se les da como por su la temporalidad de su talla. Y en primeros precios ya sabemos quien se lleva el gato al agua. Con 40 ó 50 euros se puede equipar a un niño de arriba a abajo. Y para pasarse el día en el colegio la calidad es más que aceptable. Pese a lo que acabamos de ver, la categoría de niño está dividida en dos grandes grupos con gustos casi antagónicos: el niño y la niña, y sus diferencias son tan o más acentuadas que las de los mayores. Los niños tienen pasión por ciertas marcas deportivas. Poco les importa vestir todos los días con artículos deportivos. Al contrario. Sin embargo, las niñas, sobre todo a partir de una determinada edad –pongamos 7 u 8 años- no tienen ningún interés por las marcas deportivas. Seguramente ni siquiera anhelan ninguna de estas marcas cuando tienen, por obligación, que comprar material atlético. Para el día a día no quieren ropa deportiva. Si no hay más remedio se ponen un chándal –que seguramente habrán adquirido en una tienda de moda infantil- y unas zapatillas y a fichar. Pero luego, de marcas deportivas ni oír hablar. No es animadversión, pero Zara y compañía son una competencia invencible. Por estética y por precio. LA OBESIDAD INFANTIL PREOCUPA Más allá de lo que los niños –y los padrescompren o dejen de comprar hay un dato que debe preocupar mucho al sector: los índices de obesidad infantil, ya de por sí altos, siguen creciendo año tras año. Cada vez hay menos niños que hacen deporte fuera del colegio y su pasión por la televisión, por los videojuegos y, también, por Internet, les ha convertido en un target muy sedentario. Y lógicamente, ello repercute directamente en las ventas de material deportivo. En el presente y, también, en el futuro, porque el porcentaje de niños que no hacen deporte y que luego, en la adolescencia o la madurez comienzan a hacerlo, es bastante bajo. España tiene uno de los índices de obesidad infantil más elevados del mundo. La “comida basura”, la aparición de las videoconsolas, la televisión y, sobre todo, la pasividad absoluta de muchos padres, han provocado una caída en picado de la práctica deportiva entre los más pequeños. ¿Los culpables? Todas las miradas apuntan, o deberían hacerlo, a los padres. Suya es la responsabilidad de que sus hijos hagan deporte fuera de la escuela; de que no se queden enfrente del televisor tres horas al día o se pasen la tarde jugando a matar con los videojuegos. Las imposiciones no son buenas, pero hay cosas que los padres tendrían que imponer a sus hijos. Y una de ellas, quizás la más importante, es el ejercicio físico. Además, muchos de estos padres tienen que entender que hacer deporte no es competir. Que si sus hijos no son grandes promesas pueden y deben seguir haciendo deporte. No hay que olvidar, en ningún momento, que el deporte, sobre todo en niños, no es sólo competición: es una herramienta clave para que el niño adquiera habilidades, competencias y valores necesarios para afrontar la etapa adulta. Haciendo deporte aprende el valor del trabajo, el esfuerzo, la competición sana, la lucha por alcanzar unos objetivos o metas, el trabajo en equipo y la superación, entre otros. La práctica deportiva repercute positivamente en el desarrollo psicológico del niño. España es obesa. Y la solución no pasa sólo por fomentar dietas; hay que apostar por el deporte. Al fin y al cabo, por mucho que se culpe a McDonalds, Burger King o a la bollería industrial, los niños no engordan porque se hinchen a comida basura y tengan una dieta hipercalórica, sino porque no se mueven. Y quietos, frente al televisor, no pueden combatir esta sobredosis de calorías. El deporte escolar –que asegura un volumen de ventas considerable-, la fuerza de la marca y las preferencias de los niños por determinadas marcas han servido para que la caída de las ventas no fuera proporcional a la caía de los índices, pero ello no significa que, viendo como están las cosas en esta categoría y, también, en otros grupos de edad, las marcas no tengan que empezar a tomar medidas en el asunto: el sector no puede eludir la parte de culpa que tiene. Y siendo uno de los principales interesados en que las cosas cambien, parece hasta cierto punto sorprendente que apeEspaña tiene uno de los índices de obesidad infantil más elevados del mundo. La “comida basura”, la aparición de las videoconsolas, la televisión y, sobre todo, la pasividad absoluta de muchos padres, han provocado una caída en picado de la práctica deportiva entre los más pequeños Para el sector deportivo los niños, por sus características como consumidores, son –o deberían ser- un target prioritario. Por dos razones muy simples: porque a ellos les gusta vestir con ropa deportiva –a los niños, básicamente- y, sobre todo, porque son muy marquistas. ts27

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