Ferreteros de Paiporta, Picanya y Albal relatan cómo afrontaron la devastación y reanudaron su actividad entre el barro, la solidaridad vecinal y la incertidumbre de los seguros
El Patronato de la Fundación Txema Elorza visita y homenajea a ferreterías valencianas afectadas por la DANA
El 27 de marzo, miembros del Patronato de la Fundación Txema Elorza realizaron una visita a las zonas más castigadas por la DANA en la Comunidad Valenciana. El recorrido incluyó una ofrenda floral en el Pont de la Solidaritat, uno de los símbolos de la respuesta ciudadana a la catástrofe, por donde miles de voluntarios accedían a pie a los municipios más dañados, como Paiporta, Picanya, Catarroja o Albal.
La comitiva visitó también algunos de los puntos clave del desastre, como el barranco del Poio, donde las riadas arrasaron viviendas y comercios, y el puente provisional tendido por el Regimiento de Pontoneros del Ejército de Tierra para restablecer el paso entre Picanya y Vistabella.
Tres ejemplos representativos del sector
Entre los daños, perdieron una furgoneta de reparto y varios vehículos personales. Pese a ello, priorizaron el reparto de ayuda a los vecinos, muchos de los cuales tenían las viviendas anegadas por más de dos metros de agua. Lazar destacó la respuesta colectiva: “La solidaridad fue impresionante, con personas de muchas nacionalidades colaborando en la limpieza”. Esta respuesta también tuvo reflejo comercial: la tienda experimentó un repunte de ventas debido a la alta demanda de productos básicos para limpieza y rehabilitación, canalizada en parte por clientes habituales que recomendaron el establecimiento a nuevos usuarios.
Durante los cinco días posteriores al desastre, las puertas de la tienda permanecieron bloqueadas hasta la llegada de un cerrajero. El agua alcanzó los dos metros, arrasando con todo el inventario. En paralelo, la familia se centró en acondicionar su vivienda, también afectada. Según Elena, la respuesta municipal fue inmediata, con recursos volcados en la limpieza de calles y locales. En cuanto lograron habilitar un espacio cercano, comenzaron a distribuir materiales de primera necesidad. “Nos guiábamos por la luz natural”, explicó, ya que muchas zonas no tenían electricidad. Hoy, la ferretería ha sido completamente rehabilitada y conserva en su fachada un mensaje de agradecimiento a quienes colaboraron en su recuperación.
La tercera visita fue a Suministros Industriales Val Sur, en Albal, cuyo gerente, Pepe García, evitó una tragedia personal al no bajar al garaje de su casa, donde tenía previsto rescatar los vehículos. “Decidí no arriesgar”, explicó. Al poco tiempo, recibió la llamada de un empleado que alertaba de la entrada de agua en el almacén. Apenas minutos después, la riada reventó los cristales del local e inundó cerca de 10.000 m².
Al regresar al día siguiente, encontraron un vehículo ajeno incrustado en el escaparate y el inventario inferior al metro de altura completamente dañado. Sin embargo, en solo diez días, Val Sur había retomado parte de su actividad, ofreciendo productos de protección, limpieza y seguridad. Según García, fue clave el esfuerzo colectivo de voluntarios, familiares, empleados y la UME para acelerar la limpieza.
La reposición del inventario fue posible gracias a la colaboración de proveedores, aunque la gestión con las aseguradoras continúa siendo un problema. “Nadie ha pagado nada importante”, reconoció el gerente. Las dificultades se agravaron con la pérdida de documentación afectada por el agua. En muchos casos, se optó por avanzar en la recuperación antes que esperar a los peritos, con el consiguiente riesgo de no ver reconocidos ciertos daños.
Una iniciativa de reconocimiento pendiente


















































