Las ayudas a los combustibles fósiles alcanzaron los 7.000 millones de dólares en 2022

Los subsidios a los combustibles fósiles alcanzaron los 7.000 millones de dólares en todo el mundo durante el año 2022, según los datos publicados en el informe ‘Fossil Fuel Subsidies Data: 2023 Update’ elaborado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Basado en una serie de informes previos publicados por el FMI, este documento presenta una evaluación actualizada de las ayudas a los combustibles fósiles a nivel nacional, regional y global.

Durante el periodo comprendido en el análisis,  los subsidios globales a los combustibles fósiles fueron equivalentes al 7,1% del producto interior bruto mundial, según revela el informe. Esta cifra supone un incremento significativo de los subsidios explícitos, pasando de 500 millones de dólares en 2020 a 1.300 millones en 2022, lo que representa el 1,3% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. “Sin embargo, en el futuro se prevé que los subsidios explícitos disminuyan a medida que los precios internacionales de la energía retrocedan desde sus niveles máximos, alcanzando el 0.6 por ciento del PIB global en 2030”, estima el documento.

Los subsidios implícitos hacen referencia a la omisión de ciertos costos en los precios de mercado, mientras que los subsidios explícitos se traducen en pagos de dinero o beneficios directos entregados por el gobierno. Estas dos formas de apoyo pueden generar consecuencias relevantes en la economía, el medio ambiente y la equidad, y con frecuencia son objeto de análisis para evaluar cuán eficaces y sostenibles resultan las políticas gubernamentales.

El petróleo, el gas natural y la electricidad representaron el 26, el 48 y el 25 por ciento del subsidio global explícito en 2022, respectivamente, mientras que el carbón supuso menos del uno por ciento. En el caso del petróleo y el gas natural, los subsidios explícitos encontraron su origen principalmente en la gestión de precios que mantiene los valores internos por debajo de los estándares internacionales, tanto en países exportadores de energía como en importadores, como respuesta a los aumentos en los costos del gas natural del año pasado.

“A nivel global, el 97% del subsidio explícito en 2022 son subsidios en el lado del consumidor, solo el tres por ciento refleja apoyo directo a los productores de combustibles fósiles”, señala el informe del FMI. Asimismo, el análisis por tipo de combustible arroja notables diferencias en los subsidios totales (tanto explícitos como implícitos) registrados en 2022. En este escenario, el carbón ocupa el 30% del total mundial (principalmente debido a la subvaloración de los perjuicios causados por el carbono y la polución del aire a nivel local), mientras que el petróleo compone el 47%, mayormente debido a que los gravámenes sobre los derivados del petróleo no alcanzan los umbrales necesarios para contemplar la totalidad de los costos ambientales, según idica el ‘Fossil Fuel Subsidies Data: 2023 Update’.

Por su parte, el gas natural (donde los costos ambientales son más mesurados) y la electricidad (donde los costos ambientales se relacionan con los insumos de combustible) representan el 18 (siendo la mitad implícito) y el cinco por ciento del subsidio global, respectivamente.

El estudio revela un detallado análisis en función de sus usos finales, destacando algunas tendencias en la financiación de diversas áreas de la economía. En este sentido, tanto el diésel como la gasolina, utilizados para la propulsión en el transporte, destacaron como protagonistas en la asignación de fondos. Estos combustibles de transporte, en conjunto, supusieron entre el 15 y el 20 por ciento del total de los subsidios mundiales.

Por otra parte, los subsidios vinculados al gas natural se distribuyeron de manera "equitativa" entre distintos sectores, tales como la energía, la industria y la construcción. “En contraste, los respaldos financieros a los productores de gas natural, carbón y petróleo se mantienen en niveles mínimos, delineando una dinámica peculiar en el panorama de las subvenciones”, apunta el FMI.

En el año 2022, los subsidios explícitos mostraron una concentración significativa en tres regiones clave: Asia Oriental y el Pacífico (EAP), Oriente Medio y África del Norte (MENA), y Europa, que representaron el 38%, el 26% y el 16% del total de subsidios respectivamente. A continuación, la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Asia del Sur y América Latina y el Caribe (ALC) se sitúan en rangos del cinco al 12%, mientras que América del Norte y África Subsahariana (ASS) quedan por debajo del tres porciento. Un cambio notorio en este paisaje de subvenciones es la transformación en Europa y EAP, con aumentos del 300% y 190% respectivamente, a raíz de las subidas en los precios energéticos en 2021-22.

Este panorama regional se matiza al contemplar los subsidios totales, ya sean explícitos o implícitos. En este análisis, EAP destacó al absorber el 48% del total de subsidios, mientras que MENA, Europa y América del Norte participaron con un 11% cada uno. CEI, Asia del Sur y ALC, por su parte, abarcaron entre el 5% y el 9%, y ASS registró el porcentaje más bajo, representando el 2% del total. Sin embargo, cuando se ajusta en relación al Producto Interno Bruto (PIB) de cada región, se revelan tendencias divergentes. Europa y América del Norte ostentan los subsidios más bajos, alrededor del 3% del PIB regional, mientras que en la CEI esta cifra se dispara al 23%, en MENA alrededor del 18%, y en EAP y Asia del Sur cerca del diez por ciento, de acuerdo con los datos del informe.

Asimismo, el escenario de subsidios reveló una combinación de factores económicos y energéticos. En la CEI, se reflejaron altos costos de externalidades derivados del empleo de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural. Asia del Sur padeció de bajos impuestos y altas externalidades en el uso de carbón y gas natural, según apunta el estudio. Por su parte, en MENA, se apreció una subestimación sustancial de los costos ambientales y de suministro relacionados con el petróleo. El análisis desde 2020 subrayó un aumento generalizado de subsidios en todas las regiones, a excepción de América del Norte. Europa y MENA prácticamente duplicaron sus cifras impulsados por los subsidios en gas natural, electricidad y productos petroleros.

A nivel de países, China se erigió como el principal contribuyente a los subsidios totales en 2022, aportando 2.200 millones. Le siguen Estados Unidos (760 mil millones de dólares), Rusia (420 mil millones), India (350 mil millones) y la Unión Europea (310 mil millones).

Además, el informe sugiere “una reforma completa de los precios de los combustibles mediante la eliminación de los subsidios explícitos y la imposición de impuestos correctivos, como un impuesto al carbono. Esta política reduciría las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) en un 43% por debajo de los niveles en 2030 (un 34%por debajo de los niveles de 2019). Esto estaría en línea con mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C y acercarse a 1.5°C”.

Según el informe del FMI, la reestructuración de los subsidios vinculados a los combustibles fósiles se perfila como una prioridad para las naciones, aún si se desestiman los efectos climáticos positivos. De acuerdo con el análisis, la reforma de estos incentivos en el ámbito de los carburantes podría elevar el bienestar neto para un país promedio. Esta mejora se lograría al reducir las emisiones de CO₂ hasta un 25% por debajo de los niveles de referencia en 2030, un enfoque que generaría beneficios ambientales locales y eliminaría distorsiones de precios. Además, el documento destaca los ingresos sustanciales que supondría esta reforma.