Retos y desafíos de las empresas instaladoras ante la persistente falta de personal cualificado
Según el informe de 2022 elaborado por la EHI “Heating systems installers Expanding and upskilling the workforce to deliver the energy transition”, difundidos por Fegeca en su último Informe de la Calefacción, el número de instaladores deberá aumentar en un 50% para cumplir los objetivos de REPowerEU en 2030.
El problema es que hay déficit de mano de obra cualificada y dispuesta a incorporarse a las empresas instaladoras sin que tampoco haya previsión de una solución a corto plazo. En la actualidad, el 65% de las empresas instaladoras y mantenedoras precisa personal para poder atender los servicios que prestan a los clientes y de ellas, a casi el cien por cien les resulta imposible conseguir trabajadores cualificados.
La paradoja es que España supera la cifra de 3 millones de desempleados mientras que en el sector de las instalaciones hay más de 10.000 puestos de trabajo disponibles que no se llegan a cubrir.
De cara a los próximos años la situación no tiene visos de mejora. Los datos que Conaif maneja a nivel nacional reflejan que la edad media de los instaladores supera los 50 años, que el 30% de los trabajadores actuales se jubilará en 10 años y que en el corto y medio plazo se van a necesitar 60.000 trabajadores con competencias en digitalización, hibridación, gases renovables y electrificación, entre otras áreas.
Por lo tanto, el desafío más importante al que las empresas instaladoras españolas nos enfrentamos es revertir esa tendencia hacia la descapitalización de talento, también asegurar el relevo generacional para evitar el cierre de empresas e incorporar savia nueva al sector.
Ante esta situación de escasez en el mercado laboral de personal que pueda trabajar en el sector de las instalaciones, Conaif ha tomado la iniciativa firmando con el Ministerio de Defensa un convenio de colaboración que facilita la incorporación del personal de las Fuerzas Armadas a nuestras 21.000 empresas instaladoras, una vez que finaliza su relación laboral con el Ejército.
Más concretamente se centra en un perfil específico, el del personal de tropa y marinería que ya ha cumplido su etapa de prestación de servicio en el Ejército al cumplir 45 años y que demanda una continuidad de su carrera profesional en la vida civil. Algunos de estos militares – tanto hombres como mujeres - disponen de los carnés profesionales, las habilitaciones necesarias y la formación específica para poder trabajar en las empresas instaladoras de cualquier punto de España como soldadores, mantenedores, instaladores, agentes de puesta en marcha, etc. Y otros pueden desempeñar tareas administrativas, comerciales, contables… en función de su formación y experiencia en el Ejército.
Campañas de educación, sensibilización e información pueden ser de gran utilidad para incrementar el atractivo del sector entre los jóvenes y las mujeres.
Recuperar la figura del aprendiz
Como señalaba anteriormente, lograr un alto índice de éxito en el relevo generacional es capital para nuestras empresas instaladoras como sector. Sin embargo, la experiencia que tenemos hoy en día es que en un porcentaje significativo resulta fallido. Que la nueva generación se haga cargo de la empresa instaladora familiar no resulta sencillo, pero es importante que se lleve a cabo para no perder empresas.
En Conaif llevamos mucho tiempo advirtiendo de esta realidad que no es nueva, viene de lejos aunque ahora se le ponga el foco porque la estamos amplificando en busca de soluciones.
Sobre esta cuestión consideramos que se necesita recuperar la figura del aprendiz al que el instalador enseñaba el oficio y terminaba incorporándose al sector al final de su proceso de aprendizaje. En la Formación Profesional Dual tenemos depositadas grandes esperanzas porque combina teoría y práctica directamente en la empresa y permite al alumno aprender el oficio, aunque desde nuestro punto de vista tendría que ser mejorada en dos aspectos concretos: la adecuación de la oferta formativa a las demandas reales de nuestras empresas instaladoras y del sector en general, así como redefinir su enfoque dando mayores facilidades a las pymes para que puedan beneficiarse del sistema.
Del mismo modo habría que conseguir que la profesión de instalador fuera más atractiva para los jóvenes. Debemos llegar a ellos para transmitirles que las instalaciones ofrecen trabajo y la posibilidad de desarrollar una carrera profesional en un sector que es clave en la transición energética, que ofrece una amplia variedad de áreas de dedicación, desde la fontanería a la climatización, el gas, la calefacción, la electricidad, refrigeración y la eficiencia energética, entre otras.
A pesar de estar bien remunerada, ofrecer empleo y tener futuro existe una baja demanda de la profesión instaladora entre ellos. El oficio no se considera atractivo a los ojos de los más jóvenes, por lo que necesitamos lograr el reconocimiento social y mantener a raya el intrusismo profesional.
Para ello sería importante contar con la colaboración de las instituciones educativas, mediante la puesta en marcha de acciones informativas y promocionales entre los jóvenes en edad de decidir su futuro profesional.
Campañas de educación, sensibilización e información pueden ser de gran utilidad para incrementar el atractivo del sector no solo entre los jóvenes, también entre las mujeres, otro colectivo alejado de las instalaciones al que habría que incorporar para paliar la falta de mano de obra persistente. A día de hoy su presencia en nuestras empresas instaladoras es meramente testimonial pues del total del colectivo, menos de un 1% son mujeres instaladoras.
Habría que lograr un cambio de la imagen social que la profesión instaladora proyecta, alejándola de ciertos clichés preestablecidos que la vinculan con un prototipo eminentemente masculino. Y se debería trabajar también en el entorno familiar por la influencia que tiene entre los jóvenes de cara a la elección de los estudios. Los padres deben saber que en las instalaciones hay buenas oportunidades laborales para sus hijos y también para sus hijas.
En esta falta de interés que los más jóvenes y las mujeres demuestran por las instalaciones hay una raíz social. Las transformaciones en la sociedad han alcanzado de pleno a las preferencias de unos y otras a la hora de planificar sus procesos de aprendizaje, relegando la formación profesional en favor de la universidad y eligiendo los trabajos de oficina frente a los manuales.
Es un cambio de tendencia respecto a la realidad que había en España hace unas décadas y que coincide también con la de los otros países de la Unión Europea.
Ahora toca trabajar para conseguir que las nuevas generaciones se incorporen al sector, apostando por la formación y la colaboración de Conaif y nuestras asociaciones de instaladores con las administraciones públicas y el resto del sector.
"Hemos firmando con el Ministerio de Defensa un convenio de colaboración que facilita la incorporación del personal de las Fuerzas Armadas a nuestras 21.000 empresas instaladoras, una vez que finaliza su relación laboral con el Ejército".





















































