Navarra refuerza su compromiso con la sostenibilidad hídrica con una inversión de 2,8 millones en la nueva depuradora de Olazagutía

La nueva planta de depuración da respuesta al aumento del caudal y de la carga contaminante acumulada durante los últimos treinta años, así como a la obsolescencia tecnológica de la anterior infraestructura construida en 1991 y puesta en funcionamiento en 1992. Su puesta en marcha se alinea con las exigencias técnicas de la nueva directiva 2024/3019 de tratamiento de aguas residuales de la Unión Europea, especialmente en lo que respecta a la reducción de nitrógeno y fósforo, con el objetivo de preservar la calidad del río Arakil, informaron en una nota de prensa fuentes del Ejecutivo autonómico.

Durante la visita a la nueva depuradora de Olazagutía, el consejero Óscar Chivite ha estado acompañado por el director gerente de Nilsa, Fernando Mendoza. En su intervención, Chivite ha destacado que la revisión del Plan Director del Ciclo Integral del Agua de Uso Urbano 2025-2030 contempla “121,3 millones de euros para la remodelación de estaciones depuradoras de aguas residuales” y “128 millones de euros para la renovación de redes en alta y baja”. Según ha manifestado, “la política hidráulica debe tener una visión integral, dar un valor añadido a las entidades locales, las grandes y las pequeñas, y ser un eje sustancial de la vertebración territorial”.

Asimismo, ha reivindicado la importancia de la colaboración entre entidades locales y el Ejecutivo foral en políticas de sostenibilidad económica y medioambiental, que “redundan en beneficio de la ciudadanía y que, en materia de depuración, gracias al canon de saneamiento igualitario, refuerzan la solidaridad entre territorios y promueven la cohesión territorial”.

Chivite ha subrayado también la relevancia de actuar sobre infraestructuras ya amortizadas, como es el caso de Olazagutía, al tiempo que ha recordado que “además de invertir en construir instalaciones para núcleos de población de menos de cien habitantes, de las que se han beneficiado medio centenar de pueblos de Navarra, también es muy importante el capítulo dedicado a remodelar parcial o completamente infraestructuras ya amortizadas por antigüedad o uso”. Entre las instalaciones ya renovadas ha citado las de Fitero y Cintruénigo; entre las actualmente en curso, Corella y Tudela; y entre las que comenzarán en otoño, Estella-Lizarra y Lodosa-Sartaguda. Todas ellas, ha añadido, “son instalaciones que ya tienen entre 20 y 30 años de vida útil y que han sido amortizadas, al mismo tiempo que se han quedado escasas en prestaciones para los nuevos requerimientos de las localidades a las que dan servicio”.

La nueva estación depuradora ha sido diseñada para ser más eficaz, moderna y amplia, y cuenta con una capacidad de tratamiento de un caudal medio estimado en 15,63 litros por segundo (1.350 m³/día), con un caudal máximo admisible de 46,90 litros por segundo. En paralelo, la antigua depuradora será demolida en otoño, con una licitación próxima a publicarse por un importe estimado de 300.000 euros. En su emplazamiento se habilitará un lagunaje de seguridad de unos 1.300 m³, aunque algunos elementos se han reacondicionado para la nueva infraestructura.

Otro de los elementos destacados del nuevo sistema es el tanque de tormentas, diseñado para captar grandes volúmenes de agua en episodios de precipitaciones intensas. Su función es retener el caudal inicial para enviarlo posteriormente a la planta sin comprometer su capacidad operativa, lo que garantiza una gestión eficiente incluso en condiciones meteorológicas adversas.

La tecnología implantada en Olazagutía es un sistema híbrido de fangos activos y película fija, que ya ha demostrado su eficacia en la depuradora de Irurtzun durante más de diez años. Una de sus principales ventajas es que no requiere el uso de productos químicos, ya que “únicamente con el aire inyectado, las piezas plásticas y el correcto manejo permite la depuración”, además de que “elimina también nitrógeno y fósforo”. La reducción de estos nutrientes es clave para evitar la proliferación de algas en los cauces fluviales, que perjudican la vida piscícola al consumir el oxígeno del agua.

La instalación dispone también de un sistema de telecontrol que alerta automáticamente al personal de mantenimiento en caso de avería, garantizando una intervención en un plazo máximo de 24 horas. Además, una vez superada la fase de pruebas, a partir de septiembre una pareja de mantenimiento visitará las instalaciones dos veces por semana para revisar los componentes mecánicos, el área ajardinada y el punto de vertido al río.