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Incendios forestales y prácticas agrícolas

José Luis Lozano (IGEA)14/08/2003

La historia de las relaciones entre lo agrícola y ganadero con lo forestal han venido marcadas por profundas desavenencias sobradamente conocidas. La lucha por el agua, la tala y quema del monte para pastos y tierras de labor, los vallados de algunos montes y repoblados para evitar el pastoreo,…

La historia de las relaciones entre lo agrícola y ganadero con lo forestal han venido marcadas por profundas desavenencias sobradamente conocidas. La lucha por el agua, la tala y quema del monte para pastos y tierras de labor, los vallados de algunos montes y repoblados para evitar el pastoreo,… El problema de los incendios forestales se presenta como punto en común en el que se han de aunar esfuerzos de estos sectores para evitar la degradación del medio ambiente.

El fenómeno de los incendios forestales constituye en la actualidad una de las principales, si no la más importante, causa de destrucción del medio natural en los países de la cuenca mediterránea. En los últimos años las estadísticas de incendios en nuestro país muestran datos alentadores (gracias en parte a la climatología favorable, pero también debido al incremento y mejora de las infraestructuras de prevención y extinción de incendios), pero no debemos bajar la guardia, mejorando las políticas de prevención.

La labor de defensa del monte no ha de verse exclusivamente como una acción altruista. Los beneficios de un bosque bien conservado para el agricultor valenciano son evidentes, aunque quizá el más llamativo en nuestras tierras sea el referente al incremento de la disponibilidad hídrica de los suelos forestales: por término medio, en terreno arbolado se retienen al año 98 litros más de agua por metro cuadrado que en uno raso, según un estudio de la Conselleria de Agricultura y Pesca. Estamos hablando de un incremento en cantidad y en "calidad" de los recursos hídricos, puesta que estas reservas ayudan a regularizar los caudales de los cursos de agua.

Pero, ¿qué puede hacer el agricultor valenciano en la lucha contra los incendios? Centrándonos en el aspecto preventivo, señalaremos algunas "buenas prácticas" relacionadas con la actividad cotidiana de los trabajos en el campo como la quema de rastrojos o el uso de maquinaria.

Hay que intentar evitar las quemas de rastrojos, no sólo por el peligro de incendios que conllevan, sino porque en ocasiones tienen efectos desfavorables para el suelo (más en nuestra región con suelos muy básicos, ya que las cenizas incrementan el pH del suelo, destruyen los microorganismos que contribuyen a la formación del suelo llegando a producir terrenos difíciles de trabajar y menos productivos). Caso de ser necesarias, su realización siempre tendrá lugar en las condiciones que fije la administración forestal (fechas, lugares, nivel de alerta, etc.).

Al igual que en el caso anterior, para la quema de restos de poda existen alternativas tales como el triturado de restos con astilladora que evitan exportar los nutrientes de dichos restos sin detrimento de la textura y estructura del suelo.

Se hace imprescindible la máxima precaución en el uso de maquinaria en las inmediaciones de zonas arboladas: muchos incendios se producen por las chispas generadas en los trabajos con maquinaria agrícola y forestal. No hay que olvidar que existen dispositivos para el escape de los vehículos que minimizan este riesgo.

Pero el agricultor no debe resignarse a "dejar de hacer" o "tener cuidado con" estas actividades. La prevención de incendios se ve reforzada por el mero hecho de la presencia del agricultor en su entorno. El gestor forestal sabe muy bien que los caminos agrícolas de fondo de valle, ensanchados y mejorados en su firme para las labores del campo, suelen constituir el eje principal de su red de vías en la planificación contra incendios.

Algo similar ocurre con los depósitos de agua construidos por los regantes, las parcelas de agricultura marginal (garroferas, plantaciones de aromáticas, zonas truferas,…) enclavadas en los terrenos forestales que bien cuidadas constituyen elementos de discontinuidad del combustible. La plantación de especies de baja inflamabilidad y que inhiben el crecimiento de otras especies (adelfas, tarays) o especies con un elevado contenido de humedad que retrasan el avance del fuego (son los llamados "cortafuegos verdes") también son acciones que pueden llevar a cabo los agricultores en el medio rural.

El agricultor es el profesional que más tiempo pasa en el medio natural y puede convertirse en el "guardián del medio ambiente", tal y como propugna la Comunidad Europea. Ahora es labor de todos conciliar intereses para que este objetivo se convierta en realidad y salga ganando nuestro entorno.

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