El espacio exótico en las tiendas
30 de agosto de 2002
Bajo el título de "Exubérant exotique" su autor Benoit Merlaud nos propone una serie de consejos para presentar las frutas exóticas en los puntos de venta. Su dirección www.lineaires.com
Invitar a viajar, está bien. Invitar a gastar, es mejor. La implantación de un espacio exótico no es sólo una cuestión de imagen. Es cierto que la presencia de referencias originales no conocidas por el público da un aire de especialista al punto de venta. Pero si la rotación no es buena estamos perdiendo lugar para otras familias de productos. Sin contar con el efecto "boomerang" sobre la imagen de la tienda, cuando la frescura presentada se aleje de la deseada.
Para evitar esto el autor aconseja respetar una serie de reglas. Sugiere que a lo largo de todo el año el espacio exótico conserve un ambiente particular, con una puesta en escena mínima (canastas) y una ubicación idéntica en el punto de venta. Por el contrario, en los momentos más fuertes como son las fiesta de diciembre y Pascuas, las cabezas de góndolas o los islotes promocionales juegan un papel protagónico. Si es necesario la oferta se puede completar con referencias de contra-estación con vocación festiva (frutos rojos, melones, ciruelas, etc.) o con frutos secos (nueces). En estas fechas especiales es común multiplicar el surtido exótico por dos, organizando animaciones y proponiendo canastas de regalo llenas de frutas exóticas.
Otro elemento indispensable es la información. Muchas interrogantes actúan como frenos para la compra. Para este tipo de productos no es posible agrupar los precios en un sólo panel, es necesario que cada fruta exótica se acompañe de su precio, ya sea poniendo una etiqueta con una foto de la fruta o por colcar el precio conjuntamente al producto. Otra solución son los catálogos puestos a disposición del consumidor, quién los puede leer a placer. Es posible también poner un planisferio señalando el origen de cada producto, esto actúa como una invitación a viajar.
El espacio exótico debe sorprender al cliente, pero jamás debe desestabilizarlo.