Bases del relanzamiento del cultivo del almendro en España
A pesar de la elevada superficie dedicada tradicionalmente al cultivo del almendro en España, hasta hace poco tiempo, esta opción productiva no despertaba mucho interés. Sin embargo, a partir de los primeros años de esta década, la situación ha dado un giro de 180 grados. Este cambio ha estado determinado fundamentalmente por el notable incremento del precio de la almendra que ha tenido lugar en los últimos años. Pero no solo por eso, sino también por la reciente disponibilidad de nuevas variedades auto-compatibles y de floración tardía o extra-tardía, que han reducido en buena medida los problemas de baja fructificación y helada, incrementando así notablemente la productividad.
Un cambio determinante
En el año 2012 se produjo un hecho de especial trascendencia para el futuro del almendro en España. La demanda mundial de almendra pasó a superar a la oferta. Como consecuencia de ello los precios de la almendra se incrementaron de manera apreciable, de forma que hoy, seis años después, continúan muy por encima de los que regían en aquel momento.
Este cambio en la relación oferta demanda no fue el resultado del azar sino que respondió al trabajo concienzudo de los organizados productores californianos (Almond Board of California) para la defensa de las excelencias nutricionales y saludables de la almendra. Sus esfuerzos fueron cristalizando tanto en el incremento del consumo de almendra en áreas tradicionales donde estaba históricamente asentado (Europa, Estados Unidos, Canadá, Oriente Medio), como en su expansión hacia nuevas áreas (China, India, Rusia, Corea del Sur). Esta expansión aún continúa y se está conformando una potente demanda mundial, de manera que, según la Australian Almond Board, en 2017 el déficit fue de 200.000 t.
Pasos complementarios imprescindibles
Ya hemos indicado que la productividad en nuestro país es extremadamente baja. Esto no es solo resultado de que una gran parte del cultivo sea en secano, incluso con bajísima pluviometría, sino que se dan a su vez numerosos factores negativos que en solitario o conjuntamente, determinan esos resultados tan pobres.
Ya sabemos que el cultivo en secano va a seguir siendo una opción importante e inevitable en el futuro, y que no podemos soñar que la productividad media se va a parecer a la de California. En las parcelas ya establecidas podemos incrementar notablemente la actual producción por hectárea, simplemente prestándole la atención debida y condicionados siempre por la pluviometría. Esta afirmación está avalada por resultados ya obtenidos en numerosas parcelas desde hace años. En cuanto a las nuevas plantaciones, vamos a seguir inevitablemente con un porcentaje muy elevado de cultivo en secano, aunque dadas las posibilidades que propician las nuevas variedades, vamos a poder colonizar nuevas áreas más frías y de mayor pluviometría, lo que redundará en una mejora importante de las posibilidades productivas.
Hacia un nuevo enfoque en el cultivo del almendro
Ahora, el importante incremento de los precios de la almendra y el fuerte y continuado aumento de la demanda, que augura un periodo prolongado de bonanza, demandan a su vez un nuevo enfoque en la consideración y el tratamiento de este cultivo. Si operamos adecuadamente, estamos frente a un cultivo muy rentable.
¿Pero qué es operar adecuadamente? En primer lugar elegir los suelos más idóneos, especialmente en el secano, pero también en regadío. En la mayoría de los casos va a ser necesario el subsolado o bien el desfonde a fin de posibilitar que las raíces se expandan lo antes posible, y estén en disposición de acceder al agua y nutrientes en cualquier punto de la parcela. En el proceso de preparación del terreno conviene introducir una buena cantidad de materia orgánica que, al tiempo que aporta nutrientes, favorece la estructura del suelo y con ello su aireación y mejora su fertilidad.
En el secano, la única agua de que se dispone es el agua de lluvia y de ella, la que no se pierda por evaporación o por ser consumida por las malas hierbas presentes en la parcela. Por ello es imprescindible que la infiltración sea buena, lo que viene facilitado por una estructura adecuada del suelo. En áreas de pluviometría baja hay que evitar totalmente la competencia de las malas hierbas y trabajar el suelo para impedir la evaporación. En la consecución de esos objetivos hay que evitar al máximo la destrucción de raíces y propiciar su presencia en donde se localice el agua proveniente de la lluvia. En áreas de escasa lluvia es más adecuado el empleo de patrones francos. Cada una de las operaciones aconsejadas hasta ahora redunda en un beneficio superior a su coste, y tanto más cuando todas ellas se llevan a cabo. No se trata por tanto de un gasto, sino de una rentable inversión.
En el regadío, cuanto más nos acerquemos a los máximos de agua y fertilización necesarios para el árbol en cada momento, mejores resultados se obtendrán. Las modernas plantaciones en regadío establecidas en España recientemente, con las nuevas variedades y sin limitaciones de agua, están obteniendo producciones similares a las californianas. Cuando las dotaciones disponibles son escasas, a veces es conveniente reducir la superficie regada y aumentar el agua aplicada por unidad de superficie. En su aplicación a la parcela deben emplearse métodos eficientes como el riego por goteo, pero teniendo en cuenta el riesgo de salinización asociado a los mismos. Cuando las dotaciones son bajas conviene guardar una parte del agua para el otoño y así asegurar reservas y una adecuada diferenciación de las yemas de flor.
Las nuevas propuestas del cultivo en regadío tienden a intensificar las plantaciones, estrechando los marcos de plantación (y en consecuencia aumentando el número de árboles por hectárea) y mecanizando las labores de poda, tratamientos y recolección. Aunque estos sistemas han demostrado la obtención de elevadas producciones ya desde el segundo año, hay cierta incertidumbre sobre la rentabilidad de este sistema a largo plazo.
Factores trascendentes asociados al material vegetal
Si la preparación del suelo y el cultivo son fundamentales para obtener buenas producciones, igual de importante es la elección del material vegetal, tanto los patrones como las variedades. La diferencia es que mientras las condiciones de cultivo podemos modificarlas a lo largo del tiempo, el material vegetal elegido será para toda la vida de la plantación.
Respecto a los patrones, está generalmente aceptado que los francos son más aptos para el cultivo en secano duro y que los híbridos (GF677 y Garnem) son más idóneos para el regadío o para los secanos con una pluviometría elevada.
En relación con las variedades, además de la auto-compatibilidad que consideramos fundamental en nuestras condiciones, deberemos tener en cuenta otros factores que pueden afectar negativamente a la producción como la floración temprana en zonas frías, la susceptibilidad a hongos en las regiones con mayor incidencia de enfermedades, la época de maduración tardía en zonas frías, etc.
Polinización, helada y productividad
Un problema importante derivado de la auto-incompatibilidad floral en España fue el establecimiento generalizado de plantaciones de las auto-incompatibles Marcona y Desmayo Largueta. Aunque en algunas áreas la floración de estas variedades coincidía prácticamente, en las zonas más cálidas sus épocas de floración no coincidían, por lo que no se producía la polinización cruzada y no había producción. El cultivo de estas variedades llegó a ser con diferencia muy superior al de cualquier otra variedad en España, pero las pérdidas derivadas de la falta de polinización fueron enormes.
La helada es uno de los principales factores limitantes de la producción en nuestro país. El retraso de la floración es la estrategia más eficiente para reducir las pérdidas por helada. Entre las numerosas variedades auto-compatibles disponibles, las hay de floración tardía, muy tardía, extra-tardía y ultra-tardía, de tal forma que siempre podremos disponer de alguna opción que nos permitirá evitar o al menos reducir apreciablemente el riesgo de helada. Como se sabe, para una zona determinada, el riesgo es tanto menor cuanto más tardía sea la variedad cultivada. Hoy en día hay variedades que en zonas muy frías pueden florecer incluso a primeros de mayo, y aunque es verdad que todas las variedades no son igualmente productivas, la posibilidad de encontrar una buena solución en cada caso pasa por conocer las fechas de floración y el comportamiento productivo de todas aquellas variedades que puedan resultar de interés en las condiciones agroclimáticas de nuestra explotación.
Agradecimientos
Este estudio ha sido elaborado en el marco de los proyectos ‘Mejora Genética del Almendro’ del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, y ‘Breeding stone fruit species assisted by molecular tools’ de la ‘Fundación Séneca’ de la Región de Murcia.
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