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El troquel como producto y como servicio

Jordi Ortiz, operario de troquelado láser en Artrok06/10/2010
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6 de octubre de 2010

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Más de dos décadas de experiencia en el sector de las artes gráficas nos han enseñado una lección fundamental: la clave del éxito es saber aunar productividad y vocación de servicio. En Artrok, S.L. vivimos el reto diario de satisfacer a los clientes en esta doble vertiente de nuestra actividad. Tan importante es ofrecer un buen producto de forma ágil y económica como saber orientar en todo momento a quien confía en nosotros hacia la solución más adecuada en cada situación.

El ecosistema donde habita el troquel es un ambiente mucho más cambiante de lo que en principio podría parecer. A menudo se piensa que el oficio de troquelista es uno de los más perennes e impasibles dentro de las artes gráficas. La visión que se acostumbra a tener del fabricante de troqueles es la de un profesional anclado en un taller a la vieja usanza donde nada o casi nada cambia con el paso de los años. Nada más lejos de la realidad.

Los avances técnicos y tecnológicos revolucionan constantemente los procesos productivos. También esto es así en el mundo del troquel. Pero más allá de la automatización y la mecanización, el gran hito de los últimos tiempos es la enorme proliferación de nuevas necesidades que obligatoriamente han alumbrado nuevas soluciones. Hoy un troquelista no solo debe estar al día en cuanto a los materiales, la maquinaria y el software más punteros sino que además -y sobre todo- debe erigirse en una suerte de consultor para sus clientes. La voluntad de servicio y la capacidad para orientar correctamente en cada situación es lo que distingue al profesional exitoso.

Nuestra responsabilidad como troquelistas dentro de las industrias gráficas del siglo XXI es ser capaz de ofrecer siempre la solución más adecuada y de hacerlo sabiendo señalar también las posibles alternativas. Primero orientar para luego fabricar. En un mercado tan dinámico y competitivo como el actual y en un contexto económico tan duro e incierto no podemos privar a nuestros clientes de aquellas soluciones que abren las puertas de par en par a nuevas posibilidades de negocio.

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La última década del siglo pasado fue la del boom tecnológico en la fabricación de troqueles. La ingeniería industrial y la informática pusieron patas arriba los procesos productivos en nuestra actividad. La aparición de más y mejores materiales, el impresionante avance que supuso la sierra láser, la mecanización del moldeado de los flejes, las enormes posibilidades del diseño asistido por ordenador, la revolución en las comunicaciones gracias a Internet y el correo electrónico... Toda una gran confluencia de factores técnicos coincidentes en un plazo muy corto de tiempo que hizo que ya nada fuese igual. Todo se vio alterado: la productividad, los costes, los tiempos, los precios... En unos años, el viejo oficio de troquelista poco menos que se reinventó.

Esta nueva realidad nos ha conducido a otro siglo en el que el reto -una vez explotado el troquel como producto- es explotar el troquel como servicio. El troquel no está solo en una caja, en una carpeta o en el forro de una cubierta de libro. El troquel puede estar en infinidad de productos y puede ser aplicado en un sin fin de materiales. Troqueles planos convencionales, rotativos, expulsiones macho y hembra, selladores, troqueles para termoconformado, o incluso el troquelado láser sin necesidad de fabricar troquel...

Del troquelista no se espera solo la capacidad para fabricar con agilidad un producto bueno, bonito y barato. Se le supone y se le exige también capacidad para orientar, decidir y ejecutar soluciones a medida de las necesidades de sus clientes (clientes que a su vez son cada vez más variados y plurales). De ahí esta nueva dimensión del troquel como servicio.

Sin duda, el troquelista ha ganado protagonismo en el espacio que media entre la idea de un producto y su comercialización. En Artrok conocemos bien este proceso. En los primeros tiempos únicamente impresores y troqueladores llamaban a la puerta. Hoy en día el troquelista es un profesional al que acuden también diseñadores, agencias publicitarias, editores, industriales y un largo etcétera.

Más allá de la revolución tecnológica, la gran novedad en las empresas troquelistas es la necesaria vocación de servicio para atender este nuevo rol que nos toca desempeñar en el sector de las artes gráficas. Un cambio suficientemente profundo que merecerá también una puesta al día en la visión y la misión de aquellas empresas que quieran ver en esta corriente de fondo una oportunidad para destacar.

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