El pulpo podría ser un buen aliado para controlar la expansión del cangrejo azul en el Delta del Ebro
Experimentos realizados en el IRTA la Rápita demuestran que los pulpos de más de 1 kg capturan cangrejos de todos los tamaños disponibles en el medio. Son conclusiones extraídas de un estudio que forma parte proyecto ECESIS, que tiene como objetivo conocer la ecología del cangrejo azul, los impactos en los ecosistemas nativos y el control ejercido por los depredadores y la explotación pesquera. En los ensayos de depredación del proyecto también participan la Universidad Politécnica de Valencia y el Oceanográfico de Valencia, que lo estudiarán con la anguila y la tortuga boba, respectivamente.
El cangrejo azul americano (Callinectes sapidus) vive en aguas de bahías, lagunas costeras, estuarios y desembocaduras de los ríos, y en las playas de poca profundidad. En Cataluña se ha establecido por completo en todo el Delta del Ebro desde 2017, donde ha afectado a la pesca artesanal debido a su colonización exponencial de los ecosistemas deltaicos. Se alimentan de moluscos, crustáceos, peces y algas autóctonas, lo que hace que, en una zona con muchas especies protegidas como el Delta, su expansión descontrolada pueda alterar los ecosistemas.
Algunos estudios evidencian que ha habido un bajón importante del fartet (Aphanius iberus), el pejerrey (Atherina boyeri), así como del cangrejo verde Mediterráneo (Carcinus maenas). “Hay que tener en cuenta que tiene una tasa de reproducción muy alta, y en cada puesta llega a poner de 700.000 a 2 millones de huevos”, explica Patrícia Prado, investigadora del programa Aguas marinas y continentales del IRTA. En el resto de la costa Mediterránea española, el cangrejo azul también se ha establecido en la Albufera, el Mar Menor, las Lagunas de Santa Pola y el Hondo y las Islas Baleares, entre otros espacios.
Investigadores del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), con la colaboración del Oceanográfico de Valencia, a través del proyecto ECESIS que estudia la ecología trófica y los impactos en el ecosistema del cangrejo azul, evalúan los potenciales depredadores naturales de la especie en la costa mediterránea que podrían ayudar a controlar la expansión. En las instalaciones del IRTA la Rápita, los experimentos de depredación con el pulpo (Octopus vulgaris) demuestran que podría sumarse a la acción de los pescadores para el control de las poblaciones de cangrejo azul.
“Sabíamos que es un depredador natural en las zonas originarias del cangrejo azul, en la costa atlántica americana. Los vídeos que hemos grabado de los experimentos con cámaras acuáticas sumergidas demuestran que el pulpo tiene fuerza y habilidad de sobra para detener las pinzas del cangrejo, algo que evidencia que son una de sus presas favoritas y que no tienen preferencia para escoger a individuos grandes o pequeños. Incluso hemos visto que los pulpos más pequeños se atreven a depredar cangrejos más grandes que ellos, algo que no esperábamos”, añade Prado, coordinadora del proyecto, y destaca que “un solo pulpo puede llegar a comerse hasta un 33% de su peso en carne de cangrejo en un solo día”.
Tras detectar la primera aparición preocupante del cangrejo azul en Cataluña en 2017, la Dirección General de Política Marítima y Pesca Sostenible del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural (DACC) inició el seguimiento científico del cangrejo azul con la creación pionera del Comité de Cogestión del cangrejo azul de las Tierras del Ebro, que integra miembros de cofradías de pescadores, científicos, ecologistas y la propia administración con el objetivo de garantizar una explotación del recurso que facilite unas condiciones económicas, medioambientales y sociales óptimas.
Desde un primer momento, la estrategia instaurada es que la pesca profesional sea la herramienta principal para controlar el cangrejo azul, lo que no habría sido viable si se hubiera incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. El interés gastronómico y el valor que tiene en algunos mercados abría sus puertas para que fuera el propio sector pesquero, el principal afectado, quien pusiera freno al cangrejo. Esta estrategia ha dado resultados muy positivos si se comparan los volúmenes de desembarco a fecha de mayo de 2022, de 2.650 kg, respecto al año anterior, de 13.800 kg. Sin embargo, el objetivo es mantener las poblaciones de cangrejo azul en niveles asumibles por los ecosistemas que ocupan, puesto que otros casos del Mediterráneo han demostrado que no es posible erradicarlo por completo. “Todo el conocimiento científico que podamos alcanzar sobre la ecología y el comportamiento de los depredadores del cangrejo azul en el Mediterráneo puede ser de mucha utilidad para las acciones de gestión de la especie”, apunta Prado.
Desde la Dirección General de Política Marítima y Pesca Sostenible del Departamento de Acción Climática aseguran que la estrategia de apostar por el pulpo debe ser complementaria al Comité de Cogestión del pulpo de las Tierras de Ebro, creado en 2020, con el objetivo de aprobar un Plan de gestión del pulpo para garantizar su sostenibilidad pesquera, tanto desde el punto de vista ecológico como socioeconómico para el sector pesquero.
Anguilas y tortugas bobas
Según los expertos, cuando una especie exótica coloniza un nuevo territorio es complicado saber cuáles serán los depredadores y determinar cuál será su rol ecológico sobre la especie. Teniendo en cuenta que entre los depredadores del cangrejo azul de las zonas autóctonas hay peces grandes, en la UPV estudiarán el potencial de las anguilas (Anguilla anguilla) y en el Oceanográfico de Valencia el de las tortugas bobas (Caretta caretta), que ya se conocen como depredadoras en el rango nativo de distribución. De este modo, los expertos también podrán detectar posibles efectos beneficiosos de esta nueva toma como recurso alimenticio para estos depredadores.
El proyecto ‘Ecología e impacto del cangrejo azul americano en las lagunas costeras, estuarios y aguas marinas adyacentes al Mediterráneo español (ECESIS)’ está coordinado por el IRTA, con la participación de la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad de Alicante y el Centro Oceanográfico de Murcia (IEO) del Instituto Español de Oceanografía, y cuenta con la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.