El ejercicio mejora el crecimiento y la homogeneidad en los juveniles de dorada
La dorada (Sparus auratus) se cría en tierra en sistemas de recirculación o de flujo hasta alcanzar tamaños comprendidos entre los 2 y los 20 g, que es cuando se transfieren a las jaulas marinas. Durante el período en tierra, los peces juveniles pueden ser acondicionados en los tanques nadando contra la corriente para estimular su crecimiento muscular y aumentar la robustez. Prolongar el período de cría en tierra en la dorada antes de su transferencia a las jaulas marinas permitiría al acuicultor beneficiarse de un mejor crecimiento, resistencia y robustez si a los alevines se les induce a realizar más ejercicio en los tanques al aumentarles el flujo de agua.
Esta es la principal conclusión del estudio realizado por los investigadores del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de Sant Carles de la Ràpita, junto con la Universidad de Wageningen de Holanda, el Instituto de Acuicultura de Torre de la Sal del CSIC y la empresa Future Genomics Technologies B.V, también holandesa.
En dicho estudio se investigaron los efectos fisiológicos de la modificación del flujo de agua en los tanques de cría, sometiendo a grandes grupos de doradas a un flujo mínimo o a regímenes de flujo de 1 a 2 veces la longitud corporal/segundo, con objeto de inducir el ejercicio de natación durante un período de 8 meses (de febrero a octubre) en depósitos de 1.500 litros.
Tras 8 meses en los tanques, el flujo de una vez la longitud corporal/segundo proporcionó condiciones óptimas para el crecimiento y la uniformidad, pero también estrés (cortisol plasmático inicial más bajo), robustez (factor de condición más alto y corazones más grandes) y movilización de energía (aumento de la glucosa plasmática). Aunque el flujo mejoró el crecimiento de forma lineal con la velocidad de la natación, también el porcentaje de peces lordóticos aumentó con el ejercicio, particularmente cuando nadaban a dos veces la longitud corporal.
Si se considera una prolongación del período en tierra, el régimen de ejercicio óptimo para la dorada juvenil sería el de un ejercicio de natación que induzca el flujo a 1 longitud corporal/segundo. Los investigadores sugieren que se podría limitar la cantidad de animales afectados por lordosis vertebral induciendo el ejercicio sólo durante una parte del día (6h) o iniciando el acondicionamiento del flujo en una etapa posterior (hacia los 14g de peso vivo), con objeto de evitar una carga de ejercicio excesiva en la etapa más temprana del desarrollo.
El crecimiento del 15% obtenido con el ejercicio al producirse un mayor consumo de alimento y/o una tasa de conversión de alimento más baja, acorta el ciclo de producción y, además, es probable que una dorada más robusta muestre menores tasas de morbilidad y mortalidad. Por otro lado, los cambios en la estructura muscular de la dorada ejercitada pueden reflejar una textura más “carnosa” y, junto con los cambios hidrodinámicos en la forma del cuerpo, crear más semejanza con la dorada salvaje, un punto importante para el mercado de piezas enteras.
Con el flujo incrementado, el acuicultor podría beneficiarse de una mayor robustez como medida de mitigación contra el impacto fisiológico negativo de la manipulación, el transporte y la aclimatación a un entorno nuevo, todo asociado con la transferencia al mar.