El ABC de los suelos vinílicos

Los pavimentos resilientes, especialmente los vinílicos, han experimentado una evolución acelerada en los últimos años. Si nos centramos en los sistemas de instalación flotante —es decir, sin encolar al soporte—, hoy podemos distinguir tres grandes tipologías: los vinílicos LVT, los WPC y los SPC.

• LVT (Luxury Vinyl Tile): losetas o baldosas de vinilo de escaso grosor.
• WPC (Wood Plastic Composite): incorporan una subbase compuesta por fibras de madera y PVC, sobre la cual se aplica la capa de vinilo y la protección de resina.
• SPC (Stone Plastic Composite): sustituyen las fibras de madera del soporte por polvo de piedra caliza y PVC, manteniendo formatos similares a los WPC.

Desde el punto de vista de la instalación, el formato LVT por su escaso grosor requiere una base perfectamente nivelada, ya que, en su defecto, se pueden calcar en superficie las imperfecciones de la solera. Algunos de ellos están previstos para colocar directamente y otros con una subcapa de alta densidad previa homologada. Dicho esto, es importante atender las instrucciones del fabricante, ya que las bases estándar de polietileno o similares no tienen la densidad suficiente y conllevan que se rompan los perfiles de las lamas al flexar en exceso las lamas.

Las incidencias mayores que se daban con este formato, además de los problemas derivados de faltas de planimetría, han sido las dilataciones. Sobre todo, en zonas de balconeras, escaparates, etc., con exposición a la luz solar, ya que dilatan considerablemente con exceso de calor y, en ocasiones, se doblan o tensionan en lugar de empujar las lamas contiguas en su movimiento de expansión, dando lugar a roturas del perfilado y por ende a roturas en superficie.

Con la introducción del WPC, las dos incidencias mencionadas se minimizan, aunque, al incorporar fibras de madera en su soporte, su resistencia a la humedad (uno de los principales argumentos de venta de los vinilos frente a otros pavimentos) se ve comprometida; de hecho, se han dado también problemas derivados por esta causa. Es por ello por lo que, rápidamente, el WPC derivó en los vinilos del tipo SPC, que son mayoría en la actualidad.

Como respuesta, surgieron los vinílicos SPC, que hoy dominan el mercado. Su soporte de base caliza y PVC los hace más compactos y resistentes al agua, y muestran una estética similar a los anteriores suelos resilientes, pero con unas prestaciones superiores.

¿Son infalibles? Aún no del todo. El soporte SPC es más rígido y menos flexible que los anteriores. Su principal desventaja radica en la diferencia de coeficientes de dilatación entre la base caliza y la capa superficial de vinilo: bajo temperaturas elevadas, el vinilo tiende a dilatar más que el soporte, lo que puede generar deformaciones en formatos grandes.

Este fenómeno no es nuevo: algo similar ocurría en los parquets multicapa con base en tablero marino o fenólico, más estable que la capa noble, lo que provocaba tensiones internas. En el parquet, también en el multicapa con base en apersianado de conífera, . estas se compensaban con una contracara para compensar las tensiones del panel sándwich, un sistema que aún no se ha asentado en los vinílicos SPC.

Muchas veces los SPC incorporan una subbase cuya función principal es sustituir la manta adicional, agilizando la instalación o aportando aislamiento acústico. Sin embargo, algunas de estas bases resultan excesivamente antideslizantes, lo que dificulta el movimiento natural del pavimento en sus ciclos de expansión y contracción.

En este sentido, conviene también recordar que, aunque el SPC se comercializa como altamente resistente a la humedad, esta afirmación se refiere sobre todo a la superficie. La cara inferior del material debe quedar debidamente protegida mediante una barrera antihumedad (lámina de PVC u otras soluciones equivalentes). La presencia de materiales sensibles a la absorción de humedad en la base (como el corcho) puede generar tensiones adicionales y comprometer el comportamiento del conjunto.

El control de la humedad es un aspecto crítico en la instalación de cualquier pavimento ligero. No solo por cuestiones de durabilidad, sino también como medida higiénica, evitando que la humedad se transmita a elementos constructivos adyacentes (zócalos, paredes, etc.).

En cuanto a la dilatación térmica, es imprescindible respetar los márgenes de instalación, puesto que el vinilo crece con el calor. A falta de una normativa vigente —la norma UNE 14472:4 para instalación de suelos resilientes fue derogada en septiembre de 2023—, la referencia obligada sigue siendo las instrucciones de cada fabricante.

Una de las novedades que empiezan a consolidarse en el mercado son los productos de mantenimiento y reacondicionamiento para suelos vinílicos. Hace unos años apenas existían, pero hoy permiten incluso rebarnizar, cambiar el color o renovar el aspecto del pavimento.

Esta opción no solo alarga la vida útil del suelo, sino que supone una ventaja ambiental y económica. En este sentido, según datos de una firma como Bona, rebarnizar un suelo vinílico en lugar de sustituirlo reduce hasta un 90% el consumo energético y disminuye significativamente la huella de carbono asociada al producto.

Ángel Nevado, presidente de ACIP.