La recuperación del mercado catalán del cemento, amenazada por la incertidumbre en la evolución de los costes de producción, la demanda interna y la situación internacional
La recuperación del mercado catalán del cemento, que se preveía a finales de 2021 y principios de 2022, muestra una clara tendencia a la ralentización, muy condicionada por factores ajenos a las empresas fabricantes. Entre estos sobresalen la evolución de los precios (energía, materias primas, derechos de emisión de CO2) y su efecto en la demanda interna, ya que algunas promociones podrían pararse o no empezar por la incertidumbre sobre cuáles serán los costes reales.
También la difícil situación internacional genera inseguridad, a pesar de que los incentivos europeos tendrían que ayudar a reactivar la construcción de las infraestructuras que necesita la ciudadanía y el país.
Así, los datos recogidos durante el pasado mes de abril muestran que el consumo de cemento en Catalunya apenas ha crecido un 5,6%, respecto de abril de 2021, circunstancia que lleva la evolución interanual a una cifra similar (5% de aumento a los últimos 12 meses). Por su parte, las exportaciones -que constituyen la otra vía de salida de producto de las fábricas catalanas- continúan en caída libre y se han reducido un 38,6% en abril y un 22% en el conjunto del último año.
En un contexto de fuertes inversiones para lograr la neutralidad climática en el sector, las perspectivas de las empresas quedan condicionadas por la incertidumbre del negocio a corto plazo y se ven afectadas, además, por el proyecto de la Generalitat de imponer un impuesto a las emisiones de CO2 de las actividades industriales. Para el presidente de la patronal Cemento Catalán, Salvador Fernández Capo, si esta iniciativa legislativa se aprueba “nos encontraríamos ante la tormenta perfecta”, hasta el punto que la operación de ciertas fábricas catalanas quedaría seriamente amenazada.
El riesgo de deslocalización de la producción en otros territorios continúa incrementándose. Los costes variables de fabricación de clínker y cemento -sobre todo los relacionados con la energía- se han disparado el último año más de un 150%, que conlleva a un aumento de más de 25 euros por tonelada de cemento producido. Esta situación lastra, de manera acusada, la competitividad de las fábricas catalanas.
Para paliar la coyuntura actual, el presidente de Cemento Catalán aboga por actuar en tres frentes diferentes. En primer lugar, sobre el coste de la energía térmica y, sobre todo, “con la utilización de más cantidad y variedad de combustibles alternativos”. En segundo lugar, sobre el coste de la energía eléctrica “que tiene que volver a niveles razonables, evitando beneficios en cascada del sector eléctrico y racionalizando el coste y la transición a una generación verde”. Y, finalmente, mediante el funcionamiento apropiado del mecanismo de ajuste en la frontera (CBAM), respecto a las importaciones y las exportaciones, de forma que se pueda competir en igualdad de condiciones, “que debería relanzar, sin duda, nuestra actividad porque tenemos unas instalaciones eficientes”, concluye.