Entrevista a Ana Martínez, arquitecta y directora de Proyectos de Arquima
La construcción industrializada empieza a despuntar en nuestro país, aunque empresas como Arquima ya abrieron el camino de la industrialización, con sus proyectos pasivos en madera hace ya 15 años. Ana Martínez, arquitecta y directora de Proyectos de Arquima, analiza, en la siguiente entrevista, los beneficios de la construcción industrializada y cuáles son sus perspectivas de futuro, para potenciar la construcción pasiva y sostenible.
La construcción industrializada representa el 1% del sector en nuestro país, ¿por qué Arquima apuesta por este método de construcción desde sus inicios?
Desde el primer momento pensamos que la industrialización aporta muchísimos beneficios. Tienes un control de los tiempos, de la calidad y de los costes muy superior al que puedes tener en la construcción tradicional. Además, es una construcción mucho más controlada y la mano de obra es especializada, evitando un problema actual muy importante en el sector de la construcción. Son muchos los motivos por los que la construcción industrializada es el camino del sector y en Arquima lo iniciamos hace 15 años.
Ana Martínez es arquitecta y directora de Proyectos de Arquima.
¿Qué ofrece Arquima?
Arquima realiza edificios con un alto grado de industrialización de entramado ligero de madera, con criterios de construcción pasiva, sostenible y saludable. Con estos criterios podemos hacer cualquier tipo de edificio: unifamiliar, plurifamiliar, equipamientos, hoteles, residencias, etc… Los proyectos son a medida y los diseñamos de forma personalizada, según las necesidades de cada cliente. Disponemos de departamento técnico, fábrica y departamento de obra in situ, lo que nos permite realizar proyectos llave en mano, ofreciendo un servicio completo a nuestros clientes. Trabajamos con la perspectiva de la optimización en todo el proceso, cada eslabón de la cadena está muy estructurado, para sacar el mayor partido al proyecto. Evidentemente, esto es sostenibilidad, la optimización en la búsqueda de la óptima gestión de los recursos. No comprometer los recursos del futuro con el uso actual de los mismos, es la definición de sostenibilidad. La fabricación industrializada, con una línea de fabricación automatizada, nos permite optimizar el proceso desde los propios materiales, tener un mayor control y minimizar, así, los residuos.
Uno de los factores de la industrialización en la construcción es la optimización del tiempo, ¿qué representa para Arquima construir una vivienda de forma más rápida que por sistemas tradicionales?
Es un argumento comercial importante porque, al fin y al cabo, cuando se adquiere un solar, se quiere tener la vivienda o el retorno de cualquier inversión cuanto antes. Desde luego, la reducción de plazos es fundamental y es un tema que nos permite controlar más la calidad, y por supuesto, los costes. Con un sistema industrializado, todo está muy organizado y estructurado. Nos permite tener un mayor control de cada uno de los procesos, minimiza la exposición a factores climatológicos adversos como la lluvia, que en muchas ocasiones afecta a la productividad y avance de la obra, permite que se hagan trabajos simultáneamente en fábrica y en el solar, etc… En definitiva, consigues un mayor control sobre la productividad comparado con una construcción tradicional.
¿Por qué la construcción industrializada no ha despegado a la misma velocidad que en otros países de Europa?
Está empezando a despegar ahora con las grandes promotoras, que ya están introduciendo elementos industrializados en sus promociones y edificios. En este país, el sector del ladrillo y el hormigón ha tenido mucho peso, siendo un motor económico importante, y es difícil cambiar dinámicas tan grandes. Por este motivo, ha costado un poco más la introducción de la industrialización, pero todas las grandes promotoras ya están apostando por elementos industrializados o la industrialización completa de partes de sus edificios. El sector está todavía poco preparado, porque no hay una estructura que permita asumir un volumen mayor del que ya se está haciendo. Poco a poco, están apareciendo cada vez más empresas industrializadas, que van un poco de la mano de la demanda de las grandes promotoras y el crecimiento del tejido industrial en la construcción.
Esta vivienda unifamiliar de S’agaró, en Girona, es una de los proyectos que ha liderado Ana Martínez para Arquima. Foto: Stefano Carlo Ascione.
Hace 15 años, cuando se fundó Arquima, la construcción industrializada no estaba tan desarrollada en nuestro país. ¿Por qué se apostó por esta metodología? ¿Cuál ha sido el modelo que se ha exportado a España? Y ¿qué limitaciones ha habido en los inicios de la compañía?
Arquima ya nació con un claro concepto de industrialización, porque nuestro CEO y socio fundador (José Antonio González) es ingeniero industrial y tenía muy claro que la línea tenía que ser ésta. Y también vio que tenían que ser construcciones en madera, por un tema de sostenibilidad, por lo que apostó desde el principio por este material. En este sentido, está en el ADN de Arquima. Los primeros pasos fueron difíciles porque hemos tenido que sembrar en el desierto durante muchos años, tanto por el tema de la madera como por la industrialización. Ahora es un sector que está muy en auge y, poco a poco, hemos ido implementando, investigando, desarrollando y configurando nuestro propio sistema proyecto a proyecto. Ha sido un camino paralelo y, obviamente, no ha sido fácil, sobre todo, contarle a alguien que ibas a hacerle la casa en una fábrica y luego se lo ibas a montar, pero, al final, siempre hay gente que se atreve, así que la experiencia siempre ha sido positiva.
¿Qué tipo de cliente acude a Arquima?
Tenemos unos clientes con un valor cultural medio-alto y nos gusta llamarles clientes racionales. Ellos invierten en la construcción desde un punto de vista pasivo. Es decir, valorando mucho que su edificio sea de consumo energético casi nulo y apostando por la sostenibilidad. Son clientes muy racionales que no les importa tanto la estética o los acabados finales como el que su edificio o su casa tenga una muy buena calidad constructiva: pasiva, saludable y sostenible. Les importa menos el tema de acabado de lujo o altas calidades en un sanitario o alicatado de una cocina y prefieren invertir en la buena calidad constructiva como la esencia del edificio.
¿Qué proyectos se han liderado desde Arquima y cuál se considera el buque insignia de la compañía?
Hoteles, equipamientos deportivos, vivienda unifamiliar y también plurifamiliar. En este sentido, hemos hecho el primer edificio plurifamiliar de Barcelona, y también el primero de Palma de Mallorca. Ahora estamos inmersos en varios plurifamiliares en Catalunya. Además, las viviendas más sostenibles de Europa son de Arquima, que están certificadas con la máxima calificación que se ofrecen, tanto en sostenibilidad como en construcción pasiva. Están certificadas con el GBCe, VERDE por el Green Building Council y Passivhaus Premium que es el sello de mayor reconocimiento a nivel mundial en construcción pasiva. Éste puede ser nuestro buque insignia. Otros proyectos impulsados desde Arquima son un centro tecnológico de investigación en Can Ruti (Badalona); una residencia para la 3ª edad, la primera que se ha certificado Passivhaus en España situada en Zamora; unos pabellones para el Liceo Francés de Barcelona; así como algunas tiendas en la Marina de Ibiza. También estamos desarrollando proyectos de cohousing, sobre todo para personas de la 3ª edad, y son proyectos muy interesantes a día de hoy, así como remontas porque es un sistema fantástico porque pesa poco y es el mejor sistema, para incorporar nuevas plantas superiores en edificios. Como se puede ver, tenemos una gran versatilidad entre nuestros proyectos.
¿Construcción en altura mediante construcción industrializada?
Sí, sobre un edificio existente implementar una planta, dos o tres o lo que permita el proyecto hecho en madera, ya que es muy ligero e implica que no tengas que hacer refuerzos en la zona inferior del propio edificio o se minimizan los refuerzos que se deban hacer. Es obvio que el ladrillo pesa mucho más que la madera. Usando este material minimizas las cargas y los refuerzos.
Sin duda, la construcción industrializada abre un amplio mercado también en renovación urbanística.
No tanto en rehabilitación de edificios, pero sí en remontas que se pueden realizar íntegramente en la fábrica. El sistema ideal para las remontas es el nuestro, porque industrializamos todo en una fábrica y minimizas mucho el impacto en la ciudad y el propio edificio en el que actúas. El concepto de regeneración urbana, para mantener la densidad de las ciudades, unido a la sostenibilidad urbana se puede realizar con el sistema de Arquima de manera óptima.
¿Qué peso tienen las Administraciones a la hora de apostar por la construcción industrializada?
Lamentablemente, la Administración siempre va un paso por detrás. Los promotores privados han implementado más este sistema y han abierto el camino de la industrialización en la construcción. Algún ayuntamiento, de manera puntual, es innovador y se ha abierto a las nuevas tecnologías e incluso, nos ha solicitado proyectos, pero la dinámica de concursos y pliegos administrativos está todavía muy anquilosada. Les cuesta innovar y cambiar el 'modus operandi' actual, en definitiva, salir de la zona de confort. La Administración no va mucho en esta línea todavía, aunque ya se empiezan a encontrar excepciones como la ciudad de Barcelona, que sí apuesta por la construcción de madera y de forma industrializada, o el País Vasco y Navarra que son pioneros en este campo, sobre todo en el uso de la madera como material principal.
¿El precio de la construcción industrializada es un factor determinante?
No es más barato, pero tampoco es más caro, si comparamos con la misma calidad. La calidad que ofrecemos en Arquima no es la misma que la de una construcción tradicional, ya que no sólo cumple con el Código Técnico sin más. Ofrecemos un producto muy técnico y con altas prestaciones, aunque se ha tendido a asociar la industrialización con los bungalows o la casa prefabricada de baja calidad constructiva.
¿Calidad, sostenibilidad, reducción de tiempos… y mayor formación y seguridad laboral son claves en la industrialización de la construcción?
Por poner un ejemplo, en Arquima hay más técnicos que operarios, así que tenemos mano de obra muy cualificada. Hay más licenciados que operarios. Todo se desarrolla en la oficina técnica y en el proceso de fabricación se minimiza al máximo las posibilidades de errores. Por supuesto, que se necesita mano de obra cualificada, pero es fácil formar a la gente, porque está en una cadena de producción, porque está controlado y es repetitivo, pese a que cada proyecto es diferente. Es fácil formar a la gente y tener un equipo preparado para cada función. Lo más remarcable es que se reducen los riesgos laborales, que sí se dan en la construcción tradicional, mejorando, así, la calidad del puesto de trabajo. Están trabajando en una nave, en unas mejores condiciones y no expuestos a la intemperie. Por otro lado, no es lo mismo trabajar en suelo que en altura, donde existen muchos más riesgos y mucho más peligrosos.
Arquima da servicio dentro y fuera de nuestras fronteras.
Efectivamente, podemos trabajar en cualquier parte del mundo. Es una cuestión de montar módulos y ya hemos hecho proyectos en Suiza o Cabo Verde, aunque no es lo habitual, ya que con los proyectos que desarrollamos en nuestro país tenemos un gran volumen de trabajo. No obstante, si se plantea un proyecto fuera de nuestras fronteras podemos afrontarlo sin problemas.
¿Cuáles son perspectivas de Arquima para este 2022?
Actualmente, estamos trabajando en la ampliación de la línea de fabricación que tenemos ahora mismo en Barcelona, para al menos, cuadruplicar el volumen de producción actual. El objetivo es que arranquemos 2023 con esta nueva línea, para poder implementar más proyectos. Ahora mismo poder hacer un edificio y meterlo en la secuencia de fabricación en 2022 es un problema, porque tenemos la fábrica llena, así que las perspectivas son muy buenas.
