Situación actual de la caprinocultura ambiental: una reflexión personal

La caprinocultura ambiental engloba a esos modelos de cría, cuidados y aprovechamiento que se han ido conformando a través de los tiempos en la relación entre ser humano, el territorio y los animales de la especie caprina en concreto. Entre ellos se han generado conocimientos que han conformado paisajes, culturas, patrimonios, sabores, interrelación, coexistencia, ciclos de vida y muerte, equilibrio a veces, pero otras no tanto…

Sin embargo, en algún momento, no tan lejano, nos desconectamos de la naturaleza que ha sido y es el sostén de la vida y los ciclos comenzaron a girar más rápido, y a cada vuelta, más era señal de mejor… y las cosas necesitan su tiempo para crecer, evolucionar, adaptarse o perecer.

La caprinocultura se ha ido adaptando a todo lo que le ha ido aconteciendo, desde arriba (por legislaciones; locales, nacionales y europeas que inundan de cargas burocráticas cualquier actividad), desde abajo (de la propia tierra, de sus sequias, enfermedades, abandono de caminos y cercas, de los cambios de uso del suelo). Por un lado, sectores más productivistas que copan los mercados con un cabrito que ella no quiere ofrecer, por el precio que sube de los pocos insumos que realmente necesita, que se van quedando sin un espacio propio. Por el otro, movimientos ‘ecologistas’, animalistas, desvalorización profesional, prejuicios… pero somos parte del ecosistema y sus devenires.

En los últimos años, hemos reflexionado y reconstruido quiénes somos y qué queremos. A pesar de los esfuerzos realizados por parte de Ablanse, desde 2015 los censos ganaderos han disminuido en un 22% y el número de socios un 17%.

Se ha trabajado en diversos frentes, a través de jornadas informativas anuales a los socios y socias con temáticas necesarias para debatir y consensuar las estrategias a seguir; reanudación de seguimiento y visitas periódicas, trabajando en aspectos relevantes como la depuración y mejora de datos en el libro genealógico; control de rendimiento de la cría de chivos primero en cuatro ganaderías y posteriormente en seis; filiación de todos los machos y del 40% de las madres, contando con 25% de las ganaderías totalmente filiadas actualmente. Todo ello a través de la incorporación al Programa de Desarrollo Rural 2016-2022 para generar una cierta estabilidad económica a pesar de haber remontado tras un pesado préstamo que heredamos. Paralelamente, se ha iniciado la comercialización bajo el logotipo ‘100% Raza Autóctona’ y nos vamos expandiendo por la península.

También nos hemos sumado a avances tecnológicos, algunos con éxito: seguimiento por collares GPS en la mayoría de las ganaderías, pastores o vallas eléctricas que facilitan el manejo, informatización de la base de datos y el análisis de la información, primeras evaluaciones genéticas, banco de germoplasma propio de la raza y convenio con el Banco Nacional de Germoplasma. Nos involucramos en diversos proyectos, la mayoría cosechando buenos frutos.

Actualmente, contamos con un proyecto de comunicación y difusión de la raza, más sólido con el que visibilizarnos y reconocernos. Hemos construido y afianzado redes de colaboración y acción conjunta.

Estamos contentos y orgullosos de lo andado, pero mucho queda por hacer… y algunos compañeros se quedan por el camino por diversos motivos.

De una forma general, nuestro modelo de cría y producción no está reconocido oficialmente. La ganadería extensiva se encuentra aún en 2023 en una incertidumbre conceptual y legal de definición. Lo que no se nombra explícitamente, no existe en sí mismo, y esto genera vacíos legales e indefensión al sector de la caprinocultura ambiental. Al no entender su propia idiosincrasia, se generan marcos legales que no son aplicables a la realidad de los modelos de Sierra. A todo ello se le suma la complejidad multifuncional de la actividad caprina ligadas al territorio, que no es una mera aptitud productiva, sino que se organiza como un sistema en sí mismo desde una visión agroecología y debe ser abordada en todas sus dimensiones.

Bajo la mirada del modelo de producción, destacar que históricamente provenimos de unas producciones ligadas al autoconsumo y producción local, que constituían la economía de traspatio de las comunidades rurales, en las cuales cada producto obtenido sumaba a la diversidad de recursos de la familia, constituyendo el sustento en la mesa y también de la economía familiar. Sin embargo, con el cambio a un modelo productivista, estas partidas no capitalizadas han perdido en valor de autogestión, generando un vacío. A ello sumamos la pérdida de infraestructuras ligadas a la transformación de los productos de origen cárnico, desde principios de los años 2000. Con las crisis de seguridad alimentaria y el paquete sanitario de higiene, se centralizan las estructuras y se pierde la posibilidad de transformación y comercialización local, perdiendo así la soberanía alimentaria. La globalización de los mercados de las últimas décadas agrega un escalón más a este desmantelamiento, la venta de chivos lechales vinculados a la producción lechera cada vez más tempranos estrangula los márgenes de venta y favorece un canon de mercado del que es difícil salir y que va en detrimento de las necesidades de crecimiento y valoración nutricional del chivo o cabrito de sierra. La falta de valoración de los productos vinculados a la tierra se traduce en un agravio en la falta de identidad, desvalorización y con ello pérdida de mercado y consumo de los productos asociados a la caprinocultura local.

El precio de cotización del chivo lechal está por debajo del coste de producción del mismo, por lo que en la caprinocultura ambiental, en la que el cabrito es el único producto actualmente con valor en el mercado hace inviable la rentabilidad económica de su producción.

Actualmente estamos analizando la calidad de la canal y carne del cabrito a través de diferentes proyectos de investigación para poder visibilizar las propiedades organolépticas y nutricionales de esta carne de calidad, criada únicamente con leche materna y pasto, siendo necesario más apoyo para poder profundizar en los mecanismos de diferenciación en un mercado ambicioso.

Por otro lado, la dispersión geográfica de las ganaderías pertenecientes a Ablanse dificulta poder generar una estrategia única de comercialización-distribución y venta y es por ello que estamos estudiando y generando diversas estrategias en los distintos territorios basados en canales directos de comercialización, sellos de diferenciación o territorialización de la alimentación en Espacios Naturales Protegidos para convertirlo en una fortaleza del sector.

Entendiendo que las políticas públicas generan un marco general de acción, desde la caprinocultura ambiental reivindicamos que exista oportunidades de flexibilidad normativa que proteja el patrimonio natural, social y económico de esta actividad, y por ello adaptar el articulado a las idiosincrasias reales de estos modelos que defienden los objetivos de sostenibilidad, bienestar animal de los marcos pautados por las diferentes Cumbres Mundiales y estrategias actuales. Este sector se encontraba esperanzado con las tendencias que se asumían en la nueva Política Agraria Común, que ha quedado en un marco de intenciones que realmente dificultan, y a veces entorpecen la viabilidad de las ganaderías pastorales y sus beneficios. Igualmente, los recortes presupuestarios en los Programas de Desarrollo Rural están poniendo en seria amenaza los pagos a los criadores de razas amenazadas por el lucro cesante que dejan de retribuir por criar razas denominadas menos productivas/valorados en el mercado, incluso no son reconocidas dichas razas en algunos de los territorios nacionales generando discriminación, y siendo principal causa de abandono de la actividad y perdida de censo ganadero.

Cabe destacar la elevada carga burocrática y la fiscalización de las medidas de ayudas, sin tener en cuenta las características de manejo de las razas ambientales, lo cual imposibilita el cumplimento de ciertos criterios impidiendo que tal ayuda llegue a sus destinatarios.

Por todo ello, requerimos el reconocimiento de la existencia de estos modelos en las definiciones legales para que puedan existir medidas que realmente las protejan, las tengan en cuenta y viabilicen su futuro tanto a nivel normativo como de apoyo institucional, formativo y de investigación. Agradecemos que desde la Universidad de Sevilla se hayan realizado revisiones en las mediciones de huella de carbono donde no aplican únicamente como factor de determinación las cuantías productivas de las ganaderías y son tenidos en cuenta factores de territorio (SIGPAC) y captura de carbono de la actividad pastoril.

Ciertamente existe normativa vinculada al comercio de cercanía o la flexibilidad de exigencias higiénico sanitarias (Real Decreto 1086/2020) que han sido publicadas, pero que actualmente no están siendo implementadas, generando aún más frustración al sector.

Es relevante destacar que estos sistemas no confieren un mero abastecimiento de productos, sino que proveen múltiples servicios y beneficios a la sociedad, como ya llevamos años defendiendo. Estos sistemas ecosistémicos han sido destacados por diversos autores a nivel internacional y existe una amplia fuente bibliográfica. Por ello trabajamos en su visibilización para lograr el reconocimiento y remuneración de los servicios asociados: paisaje, manteamiento de biodiversidad, mantenimiento de bosques y prevención de incendios, reciclado de nutrientes y cosecha de suelo, alimentos, fibra, pieles, identidad cultural, social y turística, educación…

Sin embargo, a pesar de su relevancia multifactorial, estos servicios no son reconocidos ni visibilizados dentro de la actividad de la caprinocultura ambiental, tanto en cuanto no son cotizables en el mercado. No obstante, desde Ablanse seguiremos poniendo en valor cada uno de ellos para concienciar a la población en general, consumidora de todos y cada uno de estos servicios, y a las administraciones públicas de la relevancia de cuantificar y remunerar estas acciones de manera económica y de reconocimiento social a través de la generación de medidas que favorezcan el desarrollo digno y que garantice el bienestar de los caprinocultores que decidan esta profesión como su medio de vida.

Ante esta situación el sector caprino de razas autóctonas amenazadas se enfrenta a un futuro incierto, ya que sin valor de su actividad y servicios prestados, trabas normativas, desmantelamiento de infraestructuras es difícil garantizar un relevo a corto medio plazo, a pesar de la ilusión y motivación de algunos de nuestros socios y de las asociaciones de criadores en sí mismas.