Soluciones urbanísticas inteligentes

La planificación urbana del siglo XXI ya no puede desvincularse de criterios ambientales, tecnológicos y sociales. Desde la renaturalización de espacios hasta la creación de barrios inteligentes o la incorporación de la ciudadanía en el diseño del entorno, los ejemplos que se extienden por todo el territorio español revelan cómo el urbanismo puede ser motor de innovación, salud y justicia territorial.

Ejecución de las zonas verdes de cubierta y las terrazas del edificio inteligente 'La Escocesa' de Barcelona. Foto: Sorigué.

Uno de los pilares fundamentales de las nuevas estrategias urbanísticas es la generación de espacios verdes resilientes. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), a través de su programa de naturalización urbana, destaca el papel de los parques y corredores ecológicos como solución para adaptar las ciudades a los efectos del cambio climático. Estos espacios permiten reducir el efecto isla de calor, gestionar mejor el agua de lluvia y favorecer la biodiversidad local. En un país en el que los atropellos urbanísticos han sido la norma en demasiados lugares de nuestra geografía, estas actuaciones permiten que la sociedad disfrute de espacios que hasta ahora estaban desaprovechados, cuando no maltratados.

La Fundación Biodiversidad, vinculada al Miteco, ha financiado más de sesenta proyectos que integran Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), muchos de ellos en entornos urbanos. Entre los ejemplos más destacados se encuentran la creación de redes de parques metropolitanos multifuncionales, como los desarrollados en el área de la Ciudad Condal, promovidos por la Diputación y el Área Metropolitana de Barcelona.

Estas actuaciones no solo mejoran la calidad ambiental, sino que ofrecen beneficios como la mejora del aire o la regulación térmica. El diseño de parques resilientes implica el uso de especies autóctonas, suelos permeables, diseño adaptativo al clima y estructuras verdes interconectadas que generan auténticas infraestructuras ecológicas urbanas. Todo ello (en ocasiones no tenido en cuenta por parte de empresas y, lo que es peor, administraciones públicas) está cobrando relevancia en la actualidad, cuando hasta los más escépticos asumen que las temperaturas, el régimen de lluvias —en definitiva, el cambio climático— están cambiando a un ritmo acelerado.

La peatonalización del centro de Pontevedra es una evidente muestra de las ventajas que aporta dar prioridad a los peatones en zonas concretas de los centros urbanos. Foto: Ayuntamiento de Pontevedra.

Esta asunción de una evidencia sustentada por datos científicos está promoviendo cambios en múltiples áreas. Por lo que respecta al concepto de jardín urbano, ha evolucionado hacia nuevas formas que integran tecnología, sostenibilidad y diseño participativo. En este sentido, la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos (AEPJP) promueve desde hace años criterios técnicos avanzados para el mantenimiento, planificación y evaluación de zonas verdes. En sus congresos y publicaciones se abordan temas como la digitalización de jardines, el uso de sensores para optimizar el riego o la adaptación al cambio climático de especies vegetales. Por su parte, la Sociedad Española de Ciencias del Paisaje (SECP) profundiza en los aspectos culturales y ecológicos de los espacios ajardinados, destacando la importancia de integrar los jardines en los procesos de planificación urbana como elementos de identidad y educación ambiental.

Barcelona ha sido pionera en este ámbito con el desarrollo de su Plan del Verde y de la Biodiversidad, que contempla la instalación de jardines verticales, cubiertas verdes, árboles urbanos conectados por sensores y mobiliario inteligente en espacios públicos. La estrategia municipal de la capital catalana apuesta por “una infraestructura verde de proximidad”, accesible y distribuida equitativamente por toda la ciudad, con criterios de justicia ambiental.

La construcción de nuevas zonas urbanas bajo principios sostenibles es otro eje clave del urbanismo inteligente. El Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana impulsa planes integrados para el desarrollo de barrios que favorezcan la compacidad, la diversidad de usos, la movilidad sostenible y el acceso equitativo a los servicios urbanos. Estos principios están recogidos en la Agenda Urbana Española —aprobada por el Consejo de Ministros el 22 de febrero de 2019—, una herramienta estratégica para lograr entornos urbanos más saludables, eficientes y cohesionados. La agenda organiza su estrategia en torno a un decálogo de objetivos y treinta objetivos específicos, así como 291 líneas de actuación, orientadas a ordenación del territorio, densificación, movilidad sostenible, innovación digital y resiliencia climática. Además, el Observatorio de Urbanismo del propio ministerio recopila ejemplos de buenas prácticas en planeamiento, rehabilitación de tejidos urbanos degradados o intervenciones en áreas metropolitanas que buscan reducir la dependencia del coche y aumentar la calidad del espacio público.

En el País Vasco, que cuenta con su propia Agenda Urbana, se desarrollan iniciativas de regeneración de áreas industriales y creación de nuevos barrios sostenibles, como los proyectos en Vitoria-Gasteiz o Bilbao, que integran edificios de consumo casi nulo, transporte público accesible y corredores verdes entre barrios.

En estos cambios también resultan muy relevantes las portaciones de colectivos y asociaciones, como las realizadas por la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI), que contribuye con herramientas tecnológicas y metodologías de gobernanza para aplicar estos criterios. En su plataforma se comparten proyectos de planificación urbana digitalizada, redes de sensores para evaluar la calidad del espacio urbano o sistemas de gestión eficiente del alumbrado, el agua y el mantenimiento de zonas verdes, entre otras herramientas y recursos.

Barcelona cuenta con una amplia experiencia en jardines verticales, que reciben un frecuente mantenimiento. Foto: Ayuntamiento de Barcelona.

Un elemento transversal en estas estrategias es la implicación activa de la ciudadanía en el diseño y gestión de los espacios urbanos. Desde plataformas digitales para votar sobre el uso del suelo hasta talleres participativos para diseñar plazas, parques o zonas de juego, muchas administraciones han integrado procesos de urbanismo colaborativo.

El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, ha impulsado procesos como ‘Decide Madrid’, en el que vecinas y vecinos pueden proponer y priorizar intervenciones urbanísticas, incluidos proyectos de renaturalización de espacios públicos.

Organizaciones como el Club de Roma o la Red de Ciudades y Territorios por la Bicicleta también subrayan la necesidad de rediseñar el espacio urbano desde una óptica inclusiva, en la que la salud, la igualdad de género, la infancia y la movilidad activa estén en el centro de las actuaciones municipales.

La creación de ‘supermanzanas’ en Barcelona o la peatonalización de centros históricos en ciudades como Pontevedra o Vitoria-Gasteiz son ejemplos paradigmáticos de cómo transformar el espacio urbano no solo desde lo técnico, sino desde lo humano.

En el País Vasco, que cuenta con su propia Agenda Urbana, se desarrollan iniciativas de regeneración de áreas industriales y creación de nuevos barrios sostenibles, como diversos proyectos implementados en Vitoria-Gasteiz.

Además de las mejoras físicas, las soluciones urbanísticas inteligentes incorporan cada vez más tecnología para monitorizar, gestionar y planificar los espacios verdes y urbanos. Sensores de humedad, satélites urbanos, mapas de calor en tiempo real, gemelos digitales de la ciudad o algoritmos de predicción de uso del espacio son ya herramientas comunes en muchas ciudades españolas.

En este campo destacamos la labor de la RECI, que trabaja con herramientas como el ‘Urban Intelligence Lab’ para recopilar, analizar y compartir datos sobre el comportamiento del espacio urbano y sus infraestructuras. Estas tecnologías permiten llevar a cabo una gestión más eficiente del riego en parques, la detección temprana de problemas en el arbolado o la planificación dinámica del uso de espacios públicos según la meteorología o los eventos locales.

Además, estas tecnologías mejoran la transparencia y la capacidad de rendición de cuentas de los gobiernos locales, al ofrecer a la ciudadanía acceso a información actualizada sobre el estado y planificación del entorno urbano.

Las soluciones urbanísticas inteligentes no son solo respuestas técnicas. Representan una nueva cultura del espacio público basada en la sostenibilidad, la equidad y la resiliencia. Parques y jardines se convierten en infraestructuras vivas, no solo de ocio, sino también de salud, inclusión y adaptación climática. Las nuevas zonas urbanas no se conciben solo como lugares de vivienda, sino como entornos de convivencia, educación y conexión ecológica.

En esta transición, el papel de las administraciones públicas, asociaciones profesionales, ciudadanía organizada y agentes del conocimiento resulta esencial. Iniciativas como la AEPJP, los programas del Miteco, los observatorios urbanos del Ministerio de Vivienda o las agendas urbanas autonómicas reflejan que el camino hacia ciudades más humanas, verdes e inteligentes está ya en marcha.

Las soluciones urbanísticas inteligentes no son solo respuestas técnicas. Representan una nueva cultura del espacio público basada en la sostenibilidad, la equidad y la resiliencia. Parques y jardines se convierten en infraestructuras vivas, no solo de ocio, sino también de salud, inclusión y adaptación climática