Rehabilitar mejor: una oportunidad que España no puede permitirse desaprovechar
Oscar del Rio, director general de Knauf Insulation
19/12/2025La rehabilitación energética de edificios es, sin duda, uno de los grandes vectores de cambio que afrontará España en los próximos años. No se trata solo de modernizar un parque edificado envejecido, sino de impulsar un proceso que afecta directamente al confort, la salud, la economía de las familias y la sostenibilidad del país. En este contexto, el borrador del Plan Nacional de Rehabilitación (PNRE) llega en un momento decisivo. Celebro que por fin avancemos hacia un marco estratégico alineado con la Directiva Europea de Eficiencia Energética de los Edificios y con la necesidad urgente de contar con un parque descarbonizado y más eficiente.
El PNRE acierta al situar la planificación en el centro y al impulsar figuras como el Pasaporte de Renovación o las renovaciones profundas. Son instrumentos necesarios que permiten mirar la rehabilitación no como una suma de intervenciones aisladas, sino como un itinerario ordenado y estructural. También debo reconocer positivamente el énfasis en los hogares vulnerables, especialmente aquellos que sufren graves deficiencias de habitabilidad y confort. Que se reconozca el aislamiento térmico insuficiente como un factor crítico para la pobreza energética es un avance incuestionable. Sin embargo, la atención a la vulnerabilidad debe ir más allá de una respuesta inmediata: necesitamos guías técnicas que aborden no solo la urgencia, sino también la seguridad, la sostenibilidad y la eficiencia energética de forma conjunta y coherente.
Ahora bien, lo que el PNRE presenta como marco general necesita aterrizar en políticas concretas. El primer pilar de cualquier rehabilitación energética debe ser la coherencia entre las medidas propuestas y los instrumentos existentes. Por ello, considero imprescindible reforzar herramientas como los Certificados de Eficiencia Energética (CEE), que proporcionan una fotografía fiel del estado de los edificios. Sin una estrategia clara para impulsarlos, difícilmente podremos evaluar el impacto de las intervenciones y medir de manera rigurosa si avanzamos realmente hacia los objetivos fijados.
Pero quizá el punto donde más debemos insistir es en la calidad de la rehabilitación. No basta con rehabilitar más; debemos rehabilitar mejor. La eficiencia energética de un edificio comienza por reducir su demanda, y esto solo puede lograrse mediante actuaciones en la envolvente térmica: fachadas, cubiertas, suelos y cerramientos. Esta no es una opinión del sector, sino una línea estratégica ya recogida en el propio Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, cumpliendo el principio ‘eficiencia energética primero’ y, en consecuencia, la prioridad debe situarse en la envolvente antes que en los sistemas térmicos. Si no reducimos la demanda desde el inicio, corremos el riesgo de sobredimensionar equipos.
Un edificio bien aislado implica menos gasto, más confort y una reducción sustancial de emisiones durante toda su vida útil. Actuar sobre la envolvente no es una opción, sino el principio básico de cualquier política seria de eficiencia energética. Sin embargo, echo en falta en el PNRE un mayor detalle sobre cómo deben rehabilitarse los edificios. El Plan fija el destino, pero aún no define la ruta con la claridad que el sector necesita.
Y aquí es donde encontramos uno de las grandes tareas pendientes del borrador: los Certificados de Ahorro Energético (CAE). Aunque el Plan menciona la implantación de un sistema de cuantificación y seguimiento de ahorros energéticos, no introduce reformas que solucionen los problemas estructurales del actual sistema de CAE aplicado al sector residencial. Sobre este hecho, el PNRE solo recoge los CAE como recomendación y no como una medida concreta.
Hoy, los CAE solo se analizan en relación con un ahorro limitado de un año, y no con el ciclo de vida útil del sistema implementado. En ese sentido, medidas que pueden durar menos de 10 años (actuaciones en iluminación), reciben la misma contraprestación económica por kWh ahorrado que otras que tienen un ciclo de vida superior a 50 años (aislamiento en fachada).
Esto genera una distorsión evidente: medidas con un ciclo de vida corto pueden recibir CAE varias veces en un periodo largo, mientras que una intervención estructural, duradera y profundamente eficiente, como el aislamiento de fachada, queda penalizada. Si queremos un modelo coherente, necesitamos que los CAE premien el ahorro real a lo largo de la vida útil de las soluciones. De lo contrario, seguiremos empujando al mercado a decisiones cortoplacistas y contrarias al objetivo de descarbonización.
El PNRE supone un paso importante, pero aún queda camino por recorrer. Si España quiere cumplir con éxito los ambiciosos objetivos europeos, debe consolidar un modelo de rehabilitación basado en la calidad, en la coherencia técnica y en el principio de “eficiencia energética primero”. Tenemos una oportunidad única, como recordemos también lo eran los Fondos Next, para transformar nuestro parque edificatorio, mejorar el bienestar de las familias y avanzar hacia un modelo energético más sostenible.
La rehabilitación no puede seguir siendo una sucesión de medidas dispersas; debe ser una estrategia nacional sólida y orientada al largo plazo. Porque el futuro energético del país se construye desde nuestras fachadas, cubiertas y muros. Y es ahora, más que nunca, cuando debemos apostar por hacerlo bien.


























