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El cuerpo está creado para el movimiento

Redacción Protección Laboral22/12/2015
Trastornos músculo-esqueléticos derivados del trabajo

Los trastornos músculo-esqueléticos derivados del trabajo (TME) son un conjunto de patologías del aparato locomotor causadas por la sobre-utilización continuada del sistema músculo-esquelético, siendo la carga de trabajo el factor determinante.

Dicha carga puede ser dinámica (contracción isotónica) por el movimiento, o estática (contracción isométrica) por el mantenimiento de posturas. Ambas provocan fatiga.

El cuerpo humano es un mecanismo diseñado para el movimiento. Por ello, Rafel Panadès Valls, médico del trabajo, responsable de la Unidad Técnica Territorial en Barcelona de l’Institut de Seguretat i Salut Laboral (Generalitat de Catalunya), argumenta que “el trabajo muscular estático cansa más que el dinámico. Los músculos trabajan pero no reciben la mayor aportación de oxígeno y nutrientes que necesitan. De ahí que nos cansemos más al estar quietos (de pie) que caminando”.


El dolor aparece cuando la capacidad de recuperación del sistema músculo-esquelético se ve sobrepasada por el esfuerzo fisiológico
El dolor aparece cuando la capacidad de recuperación del sistema músculo-esquelético se ve sobrepasada por el esfuerzo fisiológico

En el ámbito laboral, la acumulación de esfuerzo muscular superando la capacidad de recuperación se salda con trastornos músculo-esqueléticos (TME). Los TME son, con diferencia, las enfermedades profesionales más declaradas, además de representar un serio escollo en la calidad de vida de los trabajadores (dolor y pérdida funcional), con graves repercusiones socioeconómicas. “La trascendencia de esta problemática de salud estriba en que provoca dolor e incapacidad, además de consumir recursos económicos, constatándose el enquistamiento de la situación, es decir que la mejora en las condiciones de salud no se corresponde con lo que cabría esperar”, cita Rafel Panadès.

Este artículo sintetiza las causas de los TME provocados por el trabajo, características y prevención, a partir de una Jornada formativa impartida recientemente por Panadès.


Aparato locomotor

Una característica del cuerpo humano es su elasticidad (capacidad de recuperar una forma preestablecida tras someterse a tensiones). Ello es debido a las propiedades visco-elásticas de las partes que componen el sistema locomotor, si bien dicha elasticidad está en un rango que no debe sobrepasarse, además de que necesita un tiempo de recuperación.

El aparato locomotor, o sistema músculo-esquelético, nos permite adoptar posturas y movernos gracias a la acción conjunta de una serie de estructuras específicas (músculos, huesos, tendones, articulaciones y ligamentos), así como unas estructuras relacionadas –y no específicas- como son los vasos sanguíneos y los nervios, necesarios para un buen funcionamiento fisiológico. Cualquiera de las estructuras citadas puede verse afectada por una sobreutilización y ser causa de la aparición de lesiones, que pueden localizarse en:

-Tendones. En tanto que tejido conectivo fibroso, tienen una alta probabilidad de sufrir lesiones, que conocemos como tendinitis, entesopatías (lesión en la unión tendón-hueso), rupturas fibrilares, tenosinovitis (inflamación del recubrimiento de los tendones), etc.

-Articulaciones. Son la unión de dos huesos, pudiendo ser móviles, semi-móviles o fijas (conocidas también como suturas, como son las uniones de los huesos craneales). El estrés ergonómico afecta a las articulaciones con algún movimiento. La afección más frecuente es la artrosis o degeneración del cartílago que recubre la parte móvil de los huesos sometidos a fricción (rodillas codos, etc.).

-Columna vertebral. Sus problemas derivan de la bipedestación humana y la inestabilidad a que se ve sometida, lo que no ocurre en el caso de los animales cuadrúpedos. Para compensar la inestabilidad, la columna adopta curvas naturales (lordosis y cifosis), aunque también pueden aparecer curvas anómalas (escoliosis), son desviaciones laterales que suelen estar provocadas por dismetrías de las piernas (diferencias de longitud).

Una pieza fundamental en el gran mecanismo articular constituido por la columna es el disco intervertebral, un ‘cojinete’ visco-elástico (con composición de un 75% de agua) que actúa como amortiguador entre las vértebras.


Como la mayoría de animales, el hombre era un cuadrúpedo más. La propia evolución de la especie o el deseo de alcanzar frutos situados a altura, hicieron que nuestros antepasados de hace un millón de años se irguieran. La temeridad del homo Erectus le llevó a conocer la bipedestación y, por añadidura, el dolor de espalda al sobrecargar el frágil eje del cuerpo. El peso del cráneo ejerce con los años un aplastamiento de los pequeños huesos que forman nuestra columna vertebral. El proceso puede verse agravado por hábitos posturales incorrectos o sobre-esfuerzos de origen laboral.

El dolor de espalda -que engloba diversos tipos bajo el término dorsalgia- tiene un origen confuso en la mayoría de los casos, pudiendo llegar a carecer incluso de un sustrato físico. Los especialistas admiten una amplia diversidad de causas, como un cólico nefrítico, una mala postura laboral, hernia de disco, depresión o, incluso, insatisfacción sexual. La conclusión no puede ser más palmaria: una de las fragilidades del homo Erectus es el eje de su soporte óseo. La evolución biológica del individuo y el trabajo que haya desempeñado en su vida, así como el modo en que lo haya hecho, irán dejando una huella sobre su columna vertebral. El tributo inevitable será el dolor, que podrá registrar episodios agudos y que provocarán, en muchos casos, incapacidad.


Características de los TME

Rafel Panadès acota el término de TME como “el resultado de una sobre-utilización músculo-esquelética que supera la capacidad de recuperación de las diferentes estructuras del aparato locomotor”. Otros rasgos definitorios son:

-Origen multi-factorial, aunque el componente laboral es esencial.

-Su desarrollo suele tener una evolución progresiva y larga.

-Se produce una degeneración de las estructuras músculo-esqueléticas.

-La recuperación es larga, pudiendo no ser completa si el proceso está muy avanzado.

-Afectan a la calidad de vida, al trabajo y a la capacidad funcional del individuo.

-Aparecen tanto en trabajos que implican una actividad física importante, como en actividades sedentarias.

-Las lesiones anatómicas pueden pasar inadvertidas en los estados iniciales, lo que dificulta un diagnóstico precoz, condición necesaria para prevenir el cuadro degenerativo de la enfermedad.

Panadès advierte de “las secuelas cuando la intervención es tardía. Por ejemplo, una degeneración del cartílago afectará a la calidad de vida del trabajador en un proceso degenerativo e irreversible”.


Factores de riesgo laboral de los TME

Los TME tienen un conjunto complejo de causas interrelacionadas, de actuación simultánea, que se dan en el ámbito laboral y también en el extra-laboral. En el ámbito laboral concurren los factores bio-mecánicos, psicosociales y organizacionales.

Los riesgos bio-mecánicos incluyen:

-Fuerza-esfuerzo. Están determinados por variables como la intensidad, fuerza requerida, grupos musculares que se usan, dirección del esfuerzo, tipo y calidad del agarre, postura.

-Repetitividad. Constituye un factor multiplicador del esfuerzo.

-Posturas forzadas / inadecuadas. Toda articulación tiene un rango de movimiento, por lo que conviene evitar trabajar al límite y buscar los ángulos de confort. Aumentan el riesgo las posiciones fijas y los gestos que exigen precisión.

Las pausas ergonómicas son necesarias, dependiendo su duración de distintas variables y, en primer lugar, de la intensidad del esfuerzo.

Los factores extra-laborales (características personales, antecedentes médicos, actividad deportiva, tabaquismo, estrés no laboral…) son elementos de riesgo añadido a cada persona, aunque por sí solos no explican la alta incidencia de los TME relacionados con la actividad laboral. Como médico del trabajo, Rafel Panadès argumenta que, además de los factores bio-mecánicos y extra-laborales, “hemos de tener en cuenta el grupo de los factores psicosociales y organizacionales, que pueden agravar los factores bio-mecánicos, ya que pueden generar tensión muscular o estrés), o son los responsables de la existencia de los factores de riesgo bio-mecánico (la organización es la que determina el trabajo que se hace y cómo se hace)”.

En consonancia con esta última tesis, F. Hubault (París) manifestaba que “las expresiones patológicas de los TME son síntomas de una organización que no facilita los medios de expulsión de las tensiones que provoca”.


Patogénesis y principales tipos de TME

Los TME encierran una gran variedad de cuadros clínicos, que afectan principalmente a las extremidades superiores y a la columna vertebral (especialmente la zona cervical y lumbar). Las estructuras más afectadas son las denominadas como ‘partes blandas’: tendones, nervios, vasos, ligamentos, músculos y discos intervertebrales. Todos los cuadros comparten las características clínicas y evolutivas, que se manifiestan en sintomatología como el dolor, que se combina con síndromes de fatiga, incapacidad funcional, disminución de la movilidad, tumefacción y alteraciones de la sensibilidad. Estos cuadros pueden aparecer de forma aguda (en cuyo caso se declara como un accidente laboral) o, como es más frecuente, de forma insidiosa (no da la cara) y progresiva. “La clínica comienza siendo poco intensa, inconstante, relacionada con determinadas actividades y reversible. Si no se adoptan medidas preventivas en esta fase inicial, el proceso evoluciona y acaba siendo intenso, constante, relacionado con cualquier actividad laboral y extra-laboral e irreversible”, afirma Rafel Panadès.

Los estadios clínicos, que van de la fase 0 a la fase 3, son: 0 (molestia), 1 (dolor-fatiga), 2 (persistencia de los síntomas-disminución de la capacidad), 3 (síntomas constantes y afectación para el trabajo).

En cuanto a la clasificación, cabe decir que los TME se agrupan en función de las estructuras afectadas. Los cuadros adjuntos relacionan las afecciones más frecuentes.


El trabajo damnifica

Las patologías ósteo-musculares (afectan a músculos, huesos, cartílago) asociadas al trabajo son procesos conocidos desde hace muchos siglos. Sin embargo, durante las últimas décadas, el mundo industrializado está asistiendo a un incremento constante de este tipo de patologías que, en parte, son un tributo a la bipedestación y, en parte, a la sociedad del trabajo. Las estimaciones de morbilidad pueden variar según la procedencia de los datos y otras muchas variables, aunque la conclusión palmaria es que el trabajo damnifica, y lo hace en mayor medida cuando no se produce una recuperación de la fatiga fisiológica.

Estas patologías se manifiestan a través de los temidos TME. Son alteraciones causadas o agravadas principalmente por realizar un trabajo y por los efectos del entorno inmediato en el que se realiza dicho trabajo.

La mayor parte de los TME son trastornos acumulativos resultantes de una manipulación repetida de cargas de intensidad baja o elevada durante un periodo prolongado. Tales trastornos afectan principalmente a la espalda, cuello, hombros y extremidades superiores, aunque también pueden afectar a las inferiores. Algunos TME, como el síndrome del túnel carpiano en la muñeca, reciben su nombre por los síntomas claramente definidos que producen. Otros no lo son tanto, ya que únicamente se observa dolor o incomodidad sin síntomas claros de que exista un trastorno específico.


La columna vertebral, eje que sostiene el sistema músculo-esquelético, se ve sometida a importantes esfuerzos
La columna vertebral, eje que sostiene el sistema músculo-esquelético, se ve sometida a importantes esfuerzos

En el conjunto de la UE más del 25% de los trabajadores se queja de dolor de espalda y el 23% de dolores musculares. Los TME constituyen en España, al igual que en el conjunto de Europa, el problema de salud más frecuente relacionado con el trabajo. Aproximadamente, un tercio del total de los accidentes de trabajo registrados con baja médica corresponden a dolencias dorso-lumbares. Además, casi nueve de cada diez enfermedades profesionales declaradas comportan daños músculo-esqueléticos.

La incidencia de estos factores es elevada en los centros de trabajo: un 9% de los trabajadores desarrollan su función siempre o casi siempre en posturas dolorosas o fatigantes, el 7% debe ejercer una fuerza importante y un 28% realiza movimientos repetitivos de mano o brazo durante el trabajo. Así se entiende que los TME representen la primera causa de baja laboral en España. Según fuentes sindicales, “es una enfermedad profesional de gran relevancia, que en 1989 suponía el 32% del total de enfermedades profesionales y hoy en día supone el 73%, por lo que la lucha contra estos trastornos resulta una prioridad absoluta”.


El dolor de espalda es una de las afecciones con mayor prevalencia. Aproximadamente el 80% de la población padece al menos un episodio de dolor de espalda en el transcurso de su vida, según datos que proporciona la ASST. Las malas posturas y un mobiliario de oficina inadecuado o mal colocado son la causa de que un elevado porcentaje de las personas que trabajan en oficinas lo padezcan, siendo una de las causas más frecuentes de absentismo laboral. Según la página Web de la espaldasi la baja laboral por dolor de espalda se prolonga hasta las 4 semanas hay que tomar medidas específicas, pues los trabajadores que alcanzan ese plazo tienen entre un 10 y un 40% (según los ámbitos) de posibilidades de seguir de baja 1 año después. Y prácticamente ninguno de los que sufre una baja de más de 1 año puede volver a llevar una vida normal, activa y sin dolor, con independencia de su diagnóstico original o de los tratamientos recibidos o que se le apliquen después. Esa situación es perjudicial para la empresa y el erario público por los costes que conlleva pero, sobre todo, para el trabajador por las secuelas que entraña”.

Entre los factores desencadenantes del dolor de espalda podemos reseñar:

-Esfuerzo muy intenso.

-Repetición de esfuerzos excesivos, aunque no muy intensos.

-Adopción de posturas inadecuadas, que pueden sobrecargar la musculatura o las estructuras de la columna vertebral.

-Sedentarismo. Los trastornos aumentan si la persona trabaja en posición sentada.

-Estrés. Una persona estresada está sometida a fuertes contracciones musculares que repercuten en la columna.

-Insatisfacción. Los estudios realizados en el ámbito laboral reflejan que la insatisfacción con el puesto de trabajo aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda.

-Transportar cargas, etc.


Evaluar la carga

Las prioridades pasan por el desarrollo de herramientas para evaluar la carga o sobrecarga total en el sistema músculo-esquelético. Los ergónomos recomiendan actualmente que la evaluación del riesgo debería considerar la carga total sobre el cuerpo sin diferenciar entre el manejo de cargas pesadas y otros esfuerzos posturales. Existe también la necesidad de desarrollar guías de evaluación e intervenciones que tengan en cuenta los trastornos músculo-esqueléticos con otros factores de riesgo como el estrés, la fatiga, vibraciones, o bajas temperaturas. En segundo lugar, es preciso desarrollar métodos de evaluación e intervención, junto con medidas preventivas, particularmente en relación con ciertas lagunas de conocimiento, como, por ejemplo:

-Trastornos músculo-esqueléticos a los que se ha prestado poca atención, tales como trabajar de pie y otros trabajos estáticos.

-Sectores específicos, por ejemplo: asistencia a domicilio, residencias y hospitales; entregas a domicilio; hostelería, servicio de limpieza, trabajo doméstico.

-Métodos de evaluación adecuados para una fuerza de trabajo cada vez más diversa.

-Nuevas fuentes de riesgo, como por ejemplo, lugares de trabajo con múltiples pantallas de visualización; dispositivos con entrada de datos sin teclado; uso de ordenadores de mano, etc. Es esencial que se preste la atención necesaria al buen diseño ergonómico de las nuevas tecnologías.

Vale la pena tener en cuenta otros riesgos físicos combinados que pueden presentar los trabajadores:

-Falta de ejercicio físico

-Exposición combinada a las vibraciones y a las posturas forzadas y trabajo muscular.

-Baja concienciación sobre los riesgos térmicos entre los grupos de trabajadores poco cualificados expuestos a condiciones térmicas adversas.

-Complejidad de las nuevas tecnologías, de los procesos de trabajo y de las interacciones persona-máquina.

-Protección insuficiente para grupos de alto riesgo contra los riesgos ergonómicos provenientes de estar mucho tiempo de pie.

-Aumento general de la exposición a las radiaciones ultravioletas durante y fuera del tiempo de trabajo


Prevención de los TME

La prevención ha de considerar tres premisas básicas: se requiere una actuación interdisciplinar (ergónomos, médicos, psicólogos, empresa y trabajadores); no existen soluciones universales para casos que suelen ser singulares; la prevención puede obtener muy buen resultado si es suficientemente precoz.

La acción preventiva, que debe incluir la identificación y control de los factores de riesgo, se ejerce en varias fases:

·Prevención primaria

Incluye el diseño adecuado, en la fase de planificación, de los puestos de trabajo, herramientas y procesos, con vistas a disminuir el uso de la fuerza, los movimientos repetitivos o la adopción de posturas forzadas o inadecuadas. Sobre este particular conviene tener en cuenta que los esfuerzos prolongados no deben superar el 30-35% de la fuerza máxima de una persona, y que es peor la intensidad del esfuerzo que la duración del mismo.

También forman parte de la prevención primaria las medidas organizativas: distribución adecuada del tiempo de trabajo, rotaciones efectivas (no tiene sentido cambiar de trabajo si se siguen utilizando los mismos grupos musculares), disminuir o evitar posibles fuentes de estrés laboral (factores psicosociales), realización de ejercicios físicos en el trabajo - calentamiento, estiramiento), incorporación escalonada al ritmo de trabajo.

Ello debe complementarse con la formación-información del trabajador, bajo la premisa de que debe ser una formación práctica adaptada a la realidad del puesto de trabajo.

·Prevención secundaria

Juega un papel fundamental la vigilancia de la salud periódica de los trabajadores. La misma tiene varios pilares básicos: cuestionarios de síntomas y exámenes de salud específicos, consultas espontáneas, vigilancia del absentismo por motivos de salud, promoción de la salud en el trabajo, etc.

La vigilancia de la salud basada exclusivamente en los reconocimientos médicos anuales (e inespecíficos) está abocada al fracaso (que equivale a no detectar a tiempo los problemas). Por ello, resulta de utilidad recurrir a los cuestionarios de síntomas con periodicidades cortas, fomentando al mismo tiempo las consultas espontáneas de los trabajadores.

Los trabajadores y los prevencionistas deben conocer otras premisas universales relacionadas con el trabajo:

-Cualquier postura sólo es cómoda durante un cierto tiempo (estamos hechos para el movimiento).

-La postura viene determinada por el puesto de trabajo.

-El aparato locomotor lo usamos tanto si queremos como si no.

-La recuperación de los TME puede ser total si se actúa precozmente.

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