El síndrome de saturación
Paula Llull25/10/2013
El miércoles hablábamos del buceo de saturación, y de la preparación física y psicológica a la que tienen que someterse para emprender su jornada. Hablamos, pues, de que tienen que acostumbrarse a respirar helio, que es lo más conveniente para estar bien cuando están sometidos a las profundidades del océano. Pero, ¿Por qué? Es decir, ¿Por qué se produce el síndrome de saturación y otras enfermedades relacionadas con el buceo?
Este síndrome es frecuente en los buzos, y se produce a causa de la formación de burbujas de nitrógeno en la sangre o tejidos, por la inadecuada eliminación de este gas del cuerpo del profesional. Así, es muy importante que el buzo respete los tiempos de descompresión, que son unos 12-18 metros por minuto.
¿Por qué se produce?
En la atmósfera, en la tierra y por tanto, en las bombonas que se utilizan para bucear, hay una parte de nitrógeno. Al sumergirse, la presión ambiental aumenta a medida que coges profundidad. Entonces, el buceador respira aire a una presión mucho mayor que en la superficie y, al aumentar la presión, el nitrógeno tiende a penetrar en los tejidos del organismo. En principio el momento de bajar no es peligroso.
El problema viene al subir. A medida que disminuye la presión y el nitrógeno va abandonado los tejidos, se elimina por los pulmones al expulsar aire, pero si la velocidad de ascenso supera a la velocidad a la que el nitrógeno se disuelve de nuestro cuerpo, éste formara burbujas que pasarán a la sangre o tejidos, y produce ciertos peligros. Para evitarlo, los buzos deben de ir con mucho cuidado al subir y cumplir unos protocolos establecidos. Hay que subir a 12-18 metros por minuto, y a la vez realizar paradas a ciertos niveles. Paradas que pueden durar hasta cinco minutos. Es muy importante, además, la forma física del buzo y sus enfermedades previas. Cualquier pequeña lesión en el oído, obesidad o medicación previa puede provocar un desencadenamiento del síndrome mucho más rápido. Los síntomas se presentan dentro de un período corto de tiempo después de la inmersión, e incluso dentro de las 24 horas siguientes a la práctica del buceo.
Camara Hiperbárica
Este síndrome puede afectar en diferentes medidas, de más a menos grave. Los más leves solo producen dolor, y se manifiestan generalmente con manchas en la piel, dolores en las articulaciones y músculos. También pueden darse otros síntomas, que manifiestan una afectación un poco más grave, como el bloqueo de las articulaciones. Los síntomas que aparecen cuando el síndrome es más grave son afecciones en el sistema nervioso central, respiratorio y circulatorio, pudiendo provocar la muerte si no es tratado a tiempo.
Normalmente, el tratamiento más común es la intervención en la misma plataforma o en hospitales especializados que contienen cámaras hiperbáricas. Dentro de estas cámaras hay una presión muy parecida a la que se da a grandes profundidades, y se realiza la despresurización de manera pausada, segura y controlada por un médico especializado en estas enfermedades. En última instancia y si las condiciones lo requieren (aislamiento de la embarcación, falta de cámaras hiperbáricas y falta de tiempo) existe la posibilidad de despresurizar al buzo volviéndole a sumergir, pero es muy poco recomendable.
Este síndrome es frecuente en los buzos, y se produce a causa de la formación de burbujas de nitrógeno en la sangre o tejidos, por la inadecuada eliminación de este gas del cuerpo del profesional. Así, es muy importante que el buzo respete los tiempos de descompresión, que son unos 12-18 metros por minuto.
¿Por qué se produce?
En la atmósfera, en la tierra y por tanto, en las bombonas que se utilizan para bucear, hay una parte de nitrógeno. Al sumergirse, la presión ambiental aumenta a medida que coges profundidad. Entonces, el buceador respira aire a una presión mucho mayor que en la superficie y, al aumentar la presión, el nitrógeno tiende a penetrar en los tejidos del organismo. En principio el momento de bajar no es peligroso.
El problema viene al subir. A medida que disminuye la presión y el nitrógeno va abandonado los tejidos, se elimina por los pulmones al expulsar aire, pero si la velocidad de ascenso supera a la velocidad a la que el nitrógeno se disuelve de nuestro cuerpo, éste formara burbujas que pasarán a la sangre o tejidos, y produce ciertos peligros. Para evitarlo, los buzos deben de ir con mucho cuidado al subir y cumplir unos protocolos establecidos. Hay que subir a 12-18 metros por minuto, y a la vez realizar paradas a ciertos niveles. Paradas que pueden durar hasta cinco minutos. Es muy importante, además, la forma física del buzo y sus enfermedades previas. Cualquier pequeña lesión en el oído, obesidad o medicación previa puede provocar un desencadenamiento del síndrome mucho más rápido. Los síntomas se presentan dentro de un período corto de tiempo después de la inmersión, e incluso dentro de las 24 horas siguientes a la práctica del buceo.
Camara Hiperbárica
Este síndrome puede afectar en diferentes medidas, de más a menos grave. Los más leves solo producen dolor, y se manifiestan generalmente con manchas en la piel, dolores en las articulaciones y músculos. También pueden darse otros síntomas, que manifiestan una afectación un poco más grave, como el bloqueo de las articulaciones. Los síntomas que aparecen cuando el síndrome es más grave son afecciones en el sistema nervioso central, respiratorio y circulatorio, pudiendo provocar la muerte si no es tratado a tiempo.
Normalmente, el tratamiento más común es la intervención en la misma plataforma o en hospitales especializados que contienen cámaras hiperbáricas. Dentro de estas cámaras hay una presión muy parecida a la que se da a grandes profundidades, y se realiza la despresurización de manera pausada, segura y controlada por un médico especializado en estas enfermedades. En última instancia y si las condiciones lo requieren (aislamiento de la embarcación, falta de cámaras hiperbáricas y falta de tiempo) existe la posibilidad de despresurizar al buzo volviéndole a sumergir, pero es muy poco recomendable.
