Y los trabajadores siguen muriendo
Redacción Protección Laboral06/02/2017
En este blog hablamos a menudo de felicidad laboral y de bienestar, yendo más allá de la prevención pura y dura. Pero esto no significa que se nos olvide lo básico, lo que es uno de los pilares del mismo bienestar: la protección integral de los trabajadores. Decimos esto porque, a pesar de las leyes y la concienciación, aún sigue muriendo gente en el trabajo. Algo que hacemos para “ganarnos la vida”, irónicamente puede quitárnosla.
Sin ir más lejos, este 2016 en España han fallecido en sus puestos de trabajo nada menos que 509 personas. Los sectores con más incidencia han sido servicios, industria, agrario y construcción siendo, concretamente transporte y almacenamiento la actividad económica con más mortalidad.
Se calcula que en la Unión Europea mueren cada año aproximadamente 300.000 personas por enfermedades o accidentes relacionados con el trabajo, y la cifra se eleva hasta 2,3 millones en términos globales, según la OIT. Las actividades económicas con más accidentes fatales en la UE son la construcción seguida de la manufactura y el transporte y almacenamiento, tal como revelaba el detallado estudio (con datos de 2013) que publicó el Eurostat el año pasado.
Fuente: Eurostat
En América Latina se registran los números más altos de accidentes de trabajo. De hecho, se calcula que el ocurren en la región, siendo agricultura, construcción y manufactura los sectores con más incidencia. Durante el año 2012 murieron en México hasta 1.534 personas por accidente o enfermedad laboral.
Pero, por supuesto, también están las muertes que no se reflejan en las estadísticas, por el mero hecho de que ocurren en la llamada economía informal. Las zonas más afectadas por este problema se encuentran en el África Subsahariana y Asia. Y en Latinoamérica hay más trabajadores sin contrato que con él, que se enfrentan a diario a condiciones que no incluyen ninguna cobertura de seguridad. Asimismo, la esclavitud sólo está erradicada sobre papel y en ella mueren adultos y menores.
Tampoco olvidemos que, más allá de las profesiones físicamente peligrosas, el estrés no deja de matar, así como la acumulación de horas de trabajo. Las victimas de Karoshi, en Japón, son un ejemplo de ello. Y en España, de hecho, la primera causa de muerte en el trabajo son los infartos y los derrames cerebrales. Algo que aquí está considerado accidente de trabajo desde 2008 y una causalidad que no ha dejado de aumentar desde los inicios de la crisis.
Sin duda, queda mucho trabajo por hacer en la disciplina de la PRL y en el que debería ser su objetivo más básico: mantenernos con vida. Por supuesto que existen circunstancias no siempre controlables y que un mundo sin ningún siniestro laboral puede ser utópico. Pero ésta es la meta que deberíamos marcarnos para llegar al menor número de muertos posible.
Sin ir más lejos, este 2016 en España han fallecido en sus puestos de trabajo nada menos que 509 personas. Los sectores con más incidencia han sido servicios, industria, agrario y construcción siendo, concretamente transporte y almacenamiento la actividad económica con más mortalidad.
Se calcula que en la Unión Europea mueren cada año aproximadamente 300.000 personas por enfermedades o accidentes relacionados con el trabajo, y la cifra se eleva hasta 2,3 millones en términos globales, según la OIT. Las actividades económicas con más accidentes fatales en la UE son la construcción seguida de la manufactura y el transporte y almacenamiento, tal como revelaba el detallado estudio (con datos de 2013) que publicó el Eurostat el año pasado.
Fuente: Eurostat
En América Latina se registran los números más altos de accidentes de trabajo. De hecho, se calcula que el ocurren en la región, siendo agricultura, construcción y manufactura los sectores con más incidencia. Durante el año 2012 murieron en México hasta 1.534 personas por accidente o enfermedad laboral.
Fuera de estadística
Pero, por supuesto, también están las muertes que no se reflejan en las estadísticas, por el mero hecho de que ocurren en la llamada economía informal. Las zonas más afectadas por este problema se encuentran en el África Subsahariana y Asia. Y en Latinoamérica hay más trabajadores sin contrato que con él, que se enfrentan a diario a condiciones que no incluyen ninguna cobertura de seguridad. Asimismo, la esclavitud sólo está erradicada sobre papel y en ella mueren adultos y menores.
Tampoco olvidemos que, más allá de las profesiones físicamente peligrosas, el estrés no deja de matar, así como la acumulación de horas de trabajo. Las victimas de Karoshi, en Japón, son un ejemplo de ello. Y en España, de hecho, la primera causa de muerte en el trabajo son los infartos y los derrames cerebrales. Algo que aquí está considerado accidente de trabajo desde 2008 y una causalidad que no ha dejado de aumentar desde los inicios de la crisis.
Sin duda, queda mucho trabajo por hacer en la disciplina de la PRL y en el que debería ser su objetivo más básico: mantenernos con vida. Por supuesto que existen circunstancias no siempre controlables y que un mundo sin ningún siniestro laboral puede ser utópico. Pero ésta es la meta que deberíamos marcarnos para llegar al menor número de muertos posible.