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Iosu Lázcoz: "La responsabilidad de las empresas es fomentar la felicidad de los trabajadores en un contexto de felicidad organizacional"

Redacción Protección Laboral30/03/2017
Entrevista a Iosu Lázcoz Iso, ideólogo y CEO de Optitud:

Aprender a gestionar nuestras emociones y las ajenas es la base de la inteligencia emocional, y ésta es una de las asignaturas pendientes de nuestras empresas. Todas tienen departamento de Recursos Humanos, pero ¿cuántas tienen Gerencia de Bienestar o Departamento de la Alegría?
En todas las empresas suele haber personas tóxicas –a veces, es la propia organización la que emana toxicidad, cuando debiera trabajar por el bienestar individual y colectivo.


El optimismo y la actitud (optitud) están en la base de todo plan de choque defensivo-preventivo. ¿El objetivo? Que la diversión, buen humor y productividad entren en la empresa. Hablamos de ello con el ideólogo de la Optitud.

-¿Qué es la optitud y cuándo crea usted el término?
-Acuñé el término en 2011, y por aquel entonces era la fusión de dos virtudes claves en el desarrollo humano, el optimismo y la actitud. En 2013, sale mi libro homónimo, y actualmente estoy desarrollando mi segundo libro sobre mi Modelo teórico Optitud.

-Grosso modo, ¿qué campos de aplicación tiene la ‘Optitud’?
-La Optitud se compone de 15 virtudes clave en el crecimiento humano, entre las que destaca el campo de la psicología positiva. Dentro de esta rama de la psicología, integro competencias emocionales, personales y sociales, y establezco sinergias con el Modelo de Felicidad Sostenible.

-Usted ha diseñado un ‘modelo de optitud’ ¿sería dicho modelo una especie de ‘manual’ para aprender a ser optimista y positivo?
-Son dos de las virtudes del Modelo Optitud, y las 15 tienen demostrada eficacia tanto en el ser humano como en el mundo de la empresa. En concreto el Optimismo (Vitamina 7) y las emociones positivas (Vitamina 13) están muy presentes en mi Modelo, ya que son las que mayores y más prolongados efectos producen.

-¿Cuáles son los principios de dicho modelo?
Por una parte, el Modelo muestra un camino para despertar nuestra fuerza interior, nuestra Optitud. Todas las vitaminas tienen efectos probados sobre la salud corroborados por las mejores universidades y centros de investigación del mundo. El gran reto supone demostrar los efectos de la interacción de las distintas vitaminas entre sí, y además cómo lo hacen en las 4 dimensiones (los 3 ejes y la cuarta dimensión, el tiempo).
Mi segundo libro habla de cuáles son estas vitaminas, y queda pendiente (aunque ya van apareciendo estudios de efectos sinérgicos de la interacción de distintas virtudes entre sí), un estudio que demuestre cuáles son los efectos de esa interacción entre todas las vitaminas Optitud.


En sus seminarios, Lázcoz expone el Modelo de Optitud, que abre un camino para despertar nuestra fuerza interior, nuestro optimismo y actitud

-¿Se puede enseñar el optimismo? ¿Y contagiarlo?
-Por supuesto, el mayor experto del mundo en tratamiento de la depresión (Martin Seligman), estuvo más de 30 años tratándolo hasta que gracias a su hija de 4 años, Nikki, decidió empezar a estudiar lo que funciona bien en el ser humano, y no tanto lo que funcionaba mal. Publicó su libro “Niños optimistas” y “Aprendiendo optimismo”, en los que da una serie de claves para educar nuestro pensamiento. Así que sí se puede aprender, y da fe de ello Martin, un pesimista recalcitrante, como él se define.
El optimismo es extremadamente contagioso, pero tiene una serie de barreras de entrada: culturales, sociales y genéticas. Hay personas con cierta predisposición al pensamiento pesimista, y les cuesta mucho esfuerzo cambiar su situación, pero pueden lograrlo. Aquí juega un papel fundamental el entorno (Vitamina 10 de mi Modelo), que favorece o dificulta el contagio.
El ser humano piensa mayoritariamente en negativo, y lo hace por protección. Nuestro cerebro nos engaña, nos dice lo que asegurará su supervivencia, y por ello nos instala en el miedo y el inmovilismo.

-¿Existe en nuestra sociedad una deriva peligrosa hacia el ‘optimismo de farmacia’ (ansiolíticos, nootrópicos, estimulantes, etc.).
-Antes de responder, es preciso señalar que los medicamentos ayudan, siempre que se diagnostiquen correctamente y en enfermedades que sean reales. Si dejamos todo en manos de los medicamentos, estaremos descapitalizando al individuo y le estaremos instalando en su mente el peligroso mensaje de “si no es recurriendo a ayuda exterior, tú solo no puedes solucionar tus problemas, estarás siempre a merced de circunstancias externas sin ningún control sobre ello”.
Las estadísticas son demoledoras, en 1955, había 355.000 personas en hospitales con un diagnóstico psiquiátrico; en 1987, 1.250.000 recibían pensiones en EEUU por discapacidad debida a enfermedad mental; en 2007, eran 4 millones. El año pasado, 5. ¿Qué estamos haciendo mal? Cada vez son más los psiquiatras y psicólogos que se están revelando contra la tiranía de la industria farmacéutica, cabe señalar al psiquiatra Allen Frances como voz más discordante.

-El 73% de los españoles tiene astenia por estrés, dormir poco y trabajar mucho. Asimismo, el 31% de los españoles sufre fatiga mental en el trabajo. ¿Qué ayuda puede proporcionar la optitud?
-En el entorno laboral, la optitud tiene una serie de instrumentos para canalizar el cambio. La acción debe focalizarse en una figura clave de la empresa, el dueño. Si éste no quiere cambiar su modelo de liderazgo, no hay nada que hacer. Si decide implementar un modelo de gestión de personas más saludable, lo primero que haría es medir el nivel de bienestar de los empleados de la empresa -yo lo haría de manera sostenida durante 3 años. Después bucearía en los procesos de la empresa.
Una vez efectuado el diagnóstico inicial, empezaría por acciones formativas en psicología organizacional positiva a los directivos y mandos intermedios. Un vez aprendidos, empezaría a implementar el Modelo de Felicidad Sostenible-Optitud en el resto de la empresa. Nombraría a responsables de la implementación de felicidad en la empresa, que son los que se asegurarán de que la implementación sea efectiva y escalonada, como por ejemplo el Gerente de Felicidad Sostenible, que sería el que articularía toda la serie de acciones necesarias, el Gerente de Liderazgo Feliz y Sostenible, Responsable de comunicación positiva, etc.
Con mi equipo de Felicidad Sostenible diseñaríamos todas las acciones a realizar. Por último volveríamos a medir el nivel de bienestar de la empresa, y comprobaríamos si la implementación se traduce en aumento de bienestar en los trabajadores así como en aumentos de productividad y demás parámetros asociados, y en definitiva, si están preparados para caminar solos. El seguimiento implica hacer auditorías externas todos los años.

-¿Estamos condenados por genética a acumular estrés? ¿La optitud sería una vitamina para combatir esta plaga?
-La Optitud empodera al individuo, saca a la luz las virtudes que atesora, y consigue que el equilibrio entre las demandas de la empresa y las habilidades del trabajador sea más real. Prepara al trabajador para afrontar los periodos de estrés con mayores garantías de éxito. Por ejemplo, el optimismo es una virtud fundamental para poder superar la presión con garantías, los optimistas no se hunden bajo presión. Otra virtud es la positividad, es el núcleo central de la resiliencia, y si se trabaja saldremos reforzados de las situaciones de alta exigencia.

-Poner distancia con los problemas, arrinconar la ‘basura emocional’ y, en definitiva, gestionar nuestras emociones es un programa que suena muy bien ¿Es utópico o podemos conseguirlo?
-Por supuesto que sí. Aprender a gestionar nuestras emociones y las ajenas son la base de la inteligencia emocional, y ésta es una de las asignaturas pendientes de nuestras empresas. Los seres humanos tendemos a “rumiar” nuestros problemas y entramos en un círculo vicioso de pensamientos y sentimientos negativos del que es preciso enseñarnos a salir, ya que no nacimos aprendidos.

-Denos algunos argumentos avalando las tesis de que la optitud (1) mejora la productividad del trabajador, y (2) reduce los índices de siniestralidad laboral.
-Los argumentos son contundentes, y así lo avalan prestigiosas empresas de investigación socio-laboral de todo el mundo. En concreto, respondo a los dos ítems que de la pregunta. La mejora de la productividad está demostrada con muestras amplias y representativas. Según investigaciones de Shawn Achor en la Universidad de Harvard, los empleados felices son un 31% más productivos. En cuanto al segundo ítem, y según la revista de negocios Forbes, los empleados felices tienen un 66% menos de bajas laborales que los menos felices. Aparte de estas dos fuentes, existe un número ingente de investigaciones solvente que constatan los beneficios de la felicidad en el trabajo.

-¿Sabía que la siniestralidad vial-laboral (desplazamientos laborales en vehículo) es mayor al ir al trabajo que al volver; mayor también los lunes que los viernes? ¿Estamos ante una siniestralidad producida, al menos parcialmente, por la actitud?
-Desconozco si existen estudios que correlacionen el estado de humor con la siniestralidad vial. Pero puestos a elaborar una posible hipótesis, ahí lanzo la mía: está demostrado que inducir estados de ánimo positivos en trabajadores se traduce en mejores diagnósticos médicos, mejores desempeños, mayor visión de campo y, en definitiva, mayor eficiencia y productividad. Cuando es lunes todos estamos cabreados y cuando es viernes, es ‘San Viernes’. Saque usted la conclusión.

-Todos buscamos la felicidad aunque sea a costa de seguir conductas aberrantes (en algunos casos). ¿Qué es la felicidad sostenible?
-A parte del nombre de un Proyecto que tengo junto a dos Psicólogos Clínicos, expertos en Psicología Positiva , llamados Antonio Corredera Larios y José Juan Rivero Pérez, significa no sólo implementar felicidad en las empresas, sino también extenderla al resto de la sociedad, a la educación, las ciudades. Y además articular herramientas que permitan que esa implementación sea sólida y sostenible en el tiempo.

-Por favor, denos una receta sencilla de la felicidad.
-Tomo prestada la famosa fórmula de Sonja Lybomirsky, y añado el cuarto elemento (entorno): Felicidad = Genética + Circunstancias + Voluntad + Entorno.
Está demostrado, en la fórmula inicial, que la genética representa el 50%, las circunstancias el 10% y la voluntad el 40%. Si añadimos el entorno en la fórmula, quedaría rebajado el efecto de la carga genética en dicha formulación (es una hipótesis sin demostrar todavía).

-¿Existe una ‘felicidad de postureo’ o ficticia para exhibir en redes sociales por parte tanto de particulares como de empresas?
-El ‘postureo’ siempre ha existido en nuestra sociedad, sólo que ahora con las redes sociales todo se ha magnificado. Tenemos la necesidad de mostrar a los demás lo felices que somos, que en el fondo lo que queremos decir es que queremos ser aceptados.
Toda esa felicidad es en gran parte hedónica (basada en el placer) y superficial, cuando la felicidad verdadera, la más profunda, es eudamónica (basada en el carácter). La primera felicidad no dura ni permanece, la segunda sí.

-En algún sentido, ¿somos nuestro mayor enemigo, sometidos a nuestro yo interior? (que puede tener inclinaciones ‘positivas’ o ‘negativas’). ¿Puede la optitud actuar como una vacuna o un revulsivo?
-Muy interesante esta pregunta. Nuestro yo evoluciona con los años. Esa voz interior o conciencia es lo que nos va dirigiendo. Nuestro cerebro recibe 70.000 pensamientos diarios, de los cuales el 85% son negativos. Nuestra mente se integra con nuestro cuerpo y lo dirige todo. Nuestro diálogo interior conforma creencias que es preciso trabajar, estos pensamientos no pasan aduana, mientras que lo que nos dicen los demás sí. Nuestro cerebro es el que más energía consume de todo nuestro cuerpo, y tiene una misión clara, asegurarse que todas nuestras decisiones vitales tengan el menor riesgo posible y le aseguren que él pueda seguir “alimentándose”. Por eso siempre nos dará pautas racionales que no dejen bien instalados en nuestra zona de confort.
Con Optitud podemos reeducar nuestra mirada, podemos aumentar nuestras dosis de confianza y autoestima, así como generar el valor necesario para procesos de cambio. Podemos identificar esos pensamientos rumiantes, aislarlos y trabajarlos.
Aunque no está en mi Modelo, hay una forma muy poderosa de controlar ese diálogo interior, el ‘Mindfulness’, mediante el cual observamos todos los pensamientos que nos vienen sin juzgarlos ni inferir sobre ellos, aprendemos a identificarlos y a comprobar el efecto que tienen sobre nosotros, en definitiva nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos.

Iosu Lázcoz considera que la optitud ayuda a liderar proyectos, incrementar las ventas…, en definitiva, a transformar nuestro entorno, mejorándolo

-¿Qué responsabilidad tienen las empresas en la felicidad de sus trabajadores? ¿Existen organizaciones enfermas que hacen enfermar a su fuerza laboral?
-Tienen mucha. Por una parte, fomentar la felicidad de los trabajadores y, por la otra, implementar felicidad organizacional. La primera trata de manera individual a los trabajadores, mide su nivel de felicidad, y organiza formaciones esporádicas. Está muy bien, pero lo que realmente funciona es diseñar una política organizacional que tenga la felicidad como eje. Para ello debe dotarse con Gerentes de Bienestar, Gerentes de Liderazgo, Departamentos del Buen Humor, Departamentos de la Alegría (vitamina del Modelo).
Puede sonar muy naif, muy “ligero”, pero puedo asegurar que las principales empresas de la Lista Forbes en EEUU ya lo están haciendo y los resultados se están sosteniendo en el tiempo.
En España también tenemos casos como R, Vygon, Organizaciones Optimistas, Universidad UJi, en Argentina el Equipo Maffei, en Chile Ignacio Fernández, en México, Margarita Tarragona...
Estas empresas que envejecen sin remedio sí que existen, son las que funcionan con liderazgos verticales, instalan el miedo como política de empresa, comunican poco y mal, no promocionan a sus empleados, no les dotan de autonomía, el sistema de retribución es injusto y sólo compuesto de fijo, tratan al empleado como tal y no como una persona que siente y sueña, trabajan tiempo y no eficiencia, no concilian, hacen horarios partidos largos, tienen sitios de trabajo fijos... En definitiva, no se han dado cuenta todavía de que el trabajador es el mejor activo de la compañía, y que si no retiene el talento, alguien lo hará en su lugar. Cada vez es más fácil el acceso a los trabajos para los trabajadores con talento, y verdaderamente este es un problema al que se enfrentan las empresas del siglo XXI. El talento no es frecuente y abundante, y éste es un gran reto al que se enfrentan nuestras empresas, la guerra por conseguir y retener el talento ha empezado y las empresas tóxicas perderán todas las batallas.

-¿Qué hacer cuando nos vemos compartiendo nuestras vidas con empresas o personas que entran dentro de lo que convencionalmente se considera como ‘tóxico’?
-Las relaciones positivas (Vitamina 1) es el eje sobre el que gira todo mi Modelo, y en mis conferencias hago especial hincapié en identificar a estas personas. Estas personas o empresas, poco a poco y de manera inexorable, van minando tu ilusión, van cercenando tu esperanza, te venden su pesimismo y su incapacidad para que no lo intentes, no vaya a ser que pongas en tela de juicio sus creencias limitantes. En estas conferencias y formaciones presento mi método de 10 pasos para identificar a un tóxico.
Siempre nos han enseñado a ser buenos samaritanos, pero el problema es que no nos han dicho durante cuánto tiempo. La bondad es una de las vitaminas de mi modelo, pero no podemos eternamente estar rodeados de personas que te roban tu energía, si lo permites, toda tu bondad y energía quedará disipada y no podrás repartirla a los demás y construir sociedad.
Cariñosamente yo les llamo “Feldespatos emocionales”, “Cangrejos” y “Cenizos”. Si les dejas se apoderan de ti, y una vez que sabes identificarlos, si cumplen más de 5 señales, automáticamente los expulso de mi vida, no son personas optitud.
¿Puede contribuir el trabajo a la felicidad?
Iosu Lázcoz se muestra tajante al responder: “tradicionalmente, y en muchas empresas de hoy en día el trabajo no contribuye a la felicidad”. Al respecto, Lázcoz argumenta que “vivimos anclados en la era industrial de considerar al trabajador como una pieza de una máquina. Pensamos que trabajar es serio, y que divertirse es propio de los niños. Richard Branson dice: ‘El secreto de mi éxito es la diversión de mis empleados’.
El ser humano ha sido considerado de manera incompleta e infravalorada, las empresas no han aprovechado todo su potencial, desde Optitud y Felicidad Sostenible estamos inmersos en el cambio de paradigma organizacional. Si los empleados son felices en el trabajo, eso repercutirá en todos los indicadores de la empresa: menor rotación, mayor compromiso, mayor fidelidad, menores bajas, más ventas, mayor productividad...
Consciente de que la Optitud no es el bálsamo de Fierabrás, capaz de curar todas las dolencias, Iosu Lázcoz apunta que “la Optitud no pretende ser una panacea, ni el ungüento mágico que nos va a hacer sentir mejor sin esfuerzo. La optitud es ciencia, y deriva de las investigaciones que a nivel mundial está arrojando la psicología positiva, de la que soy un ferviente practicante desde que la descubrí en 2005 y comprobé sus poderosos efectos en mi trabajo.
Es fruto de todo el aprendizaje que he realizado desde entonces, y observación de las virtudes que hacían al ser humano un ser completo y fuerte. En mi segundo libro, que estoy ahora escribiendo, ya indico algunas interacciones demostradas de ciertas vitaminas, y con el tiempo seguro que se demostrarán muchas más. ¡Que la Optitud siempre nos acompañe!”, concluye Lázcoz.

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