“Ocho horas para el trabajo, ocho para dormir y ocho para la casa”
Paula Llull30/04/2014
En conmemoración del día del trabajador (1 de mayo) queremos hacer un análisis de la situación del mercado laboral actual. ¿Qué pasa con los derechos de los trabajadores que se han conseguido a lo largo del siglo XX?
No vamos a ponernos a analizar de quién es la culpa de la crisis. Primero, porque no compete en este blog. Segundo, porque nunca sabremos si fue primero el huevo o la gallina. Con eso quiero decir que no existe una sola y única causa de la que se derivan todas las demás consecuencias de falta de liquidez de nuestro país.
Pero a lo que vamos. Esta crisis afecta a casi todos los colectivos, y uno de estos son los asalariados. Todas las conquistas sociales que durante el siglo XX se han ido consiguiendo se diluyen como gotas de agua.
En 1886 los trabajadores consiguieron sus primeros derechos laborales: la jornada de ocho horas. La magnitud de protesta obrera que provocó un efecto dominó en muchas partes del mundo, se inició en las fábricas de Chicago. Después de muchas manifestaciones y algunas muertes consiguieron que su lema “ocho horas para el trabajo, ocho para dormir y ocho para la casa” fuera escuchado y atendido.
Podemos decir que el siglo XX en España ha sido el siglo de las revoluciones y de los derechos sociales. Poco a poco se fueron consiguiendo hitos que, pese a ser suprimidos durante la dictadura, se volvieron a recuperar de la mano de la Constitución de 1978.
Pero los derechos fundamentales no son algo con lo que se pueda jugar y no deberían poder cambiarse sin un amplio consenso social. ¿Para qué sirvieron los sacrificios y las luchas de nuestros abuelos? Que la culpa sea de unos, y el pato lo paguen siempre los más desfavorecidos es algo que en nuestra cultura por lo visto está aceptado.
El Estatuto del Trabajador en España nació en 1980, padeciendo, a lo largo de estas tres décadas, varias modificaciones, aunque ninguna llega a ser tan restrictiva como la última, de 2012, donde los derechos de los trabajadores retroceden varias décadas.
Pero antes otras modificaciones ya habían recortado el Estatuto original. En 1988 el Plan de Empleo Juvenil generaliza los contratos basura; en el 92 se reduce la prestación del paro, y en 2001 se facilitan los contratos a tiempo parcial o de formación que a la práctica devienen en empleos precarios.
Contratos precarios. Imagen de talent.paperblog
La última reforma, la de 2012, precariza aún más la situación del asalariado, con una marcada reducción de costes de despido y descentralización de la negociación colectiva, así como la prolongación de la edad máxima para hacer contratos de formación de hasta tres años de duración. Un salario mínimo interprofesional que hace que tengas que elegir entre comer o pagar la calefacción y muchas facilidades para que los empresarios puedan modificar las condiciones laborales del trabajador prácticamente a su antojo.
Hasta antes de la crisis habíamos conseguido sentar unas bases del Estado de Bienestar para intentar asemejarnos al resto de la UE-15. ¿Cómo se nos ha ido de las manos? Protección social, sanidad, educación y ayuda a la dependencia, los cuatro pilares por los que tanto se ha luchado de deshacen en las manos de los ciudadanos. Aunque nominalmente las instituciones públicas siguen estando ahí, el gasto público se congela, y la economía deja de fluir.
Aun así, las urnas y la lucha pacífica nunca dejaran de estar al alcance de todos. El día del trabajador animamos a todos a participar activamente para recuperar los derechos perdidos.
No vamos a ponernos a analizar de quién es la culpa de la crisis. Primero, porque no compete en este blog. Segundo, porque nunca sabremos si fue primero el huevo o la gallina. Con eso quiero decir que no existe una sola y única causa de la que se derivan todas las demás consecuencias de falta de liquidez de nuestro país.
Pero a lo que vamos. Esta crisis afecta a casi todos los colectivos, y uno de estos son los asalariados. Todas las conquistas sociales que durante el siglo XX se han ido consiguiendo se diluyen como gotas de agua.
En 1886 los trabajadores consiguieron sus primeros derechos laborales: la jornada de ocho horas. La magnitud de protesta obrera que provocó un efecto dominó en muchas partes del mundo, se inició en las fábricas de Chicago. Después de muchas manifestaciones y algunas muertes consiguieron que su lema “ocho horas para el trabajo, ocho para dormir y ocho para la casa” fuera escuchado y atendido.
Podemos decir que el siglo XX en España ha sido el siglo de las revoluciones y de los derechos sociales. Poco a poco se fueron consiguiendo hitos que, pese a ser suprimidos durante la dictadura, se volvieron a recuperar de la mano de la Constitución de 1978.
Pero los derechos fundamentales no son algo con lo que se pueda jugar y no deberían poder cambiarse sin un amplio consenso social. ¿Para qué sirvieron los sacrificios y las luchas de nuestros abuelos? Que la culpa sea de unos, y el pato lo paguen siempre los más desfavorecidos es algo que en nuestra cultura por lo visto está aceptado.
El Estatuto del Trabajador en España nació en 1980, padeciendo, a lo largo de estas tres décadas, varias modificaciones, aunque ninguna llega a ser tan restrictiva como la última, de 2012, donde los derechos de los trabajadores retroceden varias décadas.
Pero antes otras modificaciones ya habían recortado el Estatuto original. En 1988 el Plan de Empleo Juvenil generaliza los contratos basura; en el 92 se reduce la prestación del paro, y en 2001 se facilitan los contratos a tiempo parcial o de formación que a la práctica devienen en empleos precarios.
Contratos precarios. Imagen de talent.paperblog
La última reforma, la de 2012, precariza aún más la situación del asalariado, con una marcada reducción de costes de despido y descentralización de la negociación colectiva, así como la prolongación de la edad máxima para hacer contratos de formación de hasta tres años de duración. Un salario mínimo interprofesional que hace que tengas que elegir entre comer o pagar la calefacción y muchas facilidades para que los empresarios puedan modificar las condiciones laborales del trabajador prácticamente a su antojo.
Hasta antes de la crisis habíamos conseguido sentar unas bases del Estado de Bienestar para intentar asemejarnos al resto de la UE-15. ¿Cómo se nos ha ido de las manos? Protección social, sanidad, educación y ayuda a la dependencia, los cuatro pilares por los que tanto se ha luchado de deshacen en las manos de los ciudadanos. Aunque nominalmente las instituciones públicas siguen estando ahí, el gasto público se congela, y la economía deja de fluir.
Aun así, las urnas y la lucha pacífica nunca dejaran de estar al alcance de todos. El día del trabajador animamos a todos a participar activamente para recuperar los derechos perdidos.